Bilbao - Con el Bilbao Basket contra las cuerdas tras perder el pasado domingo en Miribilla el factor cancha, el partido de ayer en Palencia, el tercero de la serie, fue ganando temperatura poco a poco. Pegaban primero los de Carles Marco, respondían los de Álex Mumbrú; amagaban con poner pies en polvorosa los visitantes, se aferraban al duelo los anfitriones... Y así, con ambos bandos mezclando aciertos y errores, el choque llegó a lo que muchos preveían atendiendo a las líneas maestras de la competición y al ADN guerrillero de ambos contendientes: un final agónico, no apto para temblorosos. ¿Y quién fue el que en esos dos minutos finales, con todo por decidir, cogió la contienda por los cuernos y la manejó a su antojo? Pues quién iba a ser. Javi Salgado. El eterno. El capitán de la nave. El timón. En esos momentos en los que los hombres de negro defendían rentas exiguas y Steve Vasturia y Calvin Hermanson amenazaban con abordaje a triplazo limpio, el de Santutxu puso el aplomo y la cordura que faltó a varios de sus compañeros y permitió que el triunfo no se les escurriera entre los dedos a los de Mumbrú. En esos dos minutos finales, el base vizcaino metió los cinco tiros libres de los que dispuso y, sobre todo, enchufó un colosal triple que colocó a 33 segundos del final un 77-83 que ya no tuvo vuelta atrás. Genio y figura. El Javi Salgado de siempre.

En esos 120 segundos que parecieron eternos, ningún hombre de negro más anotó, pero sí que muchos tuvieron que trabajar con anterioridad a destajo en un encuentro tenso y disputado, jugado de poder a poder. Desde los compases finales del acto inaugural, los visitantes casi siempre llevaron el control del marcador. Amenazaron con romperlo en el segundo cuarto (27-37), pero el Palencia no se vino abajo y entre sus propios aciertos y algunos errores clamorosos de su rival llegó incluso a gozar de pequeñas rentas en el cuarto final. Pero en los momentos de mayor temperatura, el conjunto vizcaino tuvo el acierto de cara. Dos triples de Jaylon Brown y Osvaldas Matulionis, este a tabla y casi sobre la bocina de posesión, abortaron el intento de rebelión de Aitor Zubizarreta desde la línea de 6,75 (tres dianas en apenas cinco minutos) para fabricar un interesante 74-79. A 2:05 del final, los locales protestaron airadamente un posible campo atrás, Marco se llevó una técnica y el duelo amagó con entrar en una fase caótica, pero ahí estuvo Salgado para enfriarlo, ponerlo a buen recaudo, empaquetarlo y ponerle lazo. Suya fue la guinda, pero el trabajo de los Kevin Larsen, Iván Cruz o Edu Martínez, los tres anotando en dobles figuras y siendo referentes en diversas fases del partido, había sido anteriormente igual de fundamental.

Variaciones de inicio Mumbrú decidió arrancar la contienda con tres cambios en su acostumbrado quinteto inicial (Salgado, Cruz y Lammers en lugar de Schreiner, Demetrio y Larsen), pero fueron los anfitriones los que comparecieron con mejores constantes vitales. El Palencia quiso darle ritmo al encuentro, dominó las distancias cortas de la mano de Rokas Gustys y suyas fueron las primeras ventajas ante un Bilbao Basket que no estaba nada cómodo. A los visitantes les costaba encontrar situaciones favorables para anotar -tardaron casi seis minutos en meter su primera canasta de dos puntos- y, además, Ben Lammers cometió dos faltas muy pronto, pero la situación se equilibró en cuanto ambos banquillos empezaron a registrar tráfico. La entrada de Larsen en pista fue como un faro en la oscuridad para los hombres de negro. El danés comenzó a percutir con acierto en la pintura, liberó espacios en la línea de 6,75 y el duelo cambió radicalmente. Las bombas lejanas de Leonardo Demetrio, Matulionis y Edu Martínez pudieron servir para abrir hueco, pero los de Marco encontraron en los tiros libres -demasiadas faltas por parte de la retaguardia bilbaina- un buen pilar en el que sostenerse y el acto inaugural se cerró con 21-22. Con Larsen absolutamente imperial y anotando prácticamente todo balón que tocaban sus manos, el Bilbao Basket fue poco a poco haciendo camino. El Palencia tuvo que parar el partido cuando solo se habían jugado tres minutos de segundo cuarto (24-31), pero los visitantes, con Thomas Schreiner entonadísimo tanto a la hora de dirigir como a la de finalizar, dibujaron un interesantísimo 27-37 a cinco minutos del descanso. Sin embargo, no fueron capaces de dar continuidad a su estado de inspiración. El viaje del austriaco a vestuarios para recuperar oxígeno sacó a los de Mumbrú de su momento de inspiración y el Palencia, de la mano de Vasturia y Hermanson, amenazó con el sorpasso (37-39, parcial de 10-2), circunstancia abortada por dos triples seguidos de Edu Martínez.

Intercambio de golpes Los de Marco no se amilanaron y alcanzaron el ecuador de la contienda con un 41-46 que dejaba absolutamente todo abierto para la segunda parte. El 8 de 14 en tiros de tres puntos (57,1%) era música para los oídos de los hombres de negro, pero también un porcentaje muy complicado de mantener, por lo que urgía diversificar recursos. El principal fue en la reanudación explotar las penetraciones de Brown, pero el plan no salió demasiado bien. El estadounidense forzó en exceso alguna situación, se dejó por el camino un par de tiros libres, Demetrio erró también un mate y el Palencia, pasito a pasito, no encontró demasiada oposición a la hora de darle la vuelta al marcador (50-48). Los visitantes tardaron casi seis minutos en meter su primera canasta en juego ante las variantes defensivas del rival (de individual a zona), pero Cruz fue en esos complicados compases el encargado de dar la cara. El 57-59 a diez minutos del final después de que Tomeu Rigo fallara una bandeja solo justo antes de la bocina del tercer cuarto auguraba emociones fuertes. Y así fue. Triple de Hermanson respondido por Brown; otros dos de Zubizarreta neutralizados por Cruz y Edu Martínez; dos más uno de Vasturia, canasta de Lammers... Mucha acción pero todo seguía igual a tres minutos del final: 74-76. Brown, con otro puñal de 6,75, dio aire a los suyos, pero con la taquicardia disparada y errores gruesos por parte de ambos bandos hacía falta alguien que aportara mesura, aplomo y, sobre todo, nervios de acero. Y ahí surgió la figura de Javi Salgado. ¿Quién si no?