"El demonio es el paro, no una reforma laboral que será positiva en dos años"
De visita a Euskadi, el consejerode Economía delGobierno catalán defiende laorientación de la reformalaboral. Aunque no se vecapaz de calibrar su incidenciaa corto plazo, confía enque sea positiva en dosaños. “Ojala lo sea bastanteantes”, afirma
BILBAO. ¿Qué percibe de su encuentro con empresarios vizcaínos?
Los empresarios vizcaínos, y los vascos en general, son empresarios muy abiertos al exterior, con negocio en mercados que están aguantando bien. Las empresas que están internacionalizadas están aguantando muy bien, porque el resto del mundo está mejor. En Euskadi hay empresas que están muy bien ancladas en el mercado internacional porque habían iniciado su presencia internacional antes de la crisis.
Hay diferencias dentro de las comunidades, Euskadi y Catalunya están mejor, ¿tal vez porque han estado menos expuestas al 'ladrillo'?
La economía vasca y catalana tienen cada una sus características. Nosotros sufrimos más la burbuja inmobiliaria. Sin ser la que más la sufrió, pero también la sufrimos. Hay características comunes entre la economía vasca y la catalana. Están muy orientadas al exterior, economías industriales, pero nuestro desempleo es mayor, porque el peso de la construcción era mayor en nuestra economía.
Y luego está lo que le toca al sector público.
Sí, lo que nos toca. Estamos en una situación compleja y en la necesidad de realizar un ajuste presupuestario. Catalunya está sujeta a cuatro condicionantes. Uno es la caída de ingresos como consecuencia de la crisis. Otro es que, por la razón que sea, los gastos públicos no descendieron entre 2008 y 2010, y se generaron déficits muy grandes. El Gobierno que represento se encontró con unos niveles de endeudamiento que no permitían mantener una política expansiva, tuvimos que orientarnos hacia la contención del déficit. En tercer lugar, tenemos como otras instituciones un problema de tesorería, de naturaleza distinta a la insolvencia, pero que es una preocupación diaria, y que nos lleva a reivindicar la necesidad de un sistema general, en el que, en la relación con el Tesoro del Estado, la provisión de liquidez sea una responsabilidad colectiva. Y finalmente, tenemos la situación de déficit fiscal. Catalunya, como le corresponde porque tiene una renta superior a la media española, hace una contribución al Estado, pero es de tal magnitud que está afectando a lo que es justo para nuestros ciudadanos y está afectando a la efectividad de la máquina productiva catalana. Esos condicionantes nos inducen a activar un programa de ajustes severo, que no nos gusta, pero que tenemos que aplicar, y nos lleva a plantear la perspectiva de un pacto fiscal con el Estado.
¿Se sienten ustedes los valientes que están haciendo lo que nadie se atreve? Hablan de copago sanitario, de movilidad de los funcionarios...
No estamos particularmente orgullosos de tener que hacer esto o lo otro. Lo que hay que hacer hay que hacerlo con seriedad. No es bueno engañarse, tomar medidas que no sean sólidas. Hay que repartir el peso del ajuste entre los distintos sectores sociales y que afecte a los servicios públicos en la menor magnitud posible. También apreciamos el autogobierno, es algo esencial, y somos conscientes de que implica tomar medidas difíciles. Que nos dejen hacer. No reivindicamos tanto que el Gobierno español haga como que nos deje hacer.
Quieren más competencias.
Sí, no tenemos problema en asumir más responsabilidades aunque puedan conllevar un coste político.
Uno de los lemas de esta crisis es que se ha vivido por encima de las posibilidades, ¿es el funcionariado y la administración el paradigma?
No, yo creo que... En Catalunya el número de funcionarios es el más bajo del Estado o uno de los más bajos. No puedo decir que la Administración pública catalana esté sobredimensionada. Lo que puedo decir es que para que las finanzas públicas sean sostenibles es necesario que no haya déficit o que los déficits sean muy bajos. Porque si hay déficit, se acumula deuda, y, si se acumula deuda, tienes que pedir prestado. Y, si tienes que pedir prestado, has de pagar por ello y a lo mejor te lo prestan a un precio muy alto. Hay que vivir con los medios que se tienen. Y hay que tener presente, y se lo decimos a los ciudadanos, que no estamos hablando de volver a 1995. No representa más que volver a 2007, en algunos casos a 2008 en otros a 2006.
¿Ha existido riesgo de suspensión de pagos en Catalunya?
No ha existido ese riesgo. La gestión de las finanzas es compleja, pero las bases de Catalunya son sólidas.
Nadie osa hablar de 'brotes verdes', pero se dice que la situación mejora, hasta el ministro de Guindos.
Me sumo a cualquier visión optimista. Veo como signo positivo que el ministro De Guindos vea signos positivos. Si el mundo está mejor que nosotros y tenemos empresas que dependen de la situación mundial, pues estas empresas tienen más vitalidad. Hay signos positivos. Los hay en la economía americana. Europa está entrando en recesión pero puede que no sea tan profunda como se pensaba.
Es usted experto en microeconomía, ¿hay señales positivas?
Seguro. La salida de la situación a largo plazo será fomentando la competitividad en sectores de la economía que generan puestos de trabajo de alta productividad y por tanto buenos salarios. Eso es microeconomía. Es competencia, es innovación, es investigación y desarrollo, es internacionalización. Las cosas deben ir por ahí. Y hay mucho campo para la acción en Euskadi y en Catalunya, porque si todo dependiera de las variables macroeconómicas poco podríamos hacer, excepto enviar mensajes a Mario Draghi o a Alemania. Entonces nuestra voz sería una más en el concierto económico.
Lo que pasa es que el vocabulario de las administraciones se ha reducido a las palabras déficit, ajuste... ¿cuándo se va a hablar de inversión?
El aspecto expansivo viene de la política monetaria europea. La expansión de las empresas, del talento empresarial, de la transferencia de conocimiento, es mucho más favorable que hace diez años, pero es necesario que fluya el crédito para que eso tome cuerpo. Que siga el Banco Central Europeo por la línea actual, que no se canse.
CiU ha apoyado la reforma laboral, que parece que es el gran demonio.
El demonio es el paro, no la reforma laboral. Si logra tener un efecto positivo en dos años pensaremos que ha funcionado bien. La intención es buena, bajar el paro. No hay enemigo mayor de la economía que el paro.
¿Llega tarde?
Sí, pero se ha hecho ahora y bien.
La flexibilidad laboral, desde el lado del trabajador, se interpreta como abaratamiento del despido...
El trabajador desempleado no creo que lo interprete desde ese punto de vista. Por eso digo que la prueba será qué pasa a dos años vista.
Hay muchos parados con urgencias, ¿cómo lo ve de aquí a seis meses?
Me siento incapaz de calibrarlo a corto plazo. Es cierto que puede haber efectos de facilitar el despido, pero también hay efectos de facilitar la contratación y, sobre todo, entre trabajadores jóvenes y parados. Es difícil calibrar de aquí a seis meses lo que va a pasar, pero yo creo que de aquí a dos años es razonable pedir que esta ley disminuya el nivel de paro. Ojalá sea bastante antes.
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