Necesitaban los Golden State Warriors mayor consistencia alrededor de Stephen Curry para poder lidiar con los guerrilleros Boston Celtics y esta llegó justo cuando más falta hizo para permitir a los de Steve Kerr quedarse a una victoria de conquistar el cuarto anillo de la NBA de un equipo histórico (104-94). Por primera vez en los últimos 234 partidos, la estrella de la franquicia de San Francisco no fue capaz de borrar el cero de su casillero de triples anotados (0 de 9) y acabó con solo 16 puntos, pero a su alrededor brillaron Klay Thompson, Jordan Poole, Gary Payton II y, sobre todo, un fantástico Andrew Wiggins (26 puntos y 13 rebotes) para colocar el 3-2 en la eliminatoria.

A los Celtics les pesaron las pérdidas de balón (18) y la horrible noche de Jaylen Brown, pero incluso en esas circunstancias complicaron la vida a los Warriors. Y eso que los locales arrancaron muy enérgicos, necesitando solo medio primer acto para fabricar una renta de dobles dígitos. Su 51-39 al descanso parecía augurar un desenlace sencillo, pero su habitual brutalidad en los terceros cuartos quedó esta vez congelada. Los triples, sobre todo de Jayson Tatum, cimentaron la andanada de los de Ime Udoka, que le dieron la vuelta a la tortilla (61-66). Pero en el peor momento Payton activó su energía, Thompson enchufó dos triples clave, lo mismo hizo Poole con uno sobre la bocina del tercer cuarto y en el último los Warriors no tuvieron piedad con un 8-0 de salida y Wiggins opositando a MVP de la final.