N el amanecer de 2018, el Joventut era una institución deportiva al borde del derribo. Su situación era desesperada en lo deportivo -colista a diez jornadas de la conclusión de la temporada regular-, pero sobre todo en lo económico y en lo institucional. Hasta tal punto llegaba la zozobra de una entidad con casi 90 años de historia, cuna de muchos de los mejores jugadores estatales y poseedora de un palmarés envidiable que incluía el título de campeón de Europa de 1994 como mascarón de proa de su imponente salón de trofeos, que en marzo de aquel año su consejo de administración convocó una asamblea extraordinaria para plantear su disolución por la falta de liquidez que le impedía hacer frente a su deuda y a sus compromisos contractuales. Finalmente, la sangre no llegó al río. La Penya se mantuvo en la ACB con una increíble racha de victorias en el tramo final del curso con Carles Duran, despedido por el Bilbao Basket meses antes, en el banquillo -finalmente fueron los hombres de negro los que acabaron en la LEB Oro- y las arcas del club encontraron oxígeno de la mano de Grifols, empresa del sector farmacéutico que cubrió los 3,7 millones de euros de la ampliación de capital a través de la firma holandesa Scranton.

Dos años y medio después de esa salvación sobre la bocina, no se puede decir que el conjunto verdinegro viva en la opulencia, pero sí que ha accedido a un horizonte mucho más desahogado. Los apuros clasificatorios han dado paso a un billete para disputar la actual Eurocup, mientras que el pasado verano el club catalán fue capaz de acometer diversos refuerzos que hablan bien a las claras de su nuevo presente. A Badalona llegaron el base Ferrán Bassas, del Burgos, el prometedor ala-pívot Vladimir Brodziansky, tras el pago de su cláusula de salida al Obradoiro, y, sobre todo, dos jugadores de calibre Euroliga procedentes del Barcelona: Ante Tomic y Pau Ribas. El caso del escolta era entendible, pues suponía el regreso a casa a sus 33 años de un jugador que salió de la Penya en 2009 para completar una trayectoria más que notable con las camisetas de Baskonia, Valencia Basket y Barça, pero lo del pívot croata fue toda una campanada. Su salida del club azulgrana llamó la atención al ser el capitán, el extranjero con más partidos disputados y haber demostrado que aún le quedaba gasolina en el depósito para recalar en algún otro conjunto de la Euroliga, pero el Joventut supo aprovechar el deseo del jugador y de su familia de permanecer en Catalunya y le convenció con un contrato por dos temporadas y una tercera opcional.

Por el momento, la apuesta ha resultado satisfactoria para ambas partes. El Joventut ha arrancado la Liga Endesa con un balance de tres victorias y una derrota (contra el Real Madrid), mientras que en la Eurocup ha ganado los dos duelos que ha disputado. En la competición doméstica, el pívot es el máximo anotador (13,3), reboteador (6,3) y líder de valoración (16,3) del equipo jugando algo más de 22 minutos de media, mientras que en Europa es el escolta quien brilla con unos fantásticos 17 puntos y siete asistencias por duelo, líder del equipo en ambos epígrafes, en casi 30 minutos de presencia en cancha, demostrando que el club apostaba sobre seguro al reclutarles en verano.