MIRANDÉS: Limones; Álex González (Min. 61, Carlos Julio), Sergio González, Odei, Franquesa; Malsa, Álvaro Rey (Min. 82, Mario Barco), Guridi, Antonio Sánchez (Min. 72, Marcos André), Merquelanz; y Matheus Aias.

REAL SOCIEDAD: Remiro; Zaldua, Elustondo, Le Normand, Monreal; Zubeldia, Merino, Januzaj, Odegaard (Min. 90, Guevara), Oyarzabal (Min. 78, Barrenetxea); y Willian José (Min. 66, Isak).

Goles: 0-1: Min. 41; Oyarzabal, de penalti.

Árbitro: José María Sánchez Martínez (Colegio Murciano). Amonestó a los locales Álex González, Álvaro Rey y Mario Barco; y a Monreal, Willian José, Januzaj y Zaldua, de la Real Sociedad.

Incidencias: Lleno en Anduva, donde se dieron cita más de mil seguidores de la Real Sociedad, para presenciar el encuentro de vuelta de las semifinales de Copa.

Bilbao - Los nervios del partido de ida, la presión que empequeñeció a los futbolistas de la Real Sociedad, superados por el ambiente y la responsabilidad de medirse a un equipo de Segunda División en un escenario como las semifinales de Copa, no asomaron en Anduva. Se quedaron en Donostia. El equipo txuri-urdin se hizo grande lejos de su estadio. No le hizo falta desplegar todo su potencial ofensivo, sin duda su mejor virtud, para dominar sin apuros el choque, ir desgastando poco a poco a su rival, un Mirandés al que le faltó demasiado si quiera para batir a Alex Remiro, y hacer valer su mayor nivel para plantarse en una final de Copa 32 años después. Las oportunidades malgastadas en las últimas temporadas en noches aciagas del torneo del K.O., que se cuentan por puñados en la historia reciente, bien lo compensan citas como las de ayer. No hubo milagro y la Real espera rival para la cita del próximo 18 de abril en el estadio de La Cartuja: Athletic o Granada.

Imanol Alguacial, el entrenador txuri-urdin, imaginó un partido de goles. Aseguró en la previa que a su equipo le harían falta al menos dos para alcanzar la final, pero le bastó con uno para lograr el objetivo. Este lo logró Mikel Oyarzabal a las puertas del descanso tras una más que inocente mano de Mickael Malsa dentro del área. El centrocampista francés, que se ganó los elogios del mundo del fútbol por su enorme actuación en los cuartos de final ante el Villarreal cometió un grosero error que le costó muy caro a su equipo. El Mirandés, eso sí, pese a la exhibición de buen juego que realizó hace tres semanas en el Reale Arena, no dio la sensación de estar capacitado para disputarle el pase a la final al conjunto donostiarra.

El tanto de Oyarzabal, que nació nueve años después de que la Real perdiera ante el Barcelona su última final, fue el de toda una generación, que podrá disfrutar por fin de lo que es ver a su equipo disputar una final. No pasará el partido ante el Mirandés a los anales de la historia por el juego desplegado por ambos conjuntos, ni mucho menos, pero seguro que guarda un lugar preferente entre los hitos del conjunto txuri-urdin. Una Real que se mostró superior en todas y cada una de las facetas del juego a un conjunto burgalés incapaz de enlazar tres pases seguidos en campo contrario y que lo confió todo al juego en largo y al balón parado. Matheus Aiás, todo un descubrimiento en esta Copa, en la que ha anotado seis goles, estuvo siempre demasiado solo ante los rocosos Elustondo y Le Normand, que ayer sí ofrecieron su mejor versión. Tampoco cuando Andoni Iraola dio entrada a un segundo y tercer delantero sufrió la Real.

Blindada su portería, el gol era una cuestión de tiempo para un equipo que en los seis encuentros anteriores había marcado nada menos que 23 tantos. Januzaj, de cabeza en el segundo palo, Willian José, con un disparo desde fuera del área que rechazó Limones, y de nuevo el belga, en esta ocasión con el pie, avisaron en la primera mitad, en la que el Mirandés, pese al ímpetu inicial y los tres córners que lanzó en los veinte minutos iniciales, se chocó una y otra vez ante la presión de su rival y el gran trabajo defensivo coral de la Real. Respetuoso por lo vivido en Donostia, Alguacil, inteligente, apostó por que su equipo jugara más directo que en otras ocasiones para evitar la presión de su rival y la apuesta le salió a pedir de boca.

un quiero y no puedo Por si fuera poco, ña mano de Malsa ahogó las opciones de los locales, aunque aún les restaba toda la segunda mitad para obrar el milagro. Pero lo suyo fue un quiero y no puedo. La esperada reacción a la vuelta de vestuarios no fue tal, hasta el punto de que fue la Real quien se volcó sobre la portería contraria en esos primeros minutos de la reanudación. Januzaj, en acción personal por banda derecha a punto estuvo de sentenciar la eliminatoria, pero su disparo lo repelió el larguero. Le costó reaccionar al equipo de Iraola, sin la chispa que sí demostró en las citas ante Villarreal o Sevilla, también en Copa, y al que solo un remate de Matheus Aiás de cabeza pudo meter en el partido, pero su testarazo fue demasiado flojo, sin problemas para un seguro Remiro.

El paso de los minutos acrecentó los nervios en el Mirandés, cada vez más impreciso, que continuó estrellándose en incontables ocasiones contra la zaga txuri-urdin. Sin apuros, con un fútbol menos vistoso de lo normal pero igual de efectivo, la Real Sociedad se ganó a pulso su pase a la final de Copa. ¿Habrá derbi en Sevilla?