Miguel Galindo (Huesca, 1981) tiene en su casa seis medallas olímpicas, 17 preseas mundiales y tres títulos de la Copa del Mundo de esquí. Pero todos sus premios son compartidos, porque todos y cada uno de ellos los consiguió junto a Jon Santacana. Guiándole por las laderas nevadas. Marcándole el descenso perfecto desde que en el invierno de 2002 el destino quiso que sus caminos se cruzaran en un área de servicio de una autopista francesa. Desde entonces y durante 17 años, Galindo fue el compañero del esquiador donostiarra. Más que eso. Fue su vista y su intuición. Fue la mitad de la dupla más laureada del esquí estatal. Una fracción de la pareja con el palmarés más extenso de la historia del deporte paralímpico español. Sin embargo, hace dos semanas, el oscense dijo basta. El desgaste de casi dos décadas al máximo nivel era grande, necesitaba parar. Galindo anunció su retirada y, tras el revuelo mediático y los mensajes de apoyo, hoy reconoce sentirse “aliviado”. “Lo llevaba pensando bastante tiempo, he exprimido la competición todo lo que podía, me he vaciado en las pistas y estoy feliz con la decisión que he tomado. Tanto mi cuerpo como mi cabeza necesitaban parar porque no es fácil mantener la motivación y la lucha durante tantos años”, asegura Galindo.

El oscense no oculta que ha sido su rodilla derecha la que le ha llevado a adelantar su adiós. Tres operaciones no son fáciles de superar, sobre todo en un deporte tan exigente como el esquí. “He estado mucho tiempo lesionado, los dos últimos años han sido muy difíciles. Mi rodilla no estaba para mucho más. De hecho, no me permitía hacer la curva del eslalon donde yo quería y eso perjudicaba a Jon”, comenta Galindo. Con todo, ahora que la tranquilidad le permite echar la vista atrás, reconoce que de todas las medallas conseguidas hay una que siempre recordará con especial cariño: “El primer oro paralímpico”. El del descenso de Vancouver 2010. “Ese fue el mejor momento de nuestra carrera por lo que nos costaban las pruebas de velocidad. Es en la que Jon lo pasa peor porque la velocidad hace que casi no me vea mientras bajamos, así que necesitamos una coordinación brutal. Es la prueba reina. Ese oro fue el momento más importante”, admite. Es más, ambos volvieron a ser campeones olímpicos en otra prueba de descenso, la de Sochi 2014, pero será esa primera victoria la que quedará grabada en Galindo.

Con su retirada anunciada y asimilada, al esquiador oscense todavía le queda decidir qué hará ahora: “Por el momento quiero estar en casa, con mi familia. Tener mi estabilidad. Pero estoy abierto a explorar otros ámbitos que no sean el esquí. Seguro que Jon y yo buscaremos retos y cosas para hacer juntos. Algo para engañarnos y poder vernos más”. Sin embargo, Galindo recuerda que su adiós al deporte profesional es “una decisión unilateral, no de los dos. Jon quiere seguir y decidirá qué hacer en las próximas semanas, pero ya sin mí”.

El futuro de Santacana Aunque han pasado dos semanas desde el anuncio de la retirada de Galindo, Santacana reconoce tener todavía “un poco encogido” el corazón: “Al final son 17 años de emociones, de sacrificio y lágrimas, de risas y medallas... Me da mucha pena saber que hay momentos que no van a volver”. Ahora, sin el guía oscense, el esquiador guipuzcoano debe replantearse también su futuro. Formar un nuevo equipo, explorar otras vías o colgar también los esquís: “Mi situación de momento está en stand by, me gustaría seguir pero de momento estoy viendo qué opciones hay”. Y es que, Santacana sabe que Galindo es un socio muy difícil de sustituir: “Miguel ha sido el guía, en mayúsculas, el compañero perfecto. Ha llevado la palabra equipo al máximo, siempre me ha escuchado y atendido mis necesidades. Ha sido paciente. Me da mucha pena que se retire porque es un tiempo que no volverá y es duro pasar página”.

Con todo, Santacana ya sabe lo que es conseguir una medalla sin Galindo. Y es que el donostiarra obtuvo tres, un oro y dos platas, en los Juegos Paralímpicos de Salt Lake City de 2002 con su guía de por aquel entonces, Raúl Capdevila. Sin embargo, el esquiador paralímpico también sabe que, en noviembre de ese mismo año, apenas diez meses después, Galindo y él coincidirían en las carreteras francesas para dar comienzo a la época más exitosa del esquí estatal. Una etapa de 17 años que duró hasta lo que la rodilla de Galindo quiso.