A NBA y la Asociación de Jugadores dieron el viernes pasado las últimas pinceladas al acuerdo que hará posible la reanudación de la liga estadounidense a partir del 31 de julio con un formato de 22 equipos en liza. Ambas partes reconocieron que aún quedan "pequeños detalles por negociar" dentro de la hoja de ruta que debe perfilar el camino sobre el que se va a transitar durante los próximos meses y hay uno que no es en absoluto baladí: la fecha de arranque de la temporada 2020-21. Durante las últimas semanas se apuntó hacia la posibilidad de que el próximo curso arrancara el 25 de diciembre, día de Navidad y jornada en la que la NBA suele programar varios de sus encuentros de máxima rivalidad, pero el comisionado Adam Silver y sus más estrechos colaboradores han anunciado su intención de arrancar el ejercicio el 1 de diciembre, algo que no ha gustado a los jugadores porque acorta aún más el periodo de descanso entre campañas.

La propia directora ejecutiva de la Asociación de Jugadores, Michelle Roberts, reconoció sobre la fecha que "me quedé sorprendida al verla". Las negociaciones entre ambas partes para llegar a un acuerdo de consenso no solo afectarán a la NBA, sino a todo el baloncesto mundial pues en el horizonte, en el verano de 2021, asoman los Juegos Olímpicos de Tokio y las estrecheces del calendario pueden provocar que los profesionales de la liga estadounidense no puedan acudir a este evento, cuyo arranque está programado para el 23 de julio.

Desde que la pandemia del covid-19 obligó a cancelar o retrasar infinidad de competiciones deportivas, quedó claro que iba a ser casi imposible que todas pudieran celebrarse en los formatos y condiciones deseadas. No hay fechas para todo. Para dar carpetazo al actual curso, la NBA retomará su actividad el 31 de julio en Orlando y el hipotético séptimo partido de las finales tendría lugar el 12 de octubre. De cara a la campaña siguiente, su intención es que los entrenamientos oficiales comiencen el 10 de noviembre -la mayoría de los equipos acabarán de competir a mediados de septiembre, pero los finalistas no tendrían ni un mes de descanso- y la competición se inaugure el 1 de diciembre. Su argumentación radica en que adelantar a esa fecha el inicio del próximo ejercicio facilitaría la presencia de las grandes estrellas, estadounidenses e internacionales, en los Juegos Olímpicos, haría posible que el tramo final de los play-offs, el draft y la agencia libre, eventos estos dos últimos que también generan gran atención mediática, no se solapen con el arranque de la NFL, y también recuperar las fechas habituales de cara a la temporada 2021-22.

Reducir partidos o descansos

Pero el asunto de los Juegos Olímpicos, y de los torneos clasificatorios sería peliagudo incluso en el caso de que los jugadores acabaran cediendo, algo que atendiendo a lo dicho por su asociación es "improbable". La última campaña con formato normal disputada por la NBA, la 2018-19, comenzó el 16 de octubre y finalizó el 13 de junio, lo cual quiere decir que si el próximo curso arrancara finalmente el 1 de diciembre, finalizaría a finales de julio, solapándose incluso con los Juegos de Tokio, a no ser que se retoquen aspectos estratégicos de la configuración del calendario. No parece factible que la NBA acepte rebajar los 82 partidos de temporada regular o el número de duelos de las eliminatorias por el anillo por segundo ejercicio seguido porque eso tendría incidencia directa en las ganancias. Tampoco que los jugadores accedan a comprimir el calendario tras haber logrado en los últimos años aligerarlo para ganar días de descanso. El lío está servido y ninguna solución contentará a todos.

Este curso se puede alargar hasta el 12 de octubre, la liga quiere adelantar el inicio del próximo al 1 de diciembre y los jugadores no lo ven claro