Patrick Cantlay se llevó por la mínima la FedEx Cup del PGA Tour a costa de Jon Rahm, que rozó la victoria tras cuatro jornada de golf de gran nivel que cerró con catorce golpes bajo par. Pero el formato que resuelve el Tour Championship pesó más. La jornada de ayer domingo, en realidad las tres últimas rondas del Tour Championship, fue un duelo match-play entre los dos aspirantes. Cada hoyo contaba, cada golpe podía tener su influencia en el resultado, y eso se notó en los últimos 18 hoyos en el que la tensión, la posibilidad de un error definitiva, existían cada vez que el jugador se colocaba delante de la bola. Cantlay empezó presionando con un birdie en el hoyo 3 que abría una ventaja de tres golpes. Rahm no terminaba de afinar con sus hierros, como le ha pasado estos días, pero el 5 se convirtió en un hoyo de valor doble. El estadounidense hizo su primer bogey y el de Barrika firmó su primer birdie por lo que, de repente, el marcador volvió a la situación inicial del día.

En el 6, primer par 5 de East Lake, Cantlay logró otro birdie y Rahm tuvo que conformarse con el par al perder la calle de salida y escapársele por poco en putt de birdie. De nuevo, la situación era complicada, pero el californiano cometió otro bogey y la distancia regresó a un golpe. Pero la presión siempre era para el vizcaino porque su rival apenas fallaba. Su cercanía a las banderas no era suficiente para dejarse oportunidades asequibles y muchos putts rozaron el hoyo. Cantlay, en cambio, en apariencia sereno, siempre guardaba en la manga el as de algún golpe magnífico, por más que fallara un putt casi decisivo en el 13 desde menos de metro y medio.

En estas, el hoyo 16 fue la clave de este duelo estelar. El estadounidense pegó un gran segundo golpe y dejó la bola a metro y medio para hacer el birdie. El barrikoztarra volvió a quedarse corto unos centímetros corto en un putt de casi seis metros. Rahm estaba contra las cuerdas, a dos golpes con dos hoyos por jugar, ante un rival que llevaba dos semanas sin cometer apenas errores de tee a green y acompañado por la dosis de suerte justa de los campeones. En el 17, Cantlay se metió en problemas y cerró en bogey, pero su rival no lo pudo aprovechar porque otra vez falló un putt de unos cuatro metros que rozó el hoyo, la tónica fatal de todo el día.

Y todo quedó para el 18, toda la temporada y quince millones de dólares en juego en el último par 5 de East Lake en un torneo en el que seis de los mejores del mundo concluyeron entre los ocho primeros. El de Barrika pegó un gran segundo golpe para darse opción de eagle, pero el de Palm Beach respondió igual o mejor y acabaron con sendos birdies. Así ha sido toda la semana y Rahm, pese a ser el mejor en el cómputo de golpes, solo se inclinó ante el número 4, Patty Ice, un jugador de gesto impenetrable, golf clínico y nervios de acero que hizo valer los cuatro golpes de ventaja con que arrancó el torneo.

Clasificación final