Francia suma y sigue. Sin arriesgar, sin exponerse en los partidos y haciendo gala de un pírrico rendimiento de cara a la portería rival teniendo en cuenta lo estelar de sus recursos humanos ofensivos, pero se encuentra ya en las semifinales de la Eurocopa, en las que se verá las caras con España. Si el combinado de Didier Deschamps, rácano una vez más en su planteamiento, había alcanzado los cuartos de final con dos goles en propia puerta y otro de pena máxima como único botín en ataque, ayer tuvo que recurrir a la tanda de penaltis para dejar en la cuneta a una Portugal que mereció mejor suerte porque le puso algo más de pimienta a la contienda. No hubo brillo en el duelo individual Cristiano Ronaldo contra Kylian Mbappé, desdibujados ambos, y ambas selecciones apostaron más por la cautela que por la dinamita y salvo algunos chispazos, más lusos que galos, todo quedó condenado al eterno 0-0. Y en la tanda de penaltis no hubo repetición del milagro de Diogo Costa en octavos y sus tres paradas ante Eslovenia. Dembélé, Fofana, Koundé, Barcola y Theo Hernández hicieron pleno, Joao Félix mandó el suyo al poste y fueron los de Deschamps los que acabaron de pie.
La primera parte de la contienda fue un homenaje al bostezo, con un arranque tremendamente tímido por parte de ambos equipos. Más pendiente de proteger su espalda que de avasallar al rival, Francia quedó limitada a un par de arrancadas aisladas de Mbappé y a un zurdazo desde fuera del área de Hernández –único remate a puerta de ambas escuadras en los primeros 45 minutos– bien resuelto por Diogo Costa. Por su parte, en Portugal, sin noticias de Cristiano, el escaso peligro llegó desde la banda derecha de Rafael Leao, pero sin acierto en el arte de la finalización ni por su parte ni por la de sus compañeros.
En la reanudación, los de Deschamps intentaron adelantar líneas para atosigar algo más a la zaga de los portugueses, aunque estos también demostraron su capacidad de generar inquietud saliendo a la contra de la mano del potentísimo Leao. A Francia le hacía falta mucha más chispa para llevar el duelo a su terreno, sobre todo cuando Mike Maignan desbarató con una fantástica parada en el minuto 62 la mejor oportunidad del partido: un fuerte disparo raso de Bruno Fernandes. Un minuto después, el meta volvió a ejercer de héroe al desviar un remate desde dentro del área de Vitinha y enviar a córner el posterior taconazo de Cristiano.
El partido se encendió fugazmente, Francia salió de la cueva y Randal Kolo Muani se plantó ante Diogo Costa, aunque su disparo acabó en córner. Deschamps intentó generar más vértigo con Dembélé en lugar del deslucido Griezmann y tuvo Camavinga el 0-1, pero su disparo desde el vértice del área pequeña se fue fuera por poco, igual que el intento lejano del propio jugador del PSG poco después. Sin embargo, el efecto gaseosa le duró muy poco al partido y la situación requirió de tiempo extra.
La tuvo Cristiano en el arranque de la prórroga tras un jugadón por linea de fondo de Francisco Conceiçao, pero su disparo en boca de gol se marchó alto. Fueron los lusos los que inquietaron más la portería rival, pero sin acierto. Por su parte, Deschamps dejó en el banquillo a Mbappé de cara a la segunda parte de la prórroga. Lo intentó de cabeza Joao Félix en una portería, de zurda Dembélé en la otra y Nuno Mendes, con todo a su favor, sobre la bocina, pero el 0-0 se mantuvo cincelado en mármol hasta la tanda de penaltis, en la que Francia se impulsó hasta la semifinal.