EN el Museo del Louvre, en París, a un palmo de los Campos Elíseos, donde concluye el Tour de Francia, cuelga la sonrisa más famosa del mundo. Pertenece a Mona Lisa, el cuadro que pintó Leonardo Da Vinci y que encierra uno de los mayores misterios pictóricos conocidos. La sonrisa de La Gioconda es tan enigmática que nadie sabe si Mona Lisa sonríe de felicidad, si lo que expresa es ironía o si trata de un enfado tan contenido que parece una mueca de resignación. Resolver el significado de la sonrisa de Mona Lisa ha dado para no pocos estudios y exámenes de expertos. En 2005, un grupo de investigadores holandeses empleó un software de reconocimiento de emociones para determinar que su expresión era un 83% feliz, un 9% disgustada, un 6% temerosa y un 2% enojada. Otra investigación más reciente sugiere que son las emociones de quién observa -uno de los dos ojos es el que manda- el cuadro el que define el sentido de la sonrisa. El estado de ánimo altera nuestra percepción. Mona Lisa es el espejo de nosotros mismo. ¿Y el Tour?

El Tour de Francia que se yergue en Bruselas contiene un enigma mayor que el de la sonrisa que trazó Da Vinci. ¿Quién sonreirá en París? El misterio adquiere, si cabe, mayor rango en la presente edición. Se enfatiza por el desorden causado por la baja de Froome, máximo favorito de la carrera -cuatro veces campeón- y la no menos impactante renuncia de Tom Dumoulin, segundo en la Grande Boucle de 2018. La ausencia de dos de los principales referentes de la competición abre el campo de actuación para otros contendientes, a los que sombreaban dos gigantes como el británico y el holandés. El Tour, huérfano de Froome, se ventila y abre la ventana para que en él puedan hacer pie otros protagonistas en el podio de una carrera que adquiere un rango distinto, desconocido.

La nómina de candidatos es extensa, nada que ver con la era Froome, cuando las opciones del resto repuntaban en la medida en la que el británico sufriera algún incidente de carrera. De hecho, el triunfo de Vincenzo Nibali en 2014 posee esa pátina. La derrota del británico en 2018, superado por su compañero Geraint Thomas y Tom Dumoulin, se ha de circunscribir, principalmente, a su brutal desgaste en el Giro, que conquistó, y a la no menos energía invertida en el proceso legal para defenderse del positivo de la Vuelta de 2017. Esos frentes relativizaron el peso del británico en la carrera francesa. El resto de años Froome fue el Tour.

Ahora, la carrera francesa es campo abierto, aunque no se debe opacar el brillo que aún perdura en el Ineos, el equipo más poderoso. En su seno, Geraint Thomas, campeón en curso, y Egan Bernal se postulan como dos candidatos nítidos para condecorarse en la Grande Boucle. El galés llega tras salvar su presencia. Se cayó en el Tour de Suiza, que tuvo que abandonar. Su temporada ha sido discreta, aunque Thomas reconoce que llega bien a la gran cita. Sin Froome, él será el líder del Ineos con permiso del exuberante Egan Bernal, vencedor del Tour de Suiza y de la París Niza. El colombiano es, para muchos, el hombre fuerte de la escuadra británica. La carrera elegirá al rey de la formación. El Ineos es la fortaleza a derribar. No será sencillo para nadie asaltar un equipo formidable, que domina el Tour desde 2012. Suyas son seis de las siete últimas victorias.

Astillar al Ineos es el modo en el que otros candidatos puedan tener opciones. El Movistar presentará a la dupla compuesta por Mikel Landa y Nairo Quintana. Ambos pretenden el Tour. Antes, deberán resolver las cuitas internas para saber quién manda. Valverde acudirá como soporte de ambos. En un Tour que promueve un recorrido para escaladores, escaso de contrarreloj, coge altura la candidatura de Jakob Fuglsang por su solidez en todos los terrenos. El líder del Astana está completando su mejor temporada de siempre, con victorias de prestigio, como el Dauphiné. Vincenzo Nibali (Bahrain), segundo en el Giro y vencedor del Tour de 2014, es otro corredor a tener en cuenta por su experiencia y manejo en las grandes. En el ovillo de favoritos, los franceses Romain Bardet (Ag2r) y Thibaut Pinot (Groupama) se encuentran ante una situación que les beneficia por el trazado. Ahora o nunca. En ese grupo, donde se eleva la presión, entran Richie Porte (Trek), eterno opositor al trono pero inconsistente, Rigoberto Urán (Education First), segundo en 2017, Adam Yates (Mitchelton), Dan Martin (Emirates) o Enric Mas (Deceuninck), en su primera toma de contacto, todos ellos dispuestos a resolver el dilema de una carrera que se correrá a tientas, descubriéndola pulgada a pulgada. Como la sonrisa de Mona Lisa.