ARA que la Liga Endesa pudiera reanudarse con la fase final de la que saldrá el campeón del curso 2019-20, la organización ha tenido que diseñar un protocolo sanitario estricto que da forma a una burbuja que tiene a sus doce equipos totalmente aislados del entorno en Valencia. Con la Fuente de San Luis, donde se disputan los encuentros, y L’Alquería, el lugar que alberga los entrenamientos, como epicentros de actividad y cuatro hoteles, tres para los equipos y uno para la organización, como centros de operaciones, las escuadras participantes llevan desde el pasado 11 de junio siguiendo a pies juntillas una normativa que tiene como objetivo evitar contagios y, en caso de que se produzcan, poder detectarlos y aislarlos con celeridad.

La expedición del Bilbao Basket, encabezada por Pedja Savovic, director general, y Rafa Pueyo, director deportivo, llegó a Valencia ese jueves 11 de junio y se aloja junto al Barça, Tenerife y Baskonia en el hotel Primus, habilitado exclusivamente para esta fase final y ubicado junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias y a menos de tres kilómetros del pabellón. La quinta planta está reservada para los hombres de negro. Cada componente de la expedición cuenta con una habituación individual -se desinfectan a diario-, algo no habitual en las concentraciones, y los jugadores tienen otra común donde se reúnen para jugar a las cartas, para las partidas de Fortnite o FIFA o simplemente charlar. Nada más llegar a Valencia, todos fueron sometidos a una PCR y pruebas serológicas, el domingo día 14 llegó la segunda tanda y el pasado miércoles, tras el duelo contra el Baskonia, tuvo lugar la tercera. Y habrá una cuarta los próximos días.

El protocolo sanitario es tan estricto que en los primeros días ni siquiera podían tener contacto con el resto de equipos alojados en su mismo hotel, algo que cambió cuando los resultados de la segunda tanda de pruebas dieron negativo. De hecho, durante los primeros días, como cuando celebraron el cumpleaños de Álex Mumbrú con una tarta, ni siquiera podían servirse ellos mismos la comida en el bufé libre, sino que de ello se encargaba personal ataviado con guantes, viseras de protección y batas especiales. Desde esta semana cada uno puede ir a por su comida, siempre con la mascarilla puesta y utilizando los cucharones y pinzas de su equipo.

Dentro del hotel, cada equipo dispone de una sala de uso exclusivo para sus reuniones y sesiones de vídeo y hay otra compartida desde la cual los jugadores de las cuatro escuadras realizan las ruedas de prensa vía Zoom y a la que accede también personal de la ACB. Además, en la antesala del comedor existe una zona lúdica para pasar un rato jugando al futbolín, al tenis de mesa o a los dardos y la planta baja del hotel cuenta con un área de esparcimiento con mesas para cada equipo con máquina de café, una zona ajardinada para estirar las piernas y una piscina, que los hombres de negro no pueden utilizar por normativa interna. Si algún miembro de la expedición necesita algo del exterior, algún producto o solucionar cualquier trámite o papeleo, hay una persona de la organización encargada de ello.

Y es que cualquier contacto o visita del exterior está prohibida. De hecho, solo se puede interactuar con personal acreditado y existen dos niveles: verde, el que tienen los expedicionarios de cada equipo, y azul, el que lucen por ejemplo los responsables de las retransmisiones de Movistar. Con estos últimos es obligatorio aumentar la distancia de seguridad. La organización ha habilitado zonas seguras fuera de los hoteles, como el Oceanográfico, al que los hombres de negro no pudieron ir, el Mirador del Ateneo Mercantil, donde sí acudieron, y un par de restaurantes. En una de sus primeras noches en Valencia, el Bilbao Basket organizó una cena en uno de ellos para hacer grupo. Sea al pabellón, a entrenar o a alguno de estos enclaves, los desplazamientos hay que hacerlos en el autobús del equipo, con recogida y entrega en la misma puerta. Si, por ejemplo, un jugador quiere quedarse más que sus compañeros para hacer tiro o darse un masaje, no puede volver al hotel paseando o en taxi; el autobús o un coche de la organización debe encargarse de su traslado.

Tanto en la Fuente de San Luis como en L’Alquería hay que pasar por un control de acceso al que se llega a través de una zona vallada. Cada uno debe llevar su acreditación para que su identidad sea comprobada, bajarse la mascarilla para pasar por una cámara de temperatura y aplicarse gel desinfectante. La mascarilla es obligatoria hasta llegar a la pista y una vez en ella solo jugadores y técnicos pueden quitársela, tanto en partidos como en entrenamientos. La desinfección de instalaciones, vestuarios, banquillos, balones y aros es constante. Tras los encuentros, los jugadores pueden ducharse en el pabellón, pero no después de los entrenamientos y toca esperar a llegar al hotel.

Además de albergar las sesiones de trabajo -cada equipo cuenta con su publicidad estática para sus anunciantes y su propio fondo de sala de prensa para entrevistas-, L’Alquería también ha habilitado una enorme zona de recuperación para los jugadores. En ella hay desde una cámara hiperbárica -Arnoldas Kulboka ha sido uno de los que la ha utilizado- hasta zonas de crioterapia con aire y presoterapia pasando por camillas de masaje, bañeras con hielo, zonas para hacer estiramientos, pistolas masajeadoras... También existen diversos especialistas médicos al servicio de los equipos, incluso un dentista si hiciera falta, para tratar cualquier tipo de lesión, someter a los jugadores a radiografías o incluso trasladar al hotel cualquier medicamento que fuera necesario, lo que sea para que nadie salga de la burbuja de seguridad.

Durante su estancia en Valencia, la expedición de los ‘hombres de negro’ ha sido sometida ya a tres PCR y dos pruebas serológicas

En L’Alquería se ha habilitado una amplia zona de recuperación para los jugadores que cuenta incluso con una cámara hiperbárica