Palencia - El Bilbao Basket tardó demasiado tiempo en comparecer con las constantes vitales imprescindibles como para asaltar una cancha tan efervescente como el Pabellón de Deportes de Palencia, tanto que cuando metió toda la carne en el asador su desventaja era ya de 21 puntos, tanto que su meritorio intento de remontada en el acto final se quedó precisamente en eso, en un intento, en una sesión de maquillaje que al menos sirvió para endulzar un adverso average que por momentos amenazó con ser escandaloso. El choque se había perdido antes, mucho antes, en un abrupto parcial de 27-8 entre el final del primer cuarto y el ecuador del segundo mediante el cual el Palencia puso pies en polvorosa para no volver a mirar atrás. En esos minutos, los peores de los de Álex Mumbrú esta campaña, los visitantes sirvieron el triunfo a su rival en bandeja de plata. Porque fue precisamente así, gracias a una sucesión de bandejas y tiros cómodos debajo del aro, como los de Alejandro Martínez hicieron trizas la débil retaguardia bilbaina en los tres primeros cuartos. Bandejas al contraataque, en uno contra uno, en puertas atrás, incluso contra zona? La falta de filo de los ataques de los hombres de negro hizo el resto.
El Bilbao Basket se empeñó en jugar al paso ante un rival que apretó a Javi Salgado y Thomas Schreiner como si no existiera un mañana, y su vía de suministro de puntos fue insuficiente para seguir el ritmo de un Palencia ordenado, físico y sobrado de recursos, con una rotación de bola eficaz. Por el contrario, los ataques vizcainos se veían obligados a forzar en demasía, con Ben Lammers y Kevin Larsen como únicas piezas con rendimiento sostenido. Fue cuando estaba todo perdido, con un 64-43 en el marcador, cuando los de Mumbrú, con sus dos pívots en cancha, ofrecieron su mejor rendimiento, pero su intento de voltereta (74-66 a 2:47 del final) fue sofocado por Steve Vasturia, el máximo anotador local (15 puntos) bien secundado por el eterno Urko Otegui.
Pese a que el Palencia compareció de inicio mostrando una defensa agresiva, sobre todo contra el base en esas situaciones de bloqueo directo central que tanto acostumbra a jugar el cuadro vizcaino, fue el Bilbao Basket el que pegó primero merced a su tempranero acierto desde la línea de 6,75, pero el 9-13 a 3:43 de la conclusión del acto inaugural no fue más que un espejismo. No fue solo que los de Mumbrú, lentos y previsibles, perdieran el sitio en ataque, sino que su defensa comenzó a flojear de manera preocupante. Así, los de Alejandro Martínez no encontraron oposición a la hora de firmar un sonoro parcial de 13-2 que les permitía mandar por 22-15 con el segundo cuarto ya en marcha. Y no solo eso. En cancha se empezó a jugar única y exclusivamente a lo que los anfitriones proponían pues la retaguardia bilbaina se mostraba incapaz a la hora de retener las andanadas rivales, que acababan en bandejas una y otra vez, como si en la zona visitante hubiera una alfombra roja que invitara a cruzarla sin miramientos. Y para colmo de desastres, Hermanson comenzó a meterlas de todos los colores desde la larga distancia, por lo que en el seno del Bilbao Basket no tardaron en encenderse todas las alarmas con un parcial global de 27-8 que le colocaba con una desventaja de quince puntos (36-21) que se mantuvo inalterable al descanso. El 76% en tiros de dos que figuraba en esos momentos en las estadísticas palentinas resumía los problemas del equipo bilbaino.
Y ese 46-31 en el inicio del tercer cuarto fue ya imposible de contrarrestar. Además, la vía de agua no tardó en ir a más cuando Otegui comenzó a demostrar sus galones. Matulionis trató de sujetar a los suyos a base de triples, pero no había forma y el 64-43 amenazaba a paliza de las gordas. Fue entonces cuando el Bilbao Basket intentó el más difícil todavía. A base de una defensa zonal ordenada y con Lammers y Larsen compartiendo cancha, los visitantes comenzaron a recuperar terreno y el 74-66 a 2:47 del final dejaba un resquicio para la esperanza, pero el Palencia supo mantener firme el timón del partido cuando peor era la tormenta en su contra y acabó llevándose un partido en el que los de Mumbrú acabaron pagando las excesivas facilidades ofrecidas en defensa.