La crisis sanitaria del coronavirus ha derivado en otra crisis en el Rayo Vallecano, la deportiva, con la plantilla negándose a entrenar, molesta con un ERTE, y un técnico, Paco Jémez, muy crítico con la reciente gestión de la directiva.

Una vez más, y ya van muchas en los últimos años, el Rayo Vallecano vuelve a ser protagonista por unos asuntos extradeportivos que están convirtiendo a la entidad madrileña en el club de los líos.

De hecho, esta temporada está siendo de las más convulsas de la última década con la afición enfrentada a la directiva y una huelga de animación que duró tres meses, una grave crisis institucional derivada de la suspensión del partido contra el Albacete y la inexistente relación entre el presidente y el entrenador.

El último episodio de una historia que comenzó en mayo de 2011, cuando llegó a la presidencia Raúl Martín Presa, es el ocurrido ayer. La plantilla, que no entiende por qué debe acudir a entrenar con normalidad mientras siga dentro del ERTE, se plantó y no fue a la Ciudad Deportiva.

Jémez, según reconoció, no tomó parte en esa decisión, que fue únicamente de la plantilla. De hecho, el cuerpo técnico y algunos empleados contados de la entidad han sido sacados del ERTE, mientras que los jugadores no.

La gestión de este ERTE, que también ha afectado al resto de categorías de la entidad, ha sido la gota que ha colmado el vaso. Jémez, en reiteradas ocasiones, pidió que de está reducción de salarios se dejara fuera a los empleados que ganaban menos, pero la negociación no llegó a buen puerto y al final todos se vieron afectados, incluido jugadoras del Rayo femenino que han criticado la decisión del club y se han visto muy afectadas.

También la afición

"Acogerse a un ERTE con diecinueve o veinte millones de superávit es una falta de respeto", dijo hace unas semanas Jémez, unas declaraciones que no sentaron bien en la cúpula de la directiva, con la que la comunicación es inexistente desde hace meses.

En ese clima de descontento también está la afición, que desde hace semanas viene reclamando una solución para el dinero de sus abonos, los cuáles están pagados hasta final de temporada y que ahora, con la previsión de jugar sin público, no podrán disfrutar.

Hasta ahora la plantilla era el dique que contenía el descontento existente en el entorno del Rayo, pero su plante y su decisión de no entrenar dejan en una situación muy delicada a la directiva, que debe mover ficha si no quiere que esta crisis se enquiste y se pierda tiempo de preparación para retomar la competición a mediados de junio.