Aitor Seguín (Eibar, 27-II-1995) vuelve a sentirse futbolista. El fino extremo izquierdo se ha reinventado en el Barakaldo después de sufrir un largo calvario de cuatro años de su grave lesión de la rodilla derecha, aunque el parón generado por la pandemia del coronavirus vuelve a suponer un nuevo frenazo a su progresión cuando presumía de encadenar siete partidos consecutivos en el conjunto fabril, que en enero le dio la oportunidad de jugar un partido oficial 28 meses después del último, entonces en las filas del Bilbao Athletic. “Sí parece que me ha mirado un tuerto”, dice de forma jocosa el futbolista, que días atrás ha renovado su contrato con el Athletic por una temporada más. Seguín, un fijo para Kuko Ziganda en el filial rojiblanco, es franco y ve muy lejana la opción de llegar a debutar como león: “Cuatro años sin jugar son muchos, se notan y no puedes ocultar la realidad”.

Ha vuelto a sentirse futbolista.

—Sí. He vuelto a coger buenas sensaciones después de haber pasado un auténtico calvario durante cuatro años. He abierto una nueva etapa y estoy muy satisfecho.

Se cumplen cuatro años de la grave lesión que se produjo en su rodilla derecha (rotura del cruzado anterior) y desde entonces solo ha podido jugar 14 partidos oficiales. Es de imaginar que tendrá grabado a sangre y fuego la fecha del 26 de abril de 2016.

—Nunca se me borrará ese día, es una fecha que la tengo marcada de por vida. Me cambió todo de un golpe, pero no me ha quedado más remedio que aceptarlo y salir hacia adelante.

¿Cómo se produjo la lesión?

—Fue en un entrenamiento en Lezama con el Bilbao Athletic (entonces en Segunda División), en un ejercicio de juego reducido. Intenté regatear a un compañero y ejecuté un mal gesto. Noté que era algo grave, vinieron rápido los fisios y los médicos no me lo querían decir, pero ya sabía que revestía mucha gravedad.

¿Qué es lo que le ha ocasionado tanto calvario, dónde estaba exactamente el problema?

—Se trataba del cartílago, que no se regeneraba en la base y me producía mucho dolor.

No sé si habrá contado las ocasiones por la que ha pasado consulta.

—Es imposible recordar todas. Han sido tantas resonancias, tantas consultas, mucho fisio…

¿A cuántas intervenciones quirúrgicas ha sido sometido?

—Las más serias, dos, pero en total habrán sido cinco, para retocar, limpiar el cartílago…

¿Cuáles han sido los momentos más duros?

—Lo más duro era que parecía que ibas a volver a jugar y luego llegaba el batacazo. Entrenabas dos meses y de nuevo no podías. Era un querer y no poder.

Aunque llegó a reaparecer a lo largo de 2017 e incluso viajó ese verano con el primer equipo en un amistoso ante el Brujas. ¿Qué causó la recaída?

—Me miraba en otros compañeros como Ager (Aketxe) y (Iker) Undabarrena, con lesiones similares a las mías y me decían que no notaban nada y yo sí. Me molestaba, era muy raro. Intentaba seguir, pero se me iba la rodilla cada dos por tres.

¿Pensó en colgar las botas?

—Sí e incluso durante cuatro o cinco meses llegué a iniciar los trámites para coger la invalidez. Pero llegó el doctor Mikel Sánchez (el pasado verano) y nos propuso aplicar células madre. Echamos todo atrás en la Seguridad Social y a los abogados, porque era la última oportunidad.

O sea, que se agarró a un clavo ardiendo.

—Me tenía que agarrar a la oportunidad que nos brindaba Mikel Sánchez. Tenía todo el apoyo del mundo en Lezama y estaban contigo, pero es que acabas tan cansado de médicos. Era un palo tras otro y a peor no podía ir ya.

¿En quién se apoya uno en esta especie de vía crucis?

—Te apoyas en la familia. A ellos les afecta mucho, sobre todo a mi aita, que me sigue a todos los partidos, a todos los entrenamientos. Y a mi novia. Pero te guardas cosas, no les puedes contar todo lo que sientes, porque se pueden ir abajo.

¿Ha pensado dónde podría haber llegado si no hubiera sufrido lo que ha tenido que sufrir?

—Claro que le he dado mil vueltas a lo que podría haber sido mi carrera. Analizas muchas cosas...

Su contrato con el Athletic expiraba este junio.

—Me llamaron hace tres días para decirme que ejecutaban la cláusula para renovarme una temporada más, es una seguridad que me da vida para seguir adelante.

Se intuye que no recalará en el Bilbao Athletic, ya sea por edad.

—Quizá sí se me cierra esa puerta al tener 25 años, ya que viene gente por detrás muy preparada. Pero aún no me han dicho nada.

¿Cree aún posible cumplir el sueño de jugar en el Athletic?

—No creo que me vea en el primer equipo, no creo que llegue al nivel de antes, por lo menos a corto plazo. Es evidente que las lesiones me han perjudicado, pero cuatro años sin jugar son muchos, se nota y no puedes ocultar la realidad. Mi prioridad es coger mi mejor nivel.

Se conocen casos de futbolistas que explotan a los 28 años.

—Ojalá sea así, pero tengo que centrarme en coger carga.

Cuando se produjo la lesión, llevaba 28 partidos en Segunda División y le vaticinaban un futuro prometedor. ¿No le envidia los Yeray, Unai López, Iñaki Williams... con los que compartió vestuario?

—Es una envidia sana y me alegro por ellos. Con Yeray estaba desde infantiles, Unai llegó en juveniles.

Y dicen que estaba por delante de Iñigo Córdoba, usted es un extremo puro, con llegada.

—Bueno, no quiero compararme. Iñigo es más trabajador, es diferente. Nunca se sabrá lo que hubiera podido suceder.

¿Qué entrenador le ha marcado?

—Quizá Kuko Ziganda, porque me dio la oportunidad de jugar en Segunda División y porque es con el que he estado más años de seguido, lo que te permite tener un mayor conocimiento mutuo.

El Barakaldo arriesgó en enero por usted, a sabiendas de que llevaba 28 meses sin competir.

—Le debo mucho al Barakaldo por la oportunidad que me ha dado. El míster (Hernán Pérez) me dijo que iba a contar conmigo desde el principio y me he sentido muy a gusto. Ha sido una gran experiencia en un vestuario diferente al de Lezama, aprendes mucho, te curte.

¿Ha sentido la presión que supone luchar por la permanencia en un club como el Barakaldo?

—La notas desde el primer día. Nos ha costado sacar resultados, pero también me ha servido para exigirme y exprimir todas mis cualidades en beneficio del equipo.

¿Y si el Barakaldo le pide de nuevo al Athletic su cesión?

—Es una opción y so sí me vería en el Barakaldo, pero es una decisión que no debo tomar yo.

“Aketxe y Undabarrena no notaban nada con lesiones como la mía. A mí me molestaba, era raro, se me iba la rodilla cada dos por tres”

“He renovado un año más con el Athletic y me da vida... Sí me vería repitiendo en el Barakaldo, pero la decisión no la debo tomar yo solo”