De tan apiñadas que asoman las carreras, el nuevo calendario oficial del WolrdTour anunciado por la UCI (Unión Ciclista Internacional) necesitaría una ortodoncia. Ocurre que se impone la necesidad y el objetivo prioritario era tapar las caries, colocar un empaste urgente para morder algo de competición. Cuando está en juego la supervivencia, la estética puede esperar. Un curso sin competición sería terrorífico para el ciclismo, un deporte con tendencia al funambulismo. Se trataba, por tanto, de mitigar el quebranto, así que la sonrisa amplia, con todas las piezas en su sitio, deberá esperar a 2021 para que luzca. Presionada al extremo la viabilidad del curso por la evolución de la pandemia del coronavirus, la competición ciclista del máximo nivel quedará reducida a apenas tres meses y la llevada. Agosto, septiembre, octubre y una pizca de noviembre concentrarán la campaña.

Sin margen para la maniobra en el annus horribilis del ciclismo, el almanaque queda apelmazado y apelotonado en todos los cuadrantes salvo los que ocupa el Tour de Francia (del 29 de agosto al 20 de septiembre), la carrera intocable y sobre la que ha gravitado el resto de pruebas, también el Giro de Italia y la Vuelta a España, que colisionarán en un tercio de sus fechas, una situación inimaginable y que atenta a la lógica. La Corsa rosa, fijada entre el 3 y el 25 de octubre, y la ronda española, que arrancará el 20 de octubre en Irun para concluir el 8 de noviembre en Madrid, competirán entre sí en un escenario inaudito y que debilita a ambas carreras, si bien Javier Guillén, director de la Vuelta, mostró su satisfacción por disponer de fechas. “Tenemos que tratar de hacer de la necesidad una virtud y aprovechar las oportunidades que nos brinda este nuevo paradigma. Gozamos de una gran posición en el calendario y esperamos poder contar con una participación de excepción”, aseguró Guillén, que considera que la Vuelta puede salir beneficiada por su distancia con el Tour.

La Vuelta, la más tardía que se ha disputado jamás, se enfrenta al Giro durante seis etapas. El ocaso de la Corsa rosa y confluirá con el amanecer de la ronda española, reducida a 18 días de competición. La Vuelta elevará el mentón con la etapa entre Irun y el Santuario de Arrate (Eibar) después de que la salida prevista en los Países Bajos se cayera del escenario manejado por la Vuelta antes de la irrupción de la pandemia. No será el del recorte de jornadas y el encontronazo con el Giro el único escollo que tendrá que gestionar la organización de la Vuelta. En las fechas designadas para la carrera española también están rotulados dos de los cinco Monumentos del ciclismo, que evidentemente no interfieren en el Tour. Nadie es capaz de sostener la mirada al gigante francés.

La París-Roubaix tomará asiento el 25 de octubre, con lo que El infierno del norte lanzará sus adoquines contra una de las etapas iniciales de la Vuelta y se topará con la jornada final del Giro. El Giro de Lombardía, por su parte, también se solapará con la ronda española. La Clásica de las hojas muertas se disputará el 31 de octubre. Además de esos problemas de agenda, la organización de la carrera española deberá afrontar el reto de la meteorología, una cuestión no precisamente menor en una cita que tricotará el norte en pleno otoño y con las horas de luz en clara mengua. Será una Vuelta en frío, lejos del diseño inaugural de la carrera, entre agosto y septiembre. A pesar de ello, desde la Vuelta consideran que su situación en el calendario, a un mes del final del Tour, puede convertirla en un imán para los que no hayan triunfado en la carrera francesa. Doblar el Tour y Vuelta es factible, pero el que elija el Giro descartará el Tour porque ambas carreras quedan muy próximas.

El calendario dará el banderazo de salida con la Strade Bianche el 1 de agosto. Una semana más tarde tomará el testigo la Milán San Remo, que tiene cita el ocho de agosto. Entre medias se disputará el Tour de Polonia, antes de enlazar con el Dauphiné, que servirá como ensayo general del Tour de Francia entre el 12 y el 16 de agosto. A finales de agosto surgirá la majestuosa figura del Tour de Francia, con fechas reservadas desde semanas atrás entre el 29 de agosto y el 20 de septiembre. La Tirreno-Adriático se celebrará en paralelo a la Grande Boucle, entre el 7 y el 14 de septiembre. En octubre la Lieja-Bastoña-Lieja ocupará el día 4 y la Amsteld Gold Race queda fijada para el día 10. El 18 de octubre se abrirá paso el Tour de Flandes. El calendario tendrá validez siempre que el coronavirus lo permita. De momento, el covid-19 ha devorada a la Itzulia y Clásica de San Sebastián, la Volta a Catalunya, Tour de Romandía y Tour de Suiza, todas suspendidas en 2020 y aplazadas a 2021.