ADAM Ondra (Brno, 1994) comenzó a escalar porque todo el mundo en su familia lo hacía. Sus padres escalaban. Sus amigos escalaban. Incluso los amigos de sus padres escalaban. Así que no es de extrañar que el joven checo no pueda recordar con nitidez cuándo fue la primera vez que se calzó sus pies de gato para afrontar una pared. De hecho, solo recuerda por qué lo hizo: “Para no ser el único que no escalaba. De esta forma, gracias al ingenuo pensamiento de un niño que no quiere convertirse en el diferente de la familia, Ondra creció entre rocódromos y cuevas. Fue quemando etapas y puliendo récords de precocidad -con seis años ya se animaba a completar un 6a- hasta convertirse en el mejor escalador del mundo. Porque en 2012, justo cuando estrenaba mayoría de edad, el checo consiguió el primer 9n+ del mundo tras pintarle el punto rojo a Change, la vía que abrió en la cueva de Hanshelleren, en Noruega. Sin embargo, su ambición y recursos no se conformaron con eso. Su técnica podía dar mucho más y su forma de sentir este deporte le abrió nuevas posibilidades. Por ello, en septiembre del año pasado, Ondra volvió ser noticia tras encadenar en primer 9c del planeta. No es de extrañar que haga historia alguien que ha vivido la escalada desde su nacimiento, pero ya a nadie le cabe duda de que el escalador checo es un genio.
Y es que Ondra no solo ha logrado lo que nadie ha conseguido antes, sino que ha realizado algo que muchos escaladores ni siquiera se han atrevido a soñar. Ha llevado al límite las capacidades del cuerpo humano, conociéndolo y entrenándolo, y eso, ligado a unas envidiables cualidades, le ha llevado a firmar Silence, el nombre con el que bautizó al primer 9c de la historia. Lo consiguió en la misma cueva noruega que su primer 9b+, después de un proceso largo y exigente. Y es que nada más lograr Change, el genio de la escalada corrió a equipar su siguiente objetivo. Sin saber que le llevaría hasta la historia. Dos veranos enteros pasó metido en Hanshelleren, disfrutando de los avances y aprendiendo de los retrocesos. Y, finalmente, a comienzos de septiembre del año pasado, todos los elementos se alinearon: “Había un ambiente raro, notaba que todo fluía perfectamente y que agarraba cada presa con una perfección y precisión que jamás había tenido. Estaba muy relajado y a la vez plenamente concentrado. Todo era perfecto”, recuerda Ondra. El checo reconoce que “nunca he escalado tan bien como lo hice en Silence” y que el nombre escogido para el primer 9c de la historia se le ocurrió porque “generalmente cuando consigo algo complicado, grito para liberar, pero en ese momento las emociones eran tan fuertes que no podía sacarlas de mí. Solo podía llorar débilmente. Fue un momento Silence”.
Rápidamente su hito se extendió por las redes sociales y uno de los primeros en felicitarle fue Patxi Usobiaga. Ondra y el eibartarra se hicieron muy amigos desde que en 2009 este último se llevó el oro en el Campeonato Mundial tras ganar en la final al checo. Después, Usobiaga se convirtió en su entrenador e inseparable compañía: “Ondra es inspiración para el mundo de la escalda”, reconoce.
Sus películas, jueves y viernes Silence, el filme que narra su ascenso por la ruta más difícil del mundo, podrá verse dentro del Bilbao Mendi Film Festival el próximo jueves (17.30 horas) en la Sala BBK. Asimismo, el certamen patrocinado por DEIA ofertará una segunda película de Ondra: Age of Ondra, que se podrá disfrutar el próximo viernes en los Cines Golem Alhóndiga.