Txampi Rivero (Bilbao, 5-IV-1954) disfruta de una jubilación a la que accedió el pasado diciembre tras cumplir una larga etapa como técnico superior deportivo en el polideportivo Sakoneta de Leioa. Txelu Biazkargüenaga (Bilbao, 29-IV-1959) es director gerente de la firma Cotransa de Mungia y Edu Bueno (Bilbao, 25-XI-1974) trabaja en el Departamento de I+D en Ona Electroerosion, en Durango. Los tres tienen algo en común, el balonmano y el Barakaldo-UPV, club que marcó un antes y un después cuando 25 años atrás consiguiera el histórico ascenso a la Liga Asobal, por entonces valorada la mejor del mundo, al romper todos los pronósticos y meter de nuevo a Bizkaia en la élite de este deporte tras una larga travesía en el desierto. Aquel club había nacido una temporada antes de la fusión entre el antiguo Cajabilbao Barakaldo y el UPV-Askartza. Se juntaron experiencia, la que aportaba la plantilla fabril, y la juventud de una generación de jugadores con talento desde la entidad de Euskuinaldea. “Tuvimos buen feeling desde el minuto cero”, recuerda Edu Bueno, un lateral que a sus 20 años despuntaba y que cerró su trayectoria nueve años después en el Arrate, también en Asobal. “Una de las claves de aquel equipo fueron el compromiso de la plantilla y el sentimiento de pertenencia”, destaca Bizkargüenaga, capitán de aquel Barakaldo-UPV ya en los estertores de su carrera. “Creo que éramos un grupos de amigos, que entrenaba por las noches después de trabajar o estudiar. Hicimos una piña cuando el resto de clubes eran profesionales”, matiza Rivero, el entrenador junto a Javi Unibaso, con el que formó tándem. El primero ha dejado huella y ya en su época como central fue nombrado MVP del Campeonato de España juvenil, pretendido por el Atlético de Madrid y ejerció en el Arrate, también en la máxima categoría, Maristas, Gaztelueta, Escuela Máquinas de Ferrol y Claretianos.

El 16 de abril de 1995 el Barakaldo-UPV consumó la proeza al vencer en la pista del Ademar Toledo (29-30) en la penúltima jornada de la División de Honor B y en la jornada final, en el derbi frente al Sercoin Bilbao, puso la guinda con la conquista del título al superar en el average particular al San Antonio de Iruñea, el otro conjunto que ascendió a Asobal. Permaneció en la élite en las campañas 1995-96 y 1996-97, en la que descendió. Regresó a Asobal el curso 1998-99 tras ascender en Gijón, volvió a bajar, para subir, por tercera y última vez, en Alicante en la 2001-02. Permaneció tres temporadas consecutivas hasta 2004, en la que descendió para ya no volver a retornar a la máxima categoría desde entonces. No en vano, el Barakaldo Balonmano, heredero de aquel club, milita en la Primera Estatal, la tercera categoría. “Es una época de vacas flacas, pero creo que hay una buena base, pero falta solvencia económica”, declara Txanpi Rivero. “La situación es triste, pero la realidad es que cuando dejamos la Asobal se perdió mucho peso”, apunta Bizkargüenaga, en tanto que Edu Bueno aporta otro punto de vista: “Se trata del mismo problema estructural de hace 30 años y creo que la fusión entre CajaBilbao y Askartza debe ser la referencia para los clubes vizcainos que militan en actual la Primera Estatal”.

A la espera de que lleguen mejores tiempos para el balonmano vizcaino, toca rememorar el ascenso logrado hace un cuarto de siglo en Toledo, el más meritorio, en opinión de los protagonistas, de los tres alcanzados por el Barakaldo-UPV. “Viajamos el sábado santo y el partido fue el domingo al mediodía. La noche anterior dimos una vuelta por Toledo y ya nos sentíamos ganadores. No podíamos fallar. Ganamos por la mínima con un gol de Roberto Alonso (extremo), pero teníamos controlado el partido. Lo mejor fue la celebración y verte al día siguiente en la portada de los periódicos, que tenían olvidados al balonmano. Lo peor, la lesión de Katxu Aurrekoetxea en un contragolpe en el que se rompió la rodilla”, explica Edu Bueno, autor en el pabellón Santa Bárbara de siete goles, uno menos de los firmados por el ruso Nikolay Tsybanev, el único extranjero de la plantilla, “pero que era uno de los nuestros porque echó raíces aquí con su familia”, agrega Txelu, quien no pudo viajar a Toledo por culpa de una contratiempo físico. “Éramos un equipo con mucho empuje, con un juego alegre y con jóvenes de mucha calidad. Los veteranos aportamos otras cosas, quizá el manejar situaciones de partido. Fue un éxito inesperado, íbamos sumando victorias y llegamos incluso a Toledo con la plusvalía de tener otra bala en la recámara ante el Sercoin”, retrata el excapitán. Txanpi retiene en su memoria la cita en Toledo: “Nos costó un poco. Defendimos con nuestros habituales 5-1 y 3-2-1, y bajamos al 6-0 porque el zurdo de ellos (Antonio Antúnez) nos hacía daño. La alegría fue inmensa y gozamos del ambiente festivo, aunque yo un poco menos, porque no volví con la expedición y me quedé tres días con mi mujer en Toledo”.

Hace 25 años, el Barakaldo-UPV escribió una de las páginas más recordadas en la historia del balonmano vizcaino. “Fue un hito”, acentúa Txelu, que añora aquellos tiempos “en los que éramos un grupo humano que se descapitalizó después con la llegada de extranjeros y otros jugadores profesionales, se perdió compromiso y fidelidad”. Edu Bueno se queda con los momentos inolvidables: “Yo me divertía en la cancha, quizá también porque era de los que jugaba muchos minutos. Cogías el autobús a las siete de la tarde de un viernes, y muchos compañeros llegaban de trabajar directamente, para meterte incluso once horas de autobús. No había móviles y pasabas el tiempo con partidas de cartas y películas. El ambiente era extraordinario”. Matiz que comparte Txanpi: “Te levantabas a las siete de la mañana para trabajar y entrenabas por la noche, que era una dinámica con la que seguimos en Asobal. viajábamos de noche, comíamos a base de bocadillos… mientras que el resto de equipos eran profesionales, visionaban vídeos, hacían sesiones de entrenamiento de mañana y tarde”. Un cuarto de siglo después, la historia es bien diferente.

Porteros:

Víctor Uriarte, Edu Masside y Alberto Bruña.

Primera línea:

Edu Bueno, Félix Gallu, Nikoay Tsybanev, Diego Fernández, Andoni Telletxea, Iñigo Sastre y Xabier Lanz.

Segunda línea:

Guillermo Txabarri, Roberto Alonso, Katxu Aurrekoetxea, Joni Aurrekoetxea, Txelu Bizkargüenaga y Joseba Alzaga.

Entrenadores:

Txanpi Rivero y Javi Unibaso.

“Éramos un grupo de amigos, que entrenaba por las noches después de trabajar o estudiar. El resto eran profesionales”

Exentrenador del Barakaldo

“Teníamos mucho empuje, con un juego alegre y con jóvenes de mucha calidad. Fue un éxito inesperado”

Exjugador del Barakaldo

“Bizkaia tiene el mismo problema estructural de hace 30 años; la fusión CajaBilbao y Askartza debe ser la referencia”

Exjugador del Barakaldo