Hamilton se topa con la victoria
UN CHOQUE ENTRE OCON Y EL ENTONCES LÍDER Verstappen deja vía libre al triunfo del inglés, que suma el mundial de constructores para mercedes
bilbao - “No sé qué decirte, compañero”. Así sonaba, tímida, escurridiza, una línea de voz a través de la radio de Red Bull nada más terminar el Gran Premio de Brasil. Una baja frecuencia para muchos humos que no encontraban consuelo. No había agua para semejante incendio. Max Verstappen ardía en la ira. “Yo sí sé qué decirte: ‘como me lo encuentre en el paddock... ¡piii!, ¡piii!, ¡piii!)”. La organización optó por guardar respeto a los telespectadores; vetó las rabiosas palabras del piloto holandés. Mad Max, alado como dragón pero también escupidor de fuego, se vio privado de una victoria épica. Ardía el aparato retransmisor.
Antes de dispararse la carrera, los focos apuntaban hacia los Mercedes y los Ferrari, hacia la batalla por el Campeonato del Mundo de Constructores, aún por decidirse. Verstappen, alma de verso libre, se inmiscuyó en el protagonismo ajeno. Anhelaba ser actor principal de una obra maestra cuyo guion hizo previsible su talento, pero que se vio modificado por la entrada en escena de Esteban Ocon.
Nacía el genio holandés desde la quinta pintura de la parrilla. El chico, caprichoso, es capaz de hacer de la F-1 un evento de karting. Abre espacios insospechados para atacar de morro. Inventa trazadas. Su agresividad, en ocasiones desmedida y en otras mina de resultados que son momentos históricos, le ha granjeado el respeto. Cuando le ven desde el retrovisor, ya no hay solución. A sufrir. En la vuelta 40 de las 71 programas para el circuito José Carlos Pace, adelantó al líder Lewis Hamilton. Verstappen era la liebre en Brasil. Pista por delante.
Hamilton vio pasar una centella. En un parpadeo, Verstappen se había cobrado dos segundos de ventaja. El inglés, desconchando sus calzos, corrosivo el Mercedes con sus gomas, cedió tras el grip de Mad Max, que volaba rasante sin visos de fatiga. El holandés acaparaba los augurios de victoria. Decidido, sólido, era el sobresaliente sobre ruedas.
Pero en el giro 44 aguardaba Ocon, una zancadilla. El francés era un piloto doblado; en las fronteras ondeaban las banderas azules. Ocon cerró los ojos. Verstappen sobrepasó al francés, pero este quiso recuperar la posición. ¿...? Legal pero inexplicable dentro de los parámetros de la ética, del juego limpio. En ese intento de no se sabe qué, el Red Bull y el Force India se acariciaron como novios primerizos, con suavidad pero con consecuencias. Trompeó Verstappen. Se extinguió el futuro. Llegó la ruina para la relación con el triunfo.
“¡Menudo idiota!”, bramaba Verstappen, que redireccionó su monoplaza para ponerlo de cara en pista en segunda posición, con Hamilton de nuevo al frente. “Vi cómo sucedió, no me ha sorprendido, pero no estaban compitiendo por la misma posición”, dijo el inglés desde su privilegiada perspectiva. “Estoy tan orgulloso que me da igual lo demás”. El incidente le abrió la insospechada vía hacia el triunfo. La suerte del campeón; o la constancia de estar en el momento y lugar adecuados. Como se desee. Pero desde luego, fue algo sorprendente. Ocon enterró el éxito de Verstappen como pocas veces se ve en la F-1.
Verstappen, aunque con mayor ritmo que Hamilton, fue incapaz de remontar. El suceso le alojó a 6 segundos de distancia de Hamilton, que venció por casi segundo y medio sobre el holandés. Décima muesca de la temporada para el campeón, que se mostró incluso más eufórico que al coronarse. Será cuestión de asimilación.
verstappen, a por ocon Verstappen no aceptó la segunda plaza. Al despegar sus posaderas del asiento, cumplió su palabra. Enfiló hacia Ocon. Se plantó cara a cara ante el francés y le empujó hasta en cuatro ocasiones. Aunque comprensiblemente frustrado, porque acariciaba la victoria, sus incomprensibles modales ensombrecieron su talento. En capítulos anteriores, él fue quien lapidó esperanzas ajenas. Pero su memoria flaquea.
“Estoy muy decepcionado porque he hecho una carrera para ganar. Puedes desdoblarte, pero el riesgo que ha tomado, no”, expresó. Por la maniobra, a Ocon le endosaron 10 segundos de penalización; por la bajeza del gesto de Verstappen, merece una sanción. “Lo del garaje ni siquiera lo llamo incidente; lo hubiera sido si le hubiera dado un puñetazo y no le di. No tengo nada que hablar con él, no hablo con idiotas”, abundó el holandés. Lamentable comportamiento.
Raikkonen conservó la tercera plaza ante el amenazante Ricciardo, que salía undécimo y acabó cuarto, por delante de Bottas, quinto, y Vettel, sexto. Con estos resultados, Mercedes conquistó el Mundial de Constructores. Quinto consecutivo. Gloriosa era.
“El único objetivo es ser campeón del mundo de resistencia”, señaló Fernando Alonso, porque en F-1 “sabemos que tenemos los mismos resultados” cada dos semanas. Fue decimoséptimo. Cinco carreras sin sumar. Y Carlos Sainz, duodécimo.