En el nombre de Mikel
Juanra Madariaga y José Carlos Tamayo afrontan desde hoy el reto de ascender el Manaslu y “varias cumbres poco exploradas” en una expedición con una pátina solidaria
TENGO ganas de perderme por Katmandú. Hace tiempo que no voy y me gusta andar por sus calles y tomar té”, recita Juanra Madariaga (Bilbao, 1962). El alpinista vizcaino partirá con José Carlos Tamayo (Sestao, 1958) hoy mismo desde Madrid a la capital nepalí, vía Estambul, con la intención de iniciar el asalto al Manaslu (8.163 metros), el cuarto ochomil más peligroso de los catorce. Los alpinistas llegarán mañana a Katmandú, donde tendrán que lidiar con las autoridades del país con la intención de cerrar “los temas administrativos, la burocracia y demás”. Asimismo, desbrozan desde la cordada que “aprovecharemos para realizar las últimas compras de comida y elementos que necesitemos para la ascensión”.
El motor de la aventura, no obstante, se queda en Bizkaia. Es Mikel Goñi, un niño de Laukariz de 11 años que tiene el síndrome de Dravet, una enfermedad rara y farmacorresistente, de la que solamente hay tres casos en Euskadi. Madariaga señala que “es una encefalopatía degenerativa muy potente”. “Sufre todos los días convulsiones y ataques epilépticos”, declaran desde la expedición. Mikel Goñi y Rosa Sánchez, los padres de Mikel, tienen una asociación, Desafía Dravet, con la que intentan “dar visibilidad a una enfermedad tan dura”. El equipo desgrana que “siempre les ha atraído la montaña y cómo los montañeros tenemos intención de alcanzar casi lo imposible, como las cimas de 8.000 metros. Eso es lo que hace todos los días Mikel”. Afirma el alpinista bilbaino que “vieron que había un paralelismo con nuestra actividad, porque hace un esfuerzo físico diario enorme para aguantar todo este tipo de ataques, que le dejan destrozado”. Incluso, tal y como cuentan, “algún pediatra les dijo que Mikel, por esfuerzo físico, alcanza a diario un Everest y, a veces, necesita oxígeno para estabilizarse”.
La historia tocó a los himalayistas, quienes llevarán en el corazón a Mikel y la bandera de Desafía Dravet. “Eso me emocionó”, anuncia Juanra, quien manifiesta que “vamos a tratar de visibilizar la enfermedad y la lucha que tienen día a día. Portaremos camisetas de apoyo en la aproximación, en el Campo Base y esperamos hacerlo también en la cumbre. Desde allí arriba intentaremos darle toda nuestra fuerza a Mikel”. El equipo revela que “él nos demuestra una lucha y unas ganas de vivir diarias y la montaña, en definitiva, es eso: tener ganas de vivir la naturaleza y vivir la vida”. La aventura tendrá ese tinte solidario que engrasará la maquinaria de Madariaga y Tamayo.
la hoja de ruta El dueto realizará una marcha de aproximación “bastante larga”, en la que tardarán “alrededor de diez días”. Cuentan que “iremos tranquilos” en una ascensión “muy bonita”. “No se llega a cotas muy extremas. Alcanzaremos pueblos que están sobre los 3.500 metros”, sostienen los expedicionarios.
Será al acercarse al Manaslu cuando Madariaga y Tamayo den una vuelta de tuerca a su propuesta, ya de por sí motivadora. “En vez de ir al Campo Base (4.465 metros), nos dirigiremos al fondo del Valle, donde hay montañas de 5.000 o 6.000 metros que tienen muy pocas ascensiones en su historial”, analizan y espetan que “creemos, incluso, que se trata de terreno virgen. Intentaremos acceder a alguna cumbre para aclimatarnos bien y así poder llegar al CB con el acondicionamiento hecho”. Todo ello tiene una visión práctica, así como romántica. “La idea es no pasar en demasiadas ocasiones por el glaciar del ochomil, ya que es una zona de seracs y grietas, que tiene mucho riesgo. Cuantas menos veces pasemos por allí, mejor. Buscaremos la aclimatación fuera y, de ese modo, cuando alcancemos el Campo Base solo tendríamos que hacer un par de subidas para colocar las tiendas de campaña en los distintos campamentos”, comentan. De este modo, la diana está colocada en la primera quincena de mayo. “Esperamos que a primeros de mayo los dioses del lugar nos abran una ventana de buen tiempo para dejarnos escalar la cima”, sostienen.
Sobre las nuevas cumbres y la labor de inspección, el grupo integrado por Madariaga y Tamayo confiesa que “son zonas poco exploradas, colindante con el Tíbet, que tienen pocas ascensiones, pero aún no sabemos qué nos vamos a encontrar cuando lleguemos allí. Hay fotos y se ven posibles rutas de ascensión, pero hay falta de información. Vamos a ver qué pasa”.