ASTA hace apenas un mes la consigna "¡Peter, vete ya...!" se había instalado en las gradas de Mestalla como un mantra cada vez que el Valencia patinaba. Esto venía ocurriendo desde el 11 de septiembre del pasado año, cuando Peter Lim decidió despedir al entrenador, Marcelino García Toral, argumentando una pérdida de confianza según dijeron sus interlocutores en el club. La decisión dejó pasmada a la hinchada, pues con el técnico asturiano el equipo levantino se había clasificado para la Liga de Campeones y ganado la Copa, derrotando en la final contra todo pronóstico al poderoso Barça.

Por si fuera poco Lim, desde su lejana atalaya de Singapur, destituía después a Mateu Alemany, el director general que había hecho posible la vuelta del Valencia a la élite.

Ahora que la afición valencianista, como todas las aficiones de cualquier equipo, están a otra cosa, y cuando el fútbol ha pasado a un segundo plano Peter Lim recobra el protagonismo desde una vertiente bien distinta. El pasado miércoles transcendió que Lim había sufragado la compra de 50.000 mascarillas FFP2 y 300 termómetros para que fueran distribuidos entre el personal de los centros sanitarios de la comunidad valenciana. Su presidente, Ximo Puig, agradeció esa "gran muestra de solidaridad" y ya, de paso, solicitó al empresario asitático que haga valer sus influencias para traer más material sanitario desde China, de donde es originario el dueño del Valencia.

Días antes, Lim también tuvo un gesto altruista hacia el equipo que realmente adora, el Manchester United, club que quiso comprar y no pudo, en cuyo honor montó una red de bares temáticos en Asia y gracias al cual conoció a Cristiano Ronaldo y a su representante, Jorge Mendes, su consejero áulico y precisamente quien le recomendó la adquisición del Valencia. Lim puso disposición del personal sanitario del Reino Unido, y de forma gratuita, los dos hoteles que regenta en Manchester, de temática futbolera y con los red devils como argumento, en copropiedad con los legendarios exjugadores Gary Neville y Ryan Giggs.

Aquel hombre extraño y lejano que salvó al Valencia de la ruina el 24 de octubre de 2014 adquiriendo sus acciones y su ingente deuda ha vuelto a congraciarse con la gente de la región con gesto filantrópico en el momento oportuno. Además, Lim ha asegurado el pago de los salarios del personal, más allá de la primera plantilla profesional, soslayando el recurso a un ERTE y asegurando la estabilidad de sus 400 empleados.

Ayer transcendió una noticia de gran importancia para el futuro del Valencia: la ruptura del acuerdo exclusivo con ADU Mediterráneo para vender los terrenos del actual Mestalla con cuyo dinero se debía sufragar las obras del nuevo estadio, iniciadas en 2007 y paralizadas en 2009. Recuperado el control, Lim prepara una ampliación de capital de 150 millones de euros que garantice la terminación de las obras y hacer realidad el Nou Mestalla.

El magnate pierde fortuna. Según un avance de datos de la prestigiosa revista financiera Forbes, el máximo accionista del Valencia CF tiene una fortuna estimada de 1.800 millones de dólares, la cifra más baja desde que compró el club valenciano, y ocupa el puesto 1.245 del ranking mundial. Cuando invirtió en el club de Mestalla, en 2014, la fortuna de Lim se calculaba en 2.400 millones de dólares. Actualmente, está 700 millones por debajo. Curiosamente, su mejor registro fue en 2019, coincidiendo con la etapa de Alemany y Marcelino en el Valencia, cuando alcanzó los 2.500 millones de dólares. En la anterior actualización de la lista Forbes el magnate asiático ocupaba el puesto 916.