BILBAO. Hablar de Polonia, en fútbol, es hablar de Robert Lewandowski. Y hablar de Robert Lewandowski es hablar de gol. El delantero del Bayern de Munich es el líder de la selección centroeuropea, su capitán y su referente. Acumula 61 dianas con la camiseta de su país y se ha convertido en estos últimos cursos en una de las estrellas de la Bundesliga. A sus 31 años, todo parece indicar que vivirá en San Mamés su última Eurocopa; pero esta temporada ya se está encargando de demostrar que, a pesar de su edad, está lejos de su declive. De hecho, Lewandowski está en el mejor momento de su carrera. Lleva 20 tantos en 27 partidos entre Liga de Campeones, Bundesliga, Copa y Supercopa de Alemania. Una racha goleadora que acredita su gran pico de forma. Así que el mejor delantero de Europa en estos momentos llegará a San Mamés con hambre. Con ganas de sangre. Sabe que sus números asustan y, por eso, promete acaparar todas las miradas el próximo 20 de junio, cuando España se medirá a Polonia (21.00 horas) en el segundo encuentro de la fase de grupos de la Eurocopa.

Sin embargo, si Lewandowski es el mayor desafío de Polonia sobre el césped, en las calles lo serán sus seguidores ultras. Si bien la Eurocopa de Francia 2016 fue un aviso del peligro de los aficionados más radicales, el pasado Mundial de Rusia fue la explosión de los hoolingans más violentos. De esta forma, la marea polaca más conflictiva amenaza con llegar a Bilbao de la mano de una ideología de ultraderecha que en las elecciones legislativas del pasado octubre reafirmó su poder en el gobierno del país de los zlotys. Todo respaldado por Ley y Justicia, el partido nacional católico que gobierna en Polonia desde 2015.

Con todo, Polonia se clasificó para esta Eurocopa con contundencia, tras quedar primera en una fase de clasificación en la que, eso sí, tuvo que medirse a rivales de un escalón inferior como Austria, Macedonia del Norte, Eslovenia, Israel y Letonia. Entonces, Lewandowski siguió a lo suyo, transformando cuatro dianas. Pero Luis Enrique sería necio si solo se fijara en la figura del capitán. Porque Polonia es más que su líder. Es un equipo de jóvenes fiables que aseguran la continuidad de un proyecto que solventó de forma brillante la clasificatoria.

Así, el combinado dirigido por Jerzy Brzeczek, que tomó las riendas tras el varapalo en el Mundial de Rusia -Polonia quedó apeada a las primeras de cambio-, tiene futbolistas seguros y con progresión en cada una de sus líneas. De esta forman, destaca el portero Wojciech Szczesny, que mandó a Gianluigi Buffon al banquillo en su regreso a la Juventus después de su viaje por el PSG; el exsevillista Grzegorz Krychowiak, que aporta experiencia en el centro del campo, Piotr Zielinski, que exhibe en el Nápoles una gran pegada; y las alternativas ofensivas muy solventes que proponen Krzysztof Piatek, del Milan, y Arkadiusz Milik, del Nápoles.