Alumbrado bajo el sol del Mediterráneo, en un paseo con palmeras, el decorado de todos los paseos marítimos que se saludan al mar, como si con las olas vinieran de serie las sombras de las palmeras, Mikel Aristi encontró la luz que le sombreó el gesto en 2020, el año maldito.Un mal recuerdo que el velocista de Bergara deseaba borrar en 2021. En Valencia, al ciclista del Euskaltel-Euskadi, le faltó un palmo, tal vez menos, para derrotar a Lorrenzo Manzin y sonreír sin disimulo.

Le rechinaron los dientes por la rabia que deja el casi, porque acarició la dicha completa que le arrebató el ciclista de las Islas Reunión."Cuando he cruzado la meta pensaba que había ganado", apuntó Mikel Aristi. Los jueces de la carrera tuvieron que revisar las imágenes del esprint durante varios minutos para otorgar el triunfo al ciclista galo. Manzin se coronó porcentímetros.

Aunque no venció, Aristi salió ganando en la primera carrera del curso. Las victorias de los vencidos. Aristi se reafirmó como un buen llegador cuando se sabe con confianza y en la carrera que estrenaba el calendario estatal, confirmó sus cualidades. Aristi fue el embajador del Euskaltel-Euskadi, que conquistó el premio al mejor equipo en la clásica valenciana, muy agitada hasta que el orden seimpuso para enfrentar el caos del esprint, una lucha en el límite.

Al límite

Al duelo de la velocidad, Aristi llegó perfectamente arropado y guiado por sus mosqueteros. Uno para todos y todos para uno. "Julen Irizar me ha ayudado mucho para llegar bien colocado al final y luegoha sido 'Chava' Angulo quien me ha llevado en los últimos metros. Le he dicho a Angulo que gastase toda la energía que tuviese y que yo lanzaría el esprint en cuanto él no pudiera más", explicó el velocista de Bergara tras la carrera.

Sobre el cable del funambulismo sonó la detonación y Aristi se codeó con la victoria hasta los estertores, pero le batió el galo Manzin en la repetición. De hecho, ambos izaron los puños en señal de triunfo."He sido el primero en lanzar el esprint y mi fallo ha sido dejar demasiado hueco a mi derecha. Una vez que he visto al rival a mi derecha no era momento de cerrarle así que no ha tocado más que apretar los dientes y seguir adelante", analizó Aristi, que no cerró del todo la puerta. Por ahí se coló el francés.

El ciclista de Bergara no tardó en mudar el gesto de la derrota en un triunfo interior porque después del árido 2020, ser segundo era una gran noticia. En la órbita de Aristi gravitaron Mikel Alonso, séptimo, y Juanjo Lobato, décimo. El Euskaltel-Euskadi enmarcó a tres ciclistas entre los diez primeros, un claro síntoma del inicio que demandaba Jorge Azanza, el director del equipo naranja, a su muchachada. "Saldremos a morder", explicó a DEIA antes del comienzo de la campaña ."Los siete han demostrado un gran nivel y han estado muy bien en los kilómetros finales", indicó Azanza.