hABRÁ quienes le perdieron la pista y creerán que Joseba Arriaga (Ermua, 28-VII-1982) colgó las botas hace tiempo. No obstante, aquel talentoso joven que militó en la primera plantilla del Athletic durante tres campañas, de 2002 a 2005, ha seguido deleitando sobre los terrenos de juego hasta hace unos días. Ahora sí, a punto de cumplir los 36 años, ha decidido que ha llegado el momento de la retirada. El pasado día 12, en la derrota del Amorebieta contra el Caudal, puso fin a una larga trayectoria profesional que le ha permitido vestir numerosos colores, siempre dentro del Estado. Además de la rojiblanca y la zornotzarra, ha defendido las elásticas de Eibar, Las Palmas, Real Jaén, Cádiz, Alavés, Ceuta, Guadalajara, Nàstic de Tarragona, Barakaldo y Real Unión.
“Con lo que me quedo del fútbol es con las personas que he conocido por el camino”, destaca Arriaga cuando se le cuestiona sobre ello. “Quedar con excompañeros para ir a comer a un txoko o que me sigan llamando jugadores de todos los sitios en los que he jugado, significa que algo habré hecho bien”, añade quien en su último partido recibió un homenaje sobre el césped de Urritxe, donde le acompañaron los que nunca le han fallado: sus hijos, Naroa e Izan, de 10 y 8 años, respectivamente, y su mujer, Leire. “Siempre hemos ido juntos a todas partes”, subraya el ermuarra, residente en Getxo, que desde hace unos años compatibiliza el deporte con su trabajo en una empresa de catering.
En cuanto a lo vivido sobre el verde, rescata con especial cariño el momento en el que logró debutar con el primer equipo. “Para un chaval de Ermua que siempre había querido jugar en el Athletic es la consecución de un sueño”, recuerda. Fue el 1 de septiembre de 2002, en un derbi frente a la Real en Anoeta, en el que Jupp Heynckes le mantuvo sobre el césped los noventa minutos. El día no salió del todo redondo, ya que los leones cayeron 4-2. Además, fue el choque en el que se produjo el positivo de Carlos Gurpegi, otro recién ascendido a la primera plantilla. “Fue complicado e inesperado, pero ya ha pasado mucho y está olvidado”, zanja el mediapunta que aterrizó en Lezama en edad cadete. En el Bilbao Athletic, donde firmó quince dianas, se dio cuenta de que “estaba a un paso”.
Con el técnico alemán, Arriaga se convirtió en una pieza fundamental de la escuadra rojiblanca. Sin embargo, al verano siguiente se produjo un relevo en el banquillo, cuyos mandos tomó Ernesto Valverde, que ya le había entrenado en juveniles. En las dos campañas con Txingurri, su protagonismo decayó, aunque lo rememora como “una época bonita”, en la que tuvo la oportunidad de jugar la Copa de la UEFA y ser uno de los partícipes de la remontada contra el Trabzonspor. Después llegó José Luis Mendilibar, que le había dirigido en cadetes y en el Basconia, pero ya “tenía claro que iba a salir cedido, fuese quien fuese el técnico”. Su destino, el Eibar, donde padeció el descenso de los armeros a Segunda B. “Teníamos buen equipo, pero se torcieron las cosas desde el principio”, reflexiona quien estuvo a un paso de acudir a los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004, pero Suecia se cruzó en el camino de una sub’21 en la que compartía vestuario con jugadores como Del Horno, Xabi Alonso, Valdés o Reina.
comienzan los viajes A partir de ahí, arrancó su viaje por numerosos destinos, aunque nunca salió al extranjero. “Tuve llamadas de Grecia e Inglaterra, pero no veía la necesidad. Me hubiese venido bien por aprender idiomas, pero no tenía esa inquietud. Ahora me da un poco de pena”, reconoce. Guarda con especial cariño su etapa en el Jaén, donde “coincidimos muchos vascos y nos quedamos a punto de subir a Segunda”.
Un entrenador que marcó su carrera fue Carlos Terrazas, el mismo que le avisó de que tenía que subir a entrenar con Jupp Heynckes. Después, le reclamó en varios equipos a los que dirigió y han compartido muchas vivencias en diferentes vestuarios.
“En todos los sitios me han tratado muy bien”, apunta, aunque reconoce que le ha tocado sufrir impagos. “He visto a compañeros pasarlo mal. Se veía como algo normal y no lo era. La AFE y la Liga han intentado acabar con eso y poco a poco lo están consiguiendo”, explica quien, al ser preguntado sobre los rivales que más le han impresionado, responde que “Ronaldo, era la época de Los Galácticos”. De entre sus compañeros, no escatima elogios hacia Aduriz, junto a quien subió al primer equipo. “Metí muchos goles en el Bilbao Athletic porque jugaba a su lado”, bromea un viajero que, fuera de Euskadi, aprendió a “valorar más la tierra. Ahora no se me pasa por la cabeza salir fuera de aquí”.
Regresó en enero de 2013 para ya no volverse a ir gracias a la llamada del Barakaldo, tras una conversación con Andoitz Galdós. Amorebieta, Real Unión y de nuevo la escuadra zorno-tzarra, en la que ha militado desde el mercado invernal, han sido sus últimas paradas. “Cuando me llamaron Etxebe y Goiria ya tenía decidido que iba a ser mi último año, es el momento”, asegura un ya exfutbolista que “no esperaba durar tanto tiempo”.