BILBAO. La derrota frente al Leganés en el duelo de colistas y sobre todo el cómo se produjo ha precipitado la destitución de Pablo Machín como entrenador del Espanyol. El técnico soriano había sustituido el pasado 7 de octubre a David Gallego al mando del equipo perico y lo deja firmando los peores números en la historia del conjunto catalán: tan solo ha sumado cinco puntos en diez partidos disputados bajo su mando. Se da la circunstancia de que el equipo femenino del Espanyol también es colista de su Liga, la Primera Iberdrola, donde aún no conoce la victoria.

El hispano-argentino Juan Antonio Pizzi, sin equipo tras haber dirigido al San Lorenzo de Almagro argentino, suena como recambio al frente del conjunto catalán.

En poco más de un año, Pablo Machín ha pasado de ser uno de los técnicos más reputados del panorama futbolístico español a un hombre marcado por el fracaso. Machín logró el 4 de junio de 2017 el ascenso del Girona a Primera División por primera vez en su historia. En la temporada siguiente, el equipo albirrojo flirteó con los puestos europeos, aunque finalmente terminó en la décima posición. Todo un triunfo para un debutante en la máxima categoría.

Machín ganó fama de hombre metódico, con mano izquierda, y aprovechó la ola del éxito para dar un salto cualitativo en su carrera. El 28 de mayo de 2018 fichó por el Sevilla previo pago de su cláusula de rescisión, de un millón de euros, y apadrinado por su director deportivo, Joaquín Caparrós, quien se veía reflejado, según confesó, en el entrenador soriano: de origen humilde, capaz de haberse labrado una carrera con mucho esfuerzo y "con hambre" de triunfo. El hombre ideal para hacer olvidar el triste legado dejado por el Toto Berizzo. Pero la trayectoria de Machín en el club de Nervión fue efímera. El pasado 15 de marzo recibía la carta de despido tras una racha de malos resultados rematada por un acontecimiento inesperado: la eliminación del Sevilla en los octavos de final de la Europa League por el Slavia de Praga, contra pronóstico y por un gol en el último minuto de la prórroga.

Sin embargo el técnico soriano, de 44 años, mantenía su caché y parecía el hombre indicado para reconducir la deriva del Espanyol, que cuando cesó a David Gallego ocupaba la penúltima plaza de LaLiga Santander. Ahora ya es el último, consumada la derrota en Leganés con todo merecimiento.

"En el fútbol, en ocasiones, no es buen trabajo igual a resultados", escribió Machín ayer en su despedida del club a través de las redes sociales. Pero él sabe de sobra que el fútbol solo tiene un fin, que son los resultados, y solo a partir de esa premisa se abre el debate sobre los medios empleados.

Lo cierto es que el ya exentrenador del Espanyol recurrió hasta el escarnio público para hacer reaccionar a sus jugadores. Tras perder en la decimoquinta jornada ante Osasuna, que goleó (2-4) jugando 40 minutos con un futbolista menos, Machín dijo en la rueda de prensa posterior: "necesitamos tíos de verdad, no pipiolos".

El club albiazul, propiedad del chino Chen Yansheng, dispone de 12 millones para fichar en el mercado invernal a esos "tíos de verdad" que ayuden al equipo a evitar el descenso. No es mucho, pero es lo único que permite el corsé de su límite salarial.