España72
Eslovenia92
ESPAÑA: Pau Gasol (16), Rubio (13), Marc Gasol (12), San Emeterio (6) y Navarro (0) -cinco inicial-, Rodríguez (9), Willy Hernangómez (6), Sastre (3), Oriola (2) y Juancho Hernangómez (5).
ESLOVENIA: Randolph (15), Dragic (15), Blazic (7), Vidmar (12) y Doncic (11) -cinco inicial-, Nikolic (7), Prepelic (13), Cancar (0), Zagorac (5) y Dimec (7).
Parciales: 19-25, 45-49 (descanso), 57-73 y 72-92.
Árbitros: Cristiano Maranho (BRA), Tolga Sahin (ITA) y Yohan Rosso (FRA). Sin eliminados.
Incidencias: Primera semifinal del Eurobasket disputada en el Sinan Erden de Estambul ante 3.571 espectadores.
bilbao - La kryptonita que acabó con el dominio de España en el baloncesto europeo estaba en la más pequeña de las antiguas repúblicas yugoslavas. Estaba en manos de un chico de 18 años que ha llegado para cambiar la historia de Eslovenia y del Eurobasket. Luka Doncic se quedó a una asistencia del triple-doble en el partido más importante que ha jugado su selección hasta ahora. El jugador del Real Madrid firmó 11 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias para hundir a la campeona, al equipo que parecía inabordable y que ayer se llevó uno de los mayores repasos que se recuerdan. Aún le queda a España luchar por otra medalla, pero ayer salieron a reducir las carencias de un equipo que había podido disimularlas hasta que se encontraron con un rival con mucho más deseo porque jugaba el partido de su vida.
Goran Dragic y Gasper Vidmar llevaban muchos años en la selección eslovena rumiando decepciones, quedándose siempre a medio camino, y al fin han encontrado el premio a su insistencia. El base de los Miami Heat, sin anotar demasiado, requirió la atención de la defensa española, que estuvo desequilibrada todo el partido. El pívot del Banvit, con su aspecto tosco, dio una lección defensiva ante los Gasol, que nunca pudieron con él en el cuerpo a cuerpo. Y para rematar Eslovenia cuenta con ese extraño elemento llamado Anthony Randolph, que es clave porque arrastra a sus defensores y genera todos los espacios para los diablos Dragic y Doncic, y con Klemen Prepelic, con fama de inconstante, pero letal en el triple saliendo del banquillo.
España volvió a regalar casi todo el primer cuarto por culpa de un quinteto inicial con poca movilidad. Los de Scariolo descuidaron el perímetro y las esquinas y los eslovenos se lo hicieron pagar con seis triples en el primer cuarto que les dieron alas y toda la confianza que necesitaban para ejecutar su plan. Resulta significativo que España nunca estuviera por delante en el marcador, que esos minutos brillantes que llevaron a las victorias hasta ayer nunca aparecieron. Porque no hubo acierto desde fuera, porque los Gasol no pueden hacerlo todo y porque ante una defensa poco intensa en Eslovenia sumaban todos, de cerca y de lejos.
sin reacción Al descanso, la selección española solo perdía por cuatro, teniendo en cuenta que había anotado solo dos triples por diez de los balcánicos. El arreón que se esperaba no llegó porque debía hacerlo desde la defensa y ayer España no podía. Además, cuatro minutos estuvo sin anotar, de nuevo previsible, y Eslovenia vio el sangre y se tiró al cuello. 12-24 de parcial en el tercer cuarto y el partido en una renta de veinte puntos en la que Doncic y Dragic eran ya los jefes. Sin poder sacar el balón de sus manos, España cayó en tiros precipitados y errados y en desajustes defensivos que no hicieron más que ahondar en la herida.
Un rato después, el equipo que ha dominado el baloncesto europeo en este siglo entregó el mando porque se encontró con un rival que les perdió el respeto, no se asustó y, sobre todo, jugó un baloncesto de altísimo nivel que pedía a España meter una quinta marcha que quizás ahora no tenga y que se quedó en 27 puntos en la segunda mitad. Eslovenia jugará el domingo la primera final de su historia y no hay nada que objetar. Marcha invicto en ocho partidos y con una diferencia media de catorce puntos. Ellos tenían la fórmula para cargarse todos los pronósticos: juventud, ambición y frescura. España jugará por otra medalla ante Rusia o Serbia, aunque se esperaba otro color.