Terrazas abarrotadas, restaurantes con lista de espera, hoteles a tope de ocupación o espectáculos con entradas que vuelan nada más salir a la venta es una realidad que contrasta con la percepción generalizada de que cada vez está todo más caro

Al no tratarse de bienes de primera necesidad, llama la atención su creciente demanda en un momento en el que los sueldos no suben o, si lo hacen, es muy por debajo del coste de la vida. La clave de esta situación no está pues en gastar más, sino en hacerlo de diferente forma

Cientos de personas se divierten en un concierto multitudinario.

La tendencia actual está orientada a destinar un mayor porcentaje del presupuesto familiar al ocio y de ella surge un nuevo patrón de consumo conocido como diverflación. El término surge de la combinación de diversión e inflación y es la elección consciente de gastar más dinero en ocio, bienestar y experiencias inmediatas (viajar, asistir a un concierto o disfrutar de una cena especial) en vez de adquirir bienes materiales duraderos (vivienda, coche, muebles...).

Según el Banco de España, esta tendencia marca un giro en los hábitos de consumo que se orientan más hacia lo que defiende la locución latina carpe diem (aprovecha el día) o lo que es lo mismo, vivir el presente y buscar gratificaciones a corto plazo. 

Orígenes

Aunque el fenómeno de la diverflación fue impulsado por el confinamiento y el impacto emocional de la pandemia de la covid-19, este también hunde sus raíces en la incertidumbre geopolítica del momento, el encarecimiento de los bienes duraderos, la inestabilidad laboral actual y la enorme dificultad que tienen los jóvenes para acceder a una vivienda.

Así, el perfil más habitual en la diverflación es el de jóvenes y adultos de entre 25 y 40 años que deciden vivir el presente en vez de planear un futuro que se presenta como incierto; por ello, destinan sus esfuerzos económicos a acumular experiencias y recuerdos más que bienes materiales. 

Sin embargo, los jóvenes y adultos de edad media no son los únicos que han cambiado sus prioridades; también hay personas mayores que tras la pandemia del coronavirus valoran más su tiempo libre, su salud mental y sus relaciones personales, destinando por ello más dinero a su ocio.

Tres amigas posan al borde de la piscina de un hotel.

Sectores más favorecidos

Al priorizar el disfrutre, la diverflación beneficia claramente a determinados sectores económicos. Uno de ellos es el del turismo y los viajes, en el que las escapadas cortas, los destinos con encanto y las experiencias únicas están muy solicitados. Otro es el sector del ocio y del entretenimiento con una amplia oferta de eventos culturales de todo tipo. 

En cuanto a la gastronomía, los restaurantes con propuestas originales, cenas temáticas o degustaciones ganan protagonismo y, en el ámbito del bienestar, relajarse en un balneario, participar en un retiro de yoga, en sesiones de autocuidado o cualquier cosa relacionada con el equilibrio mental, son actividades que tienen una gran demanda. 

¿Aumento del gasto?

La diverflación no tiene que suponer necesariamente un mayor gasto, sino gastar de una forma diferente. Los consumidores están dispuestos a recortar sus gastos en otras áreas para poder disfrutar de esas experiencias. También hay que tener en cuenta los ingresos, los gastos fijos y la capacidad de ahorro de cada uno.

Es importante saber controlarse ya que, por lo general, este tipo de gastos responden a impulsos y si no hay una planificación financiera pueden acabar pasando factura a nuestra economía, causando efectos negativos a medio o largo plazo.

El verdadero reto está en encontrar el equilibrio, disfrutar de los pequeños placeres de la vida pero sin descuidar los proyectos vitales como son la compra de una vivienda, el ahorro o la inversión, que son los que nos van a garantizar la seguridad que necesitaremos en el futuro.