LA pareja de técnicos formada por Quique Setién (Santander, 1958) y Eder Sarabia (Bilbao, 1981), una de las más reconocibles del fútbol estatal en los últimos años tras compartir banquillo en la Unión Deportiva Las Palmas (2015-17) y en el Betis (2017-19), aterrizó ayer en Can Barça para satisfacción y felicidad, entre otros, del mítico exdelantero del Athletic Manu Sarabia, amigo de Setién desde que ambos vieran unidos sus caminos como futbolistas en el extinto CD Logroñés a finales de los ochenta y padre de Eder, a quien inculcó desde pequeño un profundo sentimiento por el Athletic que perdura en el tiempo y que el bilbaino llevará consigo durante su recién iniciada aventura en el Camp Nou.

Cuestionado por lo acontecido en los últimos días, el padre del flamante segundo entrenador culé señala que "Eder estaba con nosotros en casa y vi cómo vivía las últimas horas previas al acuerdo con una ilusión y una pasión enorme, además de mucho nerviosismo, pero también con mucha confianza. Está dispuesto a dejarse el alma como siempre ha hecho allí donde ha estado y demostrar su capacidad y su valía". "Está cumpliendo parte de un sueño por el que ha luchado durante muchos años", subraya Manu Sarabia, quien admite que otra de las pasiones de Eder, la bicicleta, ha resultado de gran ayuda a su hijo durante los últimos meses para "liberar la mente y olvidarse en algunos momentos de la situación en la que estaba, porque su vida es el fútbol, lo que le gusta es entrenar y los que le conocemos en profundidad sabíamos que estaba fastidiado por no hacerlo".

"La bici le ha ayudado, la familia también y el destino a veces tiene sus paradojas, porque le ha llevado a esta situación, con la cual estamos encantados y muy orgullosos de él al estar seguros de que va a hacer un trabajo excepcional", añade el padre de Eder, a quien define como una persona "muy cariñosa, sensible, con mucha energía, un gran convencimiento en sus ideas y mucha pasión para todo". La apasionada manera con la que vive cada partido en el banquillo, reflejada en parte en las seis expulsiones y once tarjetas amarillas recibidas desde su debut en Primera, forma parte de la propia personalidad de un técnico que ansía "hacer mejores a los demás con ese afán de competir y hacer las cosas bien", tal como remarca su padre, quien no olvida la "malísima suerte" que tuvo Eder con las lesiones durante su corta trayectoria como futbolista, al tener que colgar las botas antes de cumplir los 24 años tras jugar en Tercera en equipos como el Arenas y el Leioa.

"Mi mujer y yo estuvimos muy preocupados por cómo podía afectarle aquel palo gordo de no poder cumplir su sueño, pero, afortunadamente, en un momento determinado, me dijo que había empezado a entrenar a unos niños del Cruces y que le había gustado mucho. Fue su primer contacto", recuerda Sarabia, quien vio años después cómo su hijo se enrolaba en el Danok Bat, en el Juvenil de Honor del Villarreal y en el filial amarillo para llegar a dirigir en la República Dominicana una de las escuelas del Real Madrid en 2014.

Uno de los motivos por los que el exjugador del Athletic se siente orgulloso de su hijo es por su lealtad hacia Quique Setién. "Eder siempre ha tenido claro y lo sigue teniendo que quiere ser primer entrenador, pero ha sabido entender que para entrenar no solo valen los conocimientos futbolísticos, la inteligencia y el saber leer los partidos, sino que también cuentan otros factores como la gestión de grupos y esa lealtad que tienes que tener con quien has empezado un proyecto y una profesión", reflexiona Manu, para quien supone una alegría "enorme" ver a su vástago de la mano de un amigo que "conoció a Eder cuando era un niño, le gustó como monitor en un campus que abrimos los dos, le siguió y cuando le ofreció ir con él a Las Palmas, lo primero que le dije a mi hijo fue que iba, por mi experiencia, con la persona más legal y leal con la que se iba a encontrar en el mundo del fútbol".

Sumamente feliz, así las cosas, se muestra Manu Sarabia, apenado aun así por Ernesto Valverde, con quien "tengo una buena relación, al igual que Quique, y me parece un entrenador impresionante, como también lo es lo que ha conseguido en el Barça ganando dos ligas en dos temporadas". "A partir de ahí, Quique tiene una filosofía de juego, un método de trabajo y por eso le ha fichado el Barça. Trabajarán con ese objetivo de que el público disfrute, no solo de ganar. Por eso están donde están", reivindica Sarabia.