Bilbao. Ocho traineras son hoy las más envidiadas del Cantábrico. Son las que pugnan en busca de la Bandera de La Concha. En cada una de ellas trece remeros y un patrón llevan al extremo sus músculos bajo la lealtad a un club, al nombre de un pueblo. La piel de cada cuadrilla se fusiona con los colores y las bancadas de una embarcación cuyo nombre quieren inscribir en el historial de la regata más importante. El origen de los nombres inscritos en el cascarón de los botes es muy diverso. Algunos rinden homenaje a iconos religiosos, otros a antiguos patrones y otros buscan en la historia de su localidad un nombre que consiga identificarse con sus seguidores.

El vigente campeón de La Concha es Urdaibai. El club bermeotarra bautizó a su trainera con el nombre de Bou Bizkaia en homenaje a un barco pesquero reconvertido en barco de guerra en la Guerra Civil por el Gobierno vasco del Lehendakari Aguirre para la Marina de Guerra Auxiliar de Euzkadi. Esta bou navegaba al mando del bermeotarra Alejo Bilbao y, tras verse las caras con el crucero franquista Canarias, llegó al puerto de Bermeo escoltando al Yorkbrook, que portaba armas para la República.

un bote para toda bizkaia Kaiku es el otro club vizcaino que aspira a ganar la bandera donostiarra. Su actual embarcación es la Bizkaitarra, la pionera de los nuevos platanitos en la élite. Pero este no es el primer nombre que tiene la trainera sestaoarra. Se da la paradoja de que Kaiku, en su fundación, era un equipo de fútbol y recibió prestada su primera trainera de manos del otro club del pueblo, el Sestao. Este bote de segunda mano procedía de Portugalete y se rebautizó como la Juanita. Por el club también pasaron la Kaikutarra, Bilbotarra, Bizkaiko Ama y Cincuentenaria y no fue hasta 1978 cuando el club buscó un nombre que relacionase a todo el territorio histórico con Kaiku. José Luis Goirigolzarri, un remero de Urduliz enrolado entonces en el club sestaoarra, fue quien propuso bautizar la trainera con el nombre de Bizkaitarra.

La Ama Guadalupekoa es otra de las grandes favoritas este año. La embarcación luce el nombre de la patrona de Hondarribia. En 1638 esta localidad guipuzcoana fue asediada por los franceses durante mes y medio. Muchos de los lugareños dicen que la Virgen de Guadalupe, que tiene un santuario en las faldas de Jaizkibel, ayudó a soportar el encierro, por lo que, desde entonces, todos los 8 de septiembre el pueblo se vuelca en un alarde en su honor.

Astillero también bautizó su trainera con el nombre de su patrón. La San José IV hereda su nombre de las trece embarcaciones que el club cántabro ha tenido durante toda su historia. La primera de ellas entró en acción en 1967, pero la trainera de los astilleros Icaceta de Orio sería desguazada dos años después. La actual San José compite desde 2006 y salió de la factoría de Amilibia.

en honor de dos patrones Dos de las embarcaciones que hoy saltan al agua tienen en común que lucen el nombre de un antiguo patrón de su club. Los anfitriones de Donostiarra bautizaron la trainera como Torrekua. Este era el apodo de Luis Karril, carismático patrón del club a finales del S. XIX. Karril, a su vez, tomaba su sobrenombre del mítico edificio del puerto donostiarra en el que nació.

Tirán también bautizó hace dos años a su bote con el nombre de Ruly en honor al que era su patrón. Ruly era el nombre con el que se conocía a Raúl Rey, quien falleció en 2010 por un cáncer que le había obligado meses antes a dejar el remo. El club no dudó en rebautizar con su nombre la trainera gallega y un memorial en su honor.

Los invitados de última hora a La Concha son los remeros de la otra embarcación gallega, la Arealonga de Chapela. Los directivos que fundaron el club gallego en 1984 no dudaron en dar a su trainera el mismo nombre que tiene la playa del municipio.

El octavo club en tomar parte en la regata de hoy es San Juan. Los pasaitarras han dado a su embarcación el mismo nombre que al club y es por cuestiones de identidad. El club sufrió hace años una escisión debido a las diferencias entre directiva y remeros. Una vez unificado el club, los dirigentes decidieron que la trainera llevase el nombre de San Juan para aunar sensibilidades e intentar que todos los vecinos sanjuandarras se sintiesen identificados con un único equipo.