La borrasca Filomena no ha sentado nada bien al Real Madrid. El conjunto blanco -como la nieve ha colapsado la capital española- no podrá pasar por casa antes de la cita del jueves ante el Athletic en la segunda semifinal de la Supercopa, que se disputará en La Rosaleda. Zinedine Zidane y sus pupilos tienen previsto viajar hoy a Málaga para preparar su compromiso ante los rojiblancos en las mejores condiciones posibles, lejos de los estragos que ha generado el histórico temporal. Con el aeropuerto de Barajas adaptándose aún a la situación, la expedición del Madrid no pudo regresar ayer en avión, por lo que pasó su tercera noche en Iruñea, donde la víspera empató a cero goles con Osasuna.

Los jugadores y el cuerpo técnico madridista, que han permanecido en todo momento recluidos por el protocolo covid-19 en el hotel de la capital navarra, acabaron sensiblemente enfadados el encuentro ante el equipo rojillo. Pese a que el césped del Sadar lució un aspecto inmejorable para cómo nevó en Iruñea -el trabajo de los operarios de Osasuna para tener todo a punto fue de resaltar-, las quejas por tener que jugar el choque se repitieron. El más claro fue Zidane, que criticó abiertamente la decisión de LaLiga. “No ha sido un partido de fútbol, se debió suspender”, denunció el técnico francés, que hasta que juegue con el Athletic en La Rosaleda pasará siete días fuera de su casa, que pueden ser más si logran el pase para la final de la Supercopa, que se disputará el día 17 en La Cartuja.

Pese a que el avión de la expedición del Real Madrid, tras tres horas de espera, fue uno de los pocos que pudo despegar el viernes por la noche de Barajas, alterando muy poco sus planes para medirse a Osasuna, en la entidad presidida por Florentino Pérez piensan que el encuentro ante los de Jagoba Arrasate se debería haber retrasado hasta ayer o aplazado.