LA carrera de Aser Ebro (Barakaldo, 2000) está llena de combates. A pesar de su juventud, la lucha grecorromana ha marcado la vida de este barakaldarra. Fue de manera natural, como actividad extraescolar. Sin embargo, ha estado lejos de ser un deporte más, se ha convertido en su modo de vida. En un fabricante de sueños. En el horizonte están los siempre ansiados Juegos Olímpicos, un deseo ambicioso y lejano. Hasta entonces, Ebro quema etapas y va confirmándose como una de las referencias de esta modalidad a nivel estatal. Campeón de España sub’20 y sub’23 este mismo año, el lunes quiere dar otro paso más en su carrera y viajará hasta Pontevedra para disputar el Campeonato de Europa sub’20. El objetivo es acabar entre los diez primeros clasificados y ganarse un puesto directo para el Mundial, pero la ambición se mantiene y el sueño de hacer algo grande no se borra de la mente del vizcaino.

“El sueño del podio siempre está ahí y si lo logro sería un bombazo. Pero tengo que tener también los pies en la tierra porque tengo que saber cuáles son mis posibilidades”, explica Ebro. El luchador de Barakaldo va “ilusionado” a este certamen. Su buena preparación es lo que le da confianza para afrontar con garantías el Europeo y enfrentarse a potencias más consolidadas en esta modalidad como las de Rusia, Armenia, Azerbaiyán o Turquía. “Estoy con ganas porque noto que lo he estado preparando bien y además he disfrutado en los entrenamientos”, añade. Aser Ebro competirá en la modalidad de grecorromana hasta 55 kilos y tratará de aprovechar sus recientes experiencias internacionales para tratar de acabar entre los diez primeros clasificados.

En esta preparación hacia Pontevedra, Ebro no solo ha realizado sus entrenamientos habituales, tutelados por el exluchador Roberto Hojas, también ha acudido a Rumanía a un evento internacional y ha estado unos días concentrado en el Centro de Alto Rendimiento de la residencia Joaquín Blume. Experiencias que se han salido de su guion más habitual, pero que le han aportado un extra. “Estuve muy cómodo en la Blume. Además de estar con mis compañeros, pude ver otros deportes. Por ejemplo, bajaba al comedor y veía gente como Lidia Valentín o Carolina Marín. Viví el deporte en estado puro”, recuerda. Días intensos antes de volver a Barakaldo para realizar la puesta a punto definitiva y partir hacia Pontevedra en busca de dar otro paso más en su gran sueño.

en el tapiz desde los seis años La gran meta de Ebro es clasificarse para unos Juegos Olímpicos, “algo que todavía veo lejos”, según reconoce. Es el objetivo más deseado de un camino que comenzó a los 6 años en el Club Munoa de Barakaldo. “Me apunté de la manera más natural. Nos dieron las hojas de las extraescolares y a mis amigos y a mí nos llamó la atención”, afirma. El barakaldarra llegó al tapiz sin mucha idea de lo que iba a encontrarse y quedó encantado. Ebro se encontró con un deporte que le enganchó y decidió dedicarse a ello: “Empezamos con ello y a mí me gusto. Mis amigos lo fueron dejando por diferentes motivos pero a mí me llamó la atención y seguí, cada vez metiendo más horas”.

Ebro no realiza su camino solo. En el día a día cuenta con la ayuda de Hojas que le asesora en la parte técnica de la lucha y de un preparador físico con el que trabaja su cuerpo. También tiene ejemplos en los que fijarse. Pioneros en un deporte con poca tradición en Euskadi, pero que se esfuerza por ganar adeptos. “Tenemos referentes como Maider Unda, que quedó tercera en Londres, o las generaciones anteriores como las de Rober, Koikili, Crespo? son referentes para nosotros y nos facilitan mucho el camino porque ellos ya lo vivieron en su día”, comenta. La lucha, aunque sea un deporte minoritario en el territorio, está muy unida y la colaboración es algo habitual para este vizcaino: “Es una actividad muy familiar y nos llevamos muy bien entre nosotros”. Ahora, es el turno de su generación, de dar el paso a las grandes citas internacionales y Ebro quiere formar parte de ese grupo que triunfó dentro de la lucha grecorromana.