Bilbao - El Bilbao Basket ofreció ayer un clínic perfecto sobre cómo estropear en tres minutos calamitosos el notable trabajo realizado durante los 37 anteriores. Si hasta la igualada a 81 puntos el conjunto de Veljko Mrsic ofreció una de las versiones más notables del presente curso, un desempeño de alto nivel fundamentado en el trabajo, la lucha y, por fases, muy buen baloncesto, el desplome que llegó a continuación fue de los dolorosos, de los que dejan huella. El conjunto vizcaino había conseguido colocarse en disposición de asaltar una de las canchas más exigentes de la competición, optaba a una victoria que hubiese valido su peso en oro para abandonar la zona complicada de la tabla clasificatoria, pero la acumulación de errores en esos 180 segundos finales fue obscena y sonrojante, hasta el punto de cristalizar en un parcial de 18-10 favorable al Morabanc Andorra. Un tiro en el pie en toda regla.
De hecho, el descalabro quedó a la vista de todos en apenas un minuto. El Bilbao Basket enlazó tres pérdidas de balón en un abrir y cerrar de ojos -saque de fondo que Javi Salgado regaló a Jaime Fernández para que anotara sin oposición, una de Jonathan Tabu subiendo la bola y otra del base belga embarullado en un bloqueo-, dejó escapar hasta tres rebotes ofensivos, faceta del juego que había tiranizado hasta el último cuarto, que los rivales convirtieron en canastas sencillas y el 89-81 fue ya un muro imposible de derribar porque los hombres de negro acabaron desquiciados, totalmente fuera de sí, superados por las circunstancias. No es de extrañar. Tiene que doler asistir a semejante desplome, sobre todo después de haber trabajado tanto y tan bien. Porque durante 37 minutos el conjunto vizcaino no fue inferior al andorrano, porque resistió el notable acierto exterior del rival sin venirse abajo ni despegarse en el luminoso, porque por primera vez en todo el curso consiguió involucrar a sus dos pívots, Mickell Gladness y Devin Thomas, para que dejaran de ser meros figurantes en los esquemas ofensivos... Pero todo el mérito acumulado actuando además sin Lucio Redivo ni Ricardo Fischer, baja de última hora por una dolencia de tobillo -Andorra tampoco contar con Andrew Albicy, además de las conocidas ausencias de Beka Burjanadze y Chris Copeland-, quedó sepultado por esos tres minutos finales en los que todo lo que pudo salir mal salió incluso peor. Con decir que Thomas dislocó un dedo a Pere Tomàs chocando la mano tras un lance del juego queda todo dicho.
El Andorra compareció en cancha con la firme intención de imprimir ritmo a la contienda, con Jaime Fernández tratando de exprimir la resistencia defensiva de Salgado. Su hoja de ruta hizo posible que suyo fuera en todo momento el control del luminoso debido a que, además, la puesta en escena de los de Mrsic contó con el handicap de un mal ya conocido: las pérdidas. Bajo este metro patrón, y con Gladness demasiado solo a la hora de aportar puntos, el 13-6 en el ecuador del primer cuarto no invitaba al optimismo. Los anfitriones, jugando alegre, buscando ataques rápidos y verticales, gobernaban el choque, pero los hombres de negro no perdieron pie gracias a los triples de Salgado, Tomàs y Mumbrú. El 24-19 al término del primer acto, con los de Peñarroya castigando con ocho puntos las pérdidas vizcainas, evidenciaba una vez más un problema defensivo de importante calado. El Bilbao Basket no tenía problemas a la hora de anotar, pero volvía a sufrir cuando de frenar al contrincante se trataba. Con Thomas cogiendo el relevo de Gladness en las distancias cortas y anotando ocho puntos en apenas tres minutos, los de Mrsic mantenían el rebufo andorrano sin mayores dificultades (34-33), pero el rival respondía desde la larga distancia. Aunque los dos pívots estadounidenses anotaron 19 de los primeros 33 puntos del Bilbao Basket, el colosal 5 de 8 en triples del Morabanc evitó cualquier voltereta. Además, el conjunto local volvió a coger algo de aire cuando las pérdidas reaparecieron en las filas visitantes, aunque un triple de Tabu volvió a reducir diferencias e hizo posible que la contienda llegara a su ecuador con un aseado 48-43.
De la resistencia al hundimiento En la reanudación, el duelo transcurrió por derroteros similares, con el Andorra llevando la voz cantante y el Bilbao Basket haciendo la goma, voluntarioso y enérgico. Cuando conseguían anotar desde la larga distancia, los de Peñarroya cogían distancia (56-48), cuando los hombres de negro lograban circular la bola con rapidez y criterio, se hacían muy visibles en el retrovisor (60-59). El encuentro había subido de temperatura (antideportiva a Blazic por un golpe en el rostro a Mumbrú, técnica posterior al capitán de los hombres de negro por desplazar el balón tras una canasta) y el Bilbao Basket empezaba a encontrarse más a gusto. Podía correr de vez en cuando, gobernaba el rebote ofensivo con absoluta autoridad y, bajo esos parámetros, consiguió coger la manija del choque (63-67), pero cuando parecía que el partido le sonreía encajó un parcial de 8-1, con dos triples laterales de Jelinek y Blazic incluidos, y los del Principado lograron llegar al acto final con un 71-68 favorable a sus intereses. Los de Mrsic no se hundieron pese al acierto del checo desde la línea de 6,75. Fue Dejan Todorovic, desaparecido hasta entonces, el que les mantuvo a flote con la colaboración de Mumbrú y Tomàs, pero todo acabó con ese empate a 81 y el Andorra solo tuvo que aprovechar los errores del conjunto vizcaino para conseguir el triunfo. Por su parte, el Bilbao Basket quedó muy dañado. No solo en lo moral, sino también en lo clasificatorio. Betis Energía Plus y San Pablo Burgos fueron capaces de ganar a domicilio a Gran Canaria y Joventut respectivamente y el colchón sobre los puestos de descenso se reduce a un solo triunfo.