SEGURAMENTE, muchos de los que han seguido la etapa por televisión dirán que ha sido una jornada de transición; en que no ha habido batalla. Sin embargo, los que hayan visto la etapa desde la salida, sabrán que hemos estado 70 kilómetros rodando a tope, a un ritmo endiablado, hasta que por fin se ha hecho la fuga. Es la estrategia por la que está optando el Ineos. Controla y ata las fugas si hay alguien relativamente peligroso en la general. Una vez cumplen con ese objetivo, dejan una fuga y ellos llevan la carrera con su marcheta. En salidas rápidas como las de la etapa de Bagno di Romagna, llevar adelante esa estrategia de bloqueo es relativamente fácil. A sabiendas de esa táctica, coger una fuga, conociendo que las escapadas están teniendo éxito, supone una batalla tremenda. Eso provoca situaciones de tensión y de peligro que provocan caídas. Varios corredores han abandonado por ese motivo. Una vez consolidada la escapada, el ritmo ha sido cómodo hasta que en la última subida, los Trek, con Ciccone y Nibali, lo han intentado. El resto estamos a la espera de la etapa del Zoncolan. Por nuestra parte, ha abandonado Mäder. La caída del miércoles le ha pasado factura y no ha podido seguir el ritmo. Solo quedamos cinco en el equipo, pero la buena noticia es que tenemos a Caruso en la tercera plaza.