La Ryder Cup de 2020 concluyó con la mayor derrota del equipo de Europa en toda su historia, pese al excelente comportamiento de Jon Rahm, que hizo honor a su condición de número 1 del mundo. Incluso Michael Jordan, gran aficionado al golf y asiduo practicante, acabó rendido a su juego. Sin embargo, el rendimiento de sus compañeros flaqueó y el balance de la competición fue justo el opuesto al de su debut hace tres años en París. Entonces, el golfista de Barrika acabó los dos primeros días tocado y con dudas por sus dos derrotas en los duelos de parejas y solo la victoria ante Tiger Woods le permitió resarcirse y aportar un punto a la victoria europea. En Whistling Straits, su gran aportación, con tres puntos y medio en los dos primeros días, no sirvió para nada y tuvo que rumiar una dura derrota, que tampoco habría arreglado un hipotético triunfo ante Scottie Scheffler. "Esto se trata de ganar en equipo", concluyó Rahm, a quien solo el pleno de cinco victorias de Dustin Johnson superó en producción y que acabó en el recorrido de Wisconsin como el número 1 del mundo que más puntos ha sumado en una edición de la Ryder Cup.

En la rueda de prensa posterior, el equipo europeo dio imagen de unidad, de haber asumido con buen talante su inferioridad, que, aunque dolorosa, es algo propio del deporte. La figura de Rahm ha emergido como el clavo ardiendo al que se tiene que agarrar Europa para mejorar sus expectativas de cara a próximas ediciones, empezando por la de 2023 en Roma. "Me he divertido como nunca en un campo de golf y espero seguir jugando lo suficientemente bien para repetir en el futuro", afirmó el golfista vizcaino, al que sus compañeros miraron como diciendo, ¿qué dices, tío? Rahm les recordó que nada se puede dar por seguro en el deporte, pero todos saben que la presencia del barrikoztarra en la Ryder Cup, salvo imprevistos, va para largo.

El equipo estadounidense que ha recuperado el trofeo en Whistling Straits ha sido por ranking mundial el mejor de su historia y Rahm se ha batido con ellos sin complejos porque, en realidad, es uno de ellos. El PGA Tour, el circuito más exigente del mundo, es su hábitat natural, convive con sus rivales de este fin de semana habitualmente, conoce sus códigos y para ser número 1 del mundo, un puesto en el que Rahm ya lleva 18 semanas, hay que jugar muy bien al golf durante mucho tiempo. Pero Estados Unidos presentó no solo un equipo excelente, sino también muy joven, lo que de cara al futuro supone un problema para Europa. Los doce jugadores que alineó Steve Stricker en Whistling Straits alcanzaron el Tour Championship, el torneo de los 30 mejores donde se decidió tres semanas antes el ganador del PGA Tour. Solo cuatro europeos lo hicieron: Jon Rahm, que estuvo cerca de ganarlo, Sergio García, Viktor Hovland y Rory McIlroy, habituales del circuito estadounidense.

estados de forma

Ese nivel de forma quedó claramente reflejado en el marcador final de la Ryder Cup 2020. Europa no cerró su equipo hasta el BMW PGA Championship de Wentworth, el torneo más emblemático de su circuito, en el que el ganador fue Billy Horschel, uno de los jugadores estadounidenses que se quedó fuera del equipo y que podía haber estado tranquilamente, no en vano es el actual campeón del Mundial Match-Play. Esto significa que el listón de la clasificación para la Ryder está mucho más alto en el bando americano. Hay jugadores de las barras y estrellas con uno o más triunfos este año que se han quedado fuera, mientras que la mayoría de los que llevó Padraig Harrington no ganan desde hace muchos meses. En ese citado torneo de Wentworth, jugaron ocho de los doce europeos con plaza en la Ryder y ninguno acabó entre los diez primeros. Quizás toca, por tanto, revisar el sistema de clasificación, conceder un mayor margen al capitán para elegir a los que estén en mejor forma y para que acierte o se equivoque. Porque una vez en el campo, poco puede hacer.

Con cuatro jugadores por encima de los 40 años, con gente como Ian Poulter, Paul Casey y Lee Westwood que pueden haber jugado su última Ryder Cup, Europa necesita un relevo que le permita dar un salto de calidad. Necesita más Jon Rahm, pero ahora mismo no se adivinan de aquí a dos años. Este pasado fin de semana los debutantes americanos lograron 15,5 puntos; los europeos, solo 2. Sin ir más lejos, Matthew Fitzpatrick, un jugador fiable y uno de los que debe ser fijo en el futuro, aún no ha sumado un punto en dos Ryder Cup. Quizás el desenlace de este fin de semana ha sido solo un síntoma del desequilibrio que se quiere paliar con el acuerdo al que han llegado el PGA Tour y el Circuito Europeo para fomentar el intercambio de jugadores entre ambas competiciones y elevar así el nivel general. Porque la Ryder Cup, como producto, vende pasión, pero también cierta igualdad e incertidumbre. De la primera hubo mucho en Whistling Straits; de las segundas, casi nada.

los apuntes

3,5 puntos. Solo Dustin Johnson produjo más que Jon Rahm en Whistling Straits, lo que convierte al de Barrika en el número 1 del mundo que más puntos ha logrado en una edición de la Ryder Cup.

Sistema de clasificación. Lograr plaza en el equipo estadounidense es mucho más exigente, ya que jugadores con una o más victorias se han quedado fuera. En cambio, en el europeo ha habido ocho nombres casi inamovibles durante todo el año.

Juventud amenazante. Los novatos de Estados Unidos, algunos más jóvenes que Rahm, han sumado 15,5 puntos, lo que supone una amenaza para la futura igualdad de la Ryder Cup.

18

semanas ha alcanzado Jon Rahm como número 1 del mundo, una cifra que puede seguir aumentando.