la hora de confeccionar la plantilla de este año, el regreso de Alberto Cabrera (Santa Cruz de Tenerife, 1998) era una de las prioridades del Zornotza. Y para el tinerfeño volver a Amorebieta era su primera opción. Dos partes condenadas a entenderse. Así, las negociaciones fueron sencillas y por segundo año consecutivo, el Iberostar Tenerife decidió dejar al base en un ecosistema propicio para desarrollar su talento. Ya la temporada pasada dejó muestras de su talento, pero este curso ha llegado la explosión. Cabrera es una de las piezas importantes del conjunto zornotzarra, que ha arrancado su nueva andadura con buenas sensaciones y con tres victorias y una derrota que le colocan en la parte alta de la LEB Plata. Mañana sábado, los zornotzarras viajarán a la cancha del Aquimisa Carbajosa para continuar con la racha.

Cabrera es uno de los talentos precoces salidos de la cantera del Iberostar Tenerife. En su día fue el jugador más joven del club en debutar en la ACB al hacerlo con tan solo 16 años, 3 meses y 20 días. Fueron sus primeros pasos en el baloncesto profesional y años después, para continuar fogueándose, el club decidió cederlo y Zornotza fue su destino elegido. El tinerfeño es consciente de su situación y de que cualquier día puede sonar el teléfono desde casa, pero ahora mismo tiene toda su atención puesta en el equipo de Amorebieta. "Nunca pienso en si voy a volver, siempre estoy enfocado en el equipo en el que estoy ahora mismo, que es el Zornotza. Sí que sigo al Tenerife y veo todos sus partidos, pero estoy enfocado en el Zornotza, esa es mi principal preocupación", comenta. Cabrera no solo demuestra esto con palabras, también con hechos y en el arranque de la temporada promedia 11 puntos y casi 17 créditos de valoración por partido.

El base canario está en un buen momento. Las cosas le salen y en su segunda temporada en la entidad vizcaina está mucho más asentado. "Estoy muy contento con el club, si no, no hubiera vuelto. Sabía a lo que venía este año, que tenía que asumir un poco más de responsabilidad y el entrenador me está dando las pautas y el derecho para poder hacerlo", cuenta. Una de las diferencias con respecto al curso pasado y clave en su mejoría es haber realizado la pretemporada al completo, algo que el año pasado no pudo hacer: "Tengo esa confianza que no tenía el año pasado porque llegué tarde. La temporada pasada me sentía muy arropado por los compañeros, pero esta al estar desde el principio me da más seguridad y me siento aún más integrado en el equipo".

La adaptación de Cabrera no es solo en la cancha, también fuera de ella. Su experiencia en Zornotza fue la primera fuera de casa y llegó a Amorebieta "casi sin saber hacerme un sándwich", apunta entre risas. Ahora, está plenamente integrado en la localidad aunque reconoce que los primeros meses no fueron fáciles: "Al principio fue muy complicado porque soy una persona muy familiar y cercana y no tener cerca de mis padres o a mis amigos me supuso algún contratiempo. Pero me acostumbré, hice nuevos amigos y aprendí a vivir más solo. Este año estoy mucho mejor con respecto a saber llevar mejor las cosas". En esa comodidad también tiene gran parte de culpa la localidad de Amorebieta, que desde el primer día arropó a Cabrera "en cualquier momento", comenta aunque, como buen canario, bromea con una pequeña queja sobre la zona: "Allí no miraba por la ventana porque sabía que iba a hacer calor y aquí no lo hago porque sé que va a llover".

El tinerfeño está encantado en Amorebieta y solo piensa en ganar partidos con el Zornotza. Sin embargo, no niega que uno de sus sueños es formar parte de la plantilla del Iberostar Tenerife. "El primer objetivo va a ser siempre jugar en el equipo de mi casa y es un sueño representar a la isla en la ACB. Debutar con el equipo de mi tierra ya fue increíble y ser parte de ese primer equipo tiene que ser algo bestial", afirma. Mientras aspira a cumplir ese reto, continua dando pequeños pasos en el conjunto zornotzarra, donde se ha convertido en una pieza importante en un escenario hecho a medida.

El tinerfeño debutó en la ACB con 16 años y ahora trabaja para algún día cumplir el sueño de volver a la máxima categoría