EL Real Betis ha firmado una temporada histórica en la LEB Oro, que ha dominado con gran autoridad hasta lograr el ascenso para el que estaba predestinado. Pero, probablemente, tiene mucho más mérito lo que ha conseguido el Real Canoe Natación Club, que a su manera también ha hecho historia. El equipo madrileño, uno de los apéndices deportivos de un club con mucha solera y arraigo en la ciudad, llegará mañana al Bilbao Arena de Miribilla salvado matemáticamente con dos partidos aún por disputar. Nadie habría pronosticado esta hazaña cuando empezó la competición, pero tampoco nadie pensó que iba a lograr el ascenso hace un año y lo consiguió partiendo desde la novena posición en el play-off de la LEB Plata, o sea con todo en contra, para ascender desde EBA a LEB Oro de manera consecutiva.

El baloncesto en el Canoe se inició en 1941, lo que le convierte en el segundo club más antiguo de Madrid, y durante algunos años tuvo un convenio con el Real Madrid. Sin embargo, desde antes de empezar este siglo va por libre. El club, que siempre ha sido más conocido por su sección de natación y sus logros en los deportes de agua, solo dispone de una cancha de baloncesto, que deben compartir sus doce equipos y su escuela infantil. Durante muchos años los hombres tuvieron un papel secundario, ya que fueron las mujeres las que lograron éxitos para el Canoe, que llegó a ser campeón de la Primera División femenina a mediados de los 80 y ahora milita en la Liga Femenina-2. En su plantilla, como en la masculina, también hay una jugadora vizcaina: Gracia Alonso de Armiño.

No era una locura que el Canoe, que en 2014 estaba en Primera Nacional, partiera en verano como víctima propiciatoria en una LEB Oro que había subido su nivel. Al fin y al cabo, todos los veían como un conjunto modesto y sin recorrido en el baloncesto profesional metido entre clubes con pasado en la ACB y con muchas más posibilidades económicas. Solo el Araberri tenía menos presupuesto que el Canoe, que además tenía en su banquillo a Miguel Ángel Aranzábal, que se estrenaba en la categoría con 65 años y tras casi tres décadas en el club haciendo casi de todo.

En estos meses, el baloncesto ha tomado una dimensión grande en el Pez Volador y ha generado una exigencia que, sin embargo, no ha atropellado al Canoe. Los amarillos se tomaron sus limitaciones y la ilusión del debut como su gasolina anímica y desde las primeras jornadas avisaron de sus intenciones. Aranzábal, que se reconoce admirador de Aíto García Reneses y Dean Smith, ha logrado sacar todo el rendimiento a una plantilla corta, aunque con talento en algunas posiciones. “El talento se tiene, pero el esfuerzo y las ganas de mejorar es lo que marca las diferencias”, dice el entrenador del Canoe. Así, el equipo se ha hecho fuerte en su cancha, un recinto que remite a tiempos pretéritos, gracias a su defensa, y ha sumado ocho victorias al abrigo de su público. Desde el inicio, el Canoe fue consciente de cuál era su guerra y, pese a las lesiones que le han lastrado en la segunda vuelta, fue asegurando muchos de sus duelos contra los rivales de la parte baja y, sumando alguna sorpresa, ha llegado a los once triunfos, que le serán suficientes para seguir otra temporada en la LEB Oro. Cenicienta eran otros.