MADRID. Un doblete de Karim Benzema, al fin goleador en el momento clave de la temporada, impulsó al Real Madrid a su tercera final consecutiva, esperando rival para la gran cita de Kiev tras un duelo majestuoso ante un Bayern repleto de orgullo, que se sobrepuso a todo y rozó la remontada (2-2).

La grandeza del clásico de Europa se mostró en toda su expresión en el Santiago Bernabéu. Duelo grandioso entre dos equipos educados para atacar, que sufren sin balón, con un Real Madrid sin la capacidad para anestesiar el duelo y que jugó a la ruleta con el Bayern. Verticalidad blanca con capacidad de sufrimiento ante el dominio posicional del equipo alemán, una maquinaria perfecta.

Dicen que de los errores se aprende y los jugadores del Real Madrid se sabían la teoría, pero volvieron a errar en la práctica. Sabían que los primeros minutos eran claves tras volver a ganar a domicilio, pero parecieron empeñados en firmar un camino de sufrimiento a la gran final.