ES el máximo anotador de la LEB Oro con una media de 25,2 puntos por partido -aventaja en siete al segundo, Steve Vasturia (Palencia)-, el segundo en valoración (21,8 de media) y minutos jugados (33,2 por duelo), el tercero que más faltas provoca (5,5), el cuarto en balones recuperados (2,1), el quinto en asistencias (5,3) y porcentaje de tiros libres (89,4%)... y todo a ello pese a medir solo 1,65 metros en un mundo de gigantes. Junior Robinson (15-II-1996, North Carolina) se ha convertido en una de las grandes sorpresas de este arranque de curso en el baloncesto estatal y en el gran pilar del Araberri desde que en el primer partido del curso, que suponía también su debut como profesional, anotara 47 puntos en apenas 30 minutos de juego. Su gesta proporcionó atención mediática a la categoría de plata del baloncesto estatal y dio a conocer a un jugador que no ha tenido ningún problema a la hora de trasladar al profesionalismo la fama de acreditado anotador que traía desde la NCAA.

Su escasa estatura siempre hizo que alrededor de Robinson casi todo el mundo dudara sobre su juego. Pese a acabar su periplo de instituto en el top-20 histórico de anotadores del estado de North Carolina, la NCAA no hizo precisamente cola para hacerse con sus servicios. Acabó en Mount St. Mary y su propio entrenador reconoció recientemente que le reclutó de casualidad, pues le descubrió mientras estaba intentando reclutar a otro base que acabó jugando para una universidad de mayor nivel. A Robinson no le costó demasiado probar su valía. En su primer curso universitario promedió 8,2 puntos por partido y entró en el mejor quinteto de novatos de su conferencia, como junior su media anotadora subió hasta los 14,1 y la pasada temporada acabó aportando 22 puntos y 4,8 asistencias para los Mountaineers.

Velocidad, verticalidad en el juego, una capacidad de salto brutal que le permite acabar en mate, un cuerpo esculpido a base de horas y horas de gimnasio, probada eficacia anotadora... Junior Robinson sumaba muchas de las cualidades que hoy en día se valoran en el baloncesto profesional, pero su 1,65 suponía un hándicap para muchos. Su sueño reconocido, y para el que siempre ha declarado sentirse preparado, es jugar en la NBA, donde solo dos jugadores más bajos que él han conseguido llegar (Tyrone Bogues y Earl Boykins), pero no fue elegido en el draft. Disputó la Summer League con los Atlanta Hawks, pero no consiguió hacerse con un sitio en el roster final a pesar de que en uno de sus partidos, ante Los Angeles Clippers, anotó 20 puntos en 26 minutos de juego. Isiah Thomas, el que fuera mítico base de los Detroit Pistons, le elogió durante la retransmisión del partido: “Este chico puede jugar, está ofreciendo un show”. “Siento que mandé un mensaje y demostré que pertenezco a este nivel. Está claro que puedo mejorar mi juego, pero dejé en clara mi posición”, dijo el propio Robinson tras el partido. Por el momento, cumple sus primeros pasos profesionales en el Araberri, aunque ya hay un buen puñado de equipos continentales que le siguen de cerca, atraídos por sus extraordinarias exhibiciones anotadoras.