Estados Unidos logró ayer domingo un triunfo histórico en la Ryder Cup de 2020, con la mayor diferencia desde que el torneo se disputa contra Europa continental. Es solo el cuatro triunfo de los americanos en las últimas trece ediciones, pero por la forma de conseguirlo, con victoria en las cinco sesiones de golf, puede suponer un punto de inflexión en el futuro inmediato del torneo. El marcador final en Whistling Straits no hizo más que resumir la enorme superioridad de los anfitriones desde el primer día y ni siquiera hubo emoción el domingo. Esta vez el ranking mundial sí tuvo reflejo en el duro campo de Wisconsin en el que los estadounidenses jugaron muy bien y los europeos no dieron el nivel necesario porque, probablemente, no podían alcanzarlo.

En el bando europeo se confiaba en repetir el milagro de Medinah de 2012, pero debía ser así y más aún para remontar los seis puntos de distancia en los doce duelos individuales a los que ocho de sus jugadores llegaron sin haber sumado un punto en los dos días previos y con la confianza y el juego bajo mínimos. Todos los hombres de Padraig Harrington tenían que dar su mejor versión y esperar que los de Steve Stricker levantaran el pie del acelerador. Y no ocurrió ni una cosa ni la otra. El capitán europeo puso toda su artillería pesada en los primeros partidos, dio a Rory McIlroy la responsabilidad de abrir la jornada en busca del impulso anímico y algún punto sobre el que sustentar el sueño de la remontada y el norirlandés cumplió al fin con su papel en esta Ryder y venció a Xander Schauffele, el último campeón olímpico.

El problema estuvo por detrás ya que Shane Lowry ante Patrick Cantlay, Jon Rahm, en la primera derrota del castellonense en individuales desde 2008, perdieron terreno demasiado pronto y las ilusiones europeas se esfumaron. En apenas cuatro partidos Estados Unidos había casi liquidado el asunto y en los ocho que aún quedaban en juego le bastaba con medio punto para recuperar el trofeo y a Europa solo le quedaba tratar de maquillar el resultado para evitar una paliza demoledora, algo que tampoco consiguió, y para que algunos jugadores mejoraran sus estadísticas particulares.

La derrota del número 1 del mundo fue un poco la sentencia anímica porque ni siquiera el mejor jugador de Europa de largo los dos días anteriores fue capaz de sumar su punto. No fue tanto demérito de Rahm, aunque ayer domingo no estuvo afortunado con el putt, su gran arma el viernes y el sábado, porque se les escaparon muchos por muy poco. Aún firmó dos golpes bajo par en su tarjeta. El problema fue que se encontró con un Scheffler inspiradísimo, que ya había derrotado al de Barrika en el último Mundial Match-Play de marzo y que sale imbatido de su primera Ryder. O sea, que el peor clasificado de los estadounidenses en el ranking mundial, el 21º, es un jugador de mucho nivel que, además, arrancó con cuatro birdies consecutivos para ganar los cuatro primeros hoyos ante un Rahm que arrancó frío y le costó caro. El texano no se dejó intimidar ante los arrebatos de calidad del vizcaino en el intento de recortar y falló muy poco para cerrar el partido en el hoyo 15.

Con todo para visto para sentencia, fue Collin Morikawa con su empate en el duelo de debutantes ante Viktor Hovland el que certificó la victoria de Estados Unidos cuando quedaban aún siete partidos para acabar la jornada. Después, Brooks Koepka venció a Bernd Wiesberger; Justin Thomas a Tyrell Hatton; Dustin Johnson, que acabó con pleno de cinco puntos, a Paul Casey; Jordan Spieth y Tommy Fleetwood, héroe en París y uno de los villanos ahora, empataron. Ian Poulter logró el segundo punto entero de su equipo ante Tony Finau y Lee Westwood, el tercero ante Harris English. A ambos también les echó en falta Europa el viernes y el sábado. Y con la victoria de Daniel Berger ante Matthew Fitzpatricke se consumó la mayor victoria de Estados Unidos desde 1979: 19 a 9. Es la menor puntuación de los continentales en toda su historia. Cuando los mejores del mundo juegan como un equipo es difícil hacerles frente y Europa se ha llevado un durísimo castigo.

las reacciones

Resignación en el bando europeo

Jon Rahm. "No he pegado mis mejores golpes, pero tampoco he jugado mal del todo. Pero es que Scheffler ha hecho cinco birdies en los seis primeros hoyos. Así era muy difícil. Entre el 8 y el 11, he tenido mis opciones y no las he aprovechado", comentó Rahm a Movistar +. "No es la manera en la que queríamos acabar, obviamente, porque el objetivo era ganar esta Ryder. Es lo que queríamos todos y lo que yo haya hecho no importa porque esto va del equipo. Todos hemos tratado de dar lo mejor de nosotros, pero no ha sido suficiente. La derrota ha sido abultada, pero da lo mismo perder por medio punto que por diez. Solo espero que hayamos dado un bonito espectáculo a la gente", añadió Rahm a la BBC.

Padraig Harrington. "Ha sido una dura semana, no hemos podido hacer mucho más porque hay que admitir que ellos han jugado un golf extraordinario. Ha habido un buen ambiente en el equipo y siempre ha habido ganas de luchar. Creo que las decisiones han sido correctas, pero no se ha podido plasmar en el campo. Así son las cosas", resumió el capitán de Europa.