Un adiós merecido de la Eurocup
El RETAbet Bilbao Basket, arrollado de inicio a fin en tierras rusas, se despide a las primeras de cambio de una Eurocup en la que ha sido en todo momento el eslabón más débil de su grupo
Bilbao - “Mira alrededor de tu mesa. Si en un par de manos no has descubierto quién es el primo, entonces es que el primo eres tú”. Esta frase del mítico Amarillo Slim, uno de los jugadores más ilustres de la historia del póquer, le viene como anillo al dedo a la trayectoria del RETAbet Bilbao Basket en la presente Eurocup, una singladura que terminó ayer con paliza (99-78) en la cancha del Khimki y sin que un milagro en forma de triunfo del Lietuvos en la pista del Fuenlabrada le metiera de rebote en el Top 16. Desde que se complicara la vida en la primera jornada al perder en casa ante el Alba Berlín, el conjunto vizcaino ha viajado sin rumbo, desnortado, por aguas continentales. Totalmente a contrapié. Salvo en la segunda parte de su visita al Alba Berlín, los hombres de negro han sido siempre el eslabón más débil del grupo, el primo de la timba. En muy pocas fases de sus partidos han sabido aplicar las directrices que llevan al éxito en Europa, han acumulado revés tras revés y lo de ayer en Moscú no fue más que el epitafio de un triste viaje en el que el conjunto vizcaino hizo méritos, y con creces, para ser el único de los cinco jugadores en liza en levantarse de la mesa a las primeras de cambio.
Al Bilbao Basket no se le escapó ayer la Eurocup en Rusia, pero sus deslices anteriores, algunos de ellos muy sonoros, le obligaron a jugarse las habichuelas en la cancha del, posiblemente, equipo mejor armado de la competición y en un puñado de minutos quedó demostrado que el equipo de Carles Duran no está, ni mucho menos, para estos trotes. A los rusos no les hizo falta exprimirse para ponerse en órbita. Les bastó con poner seriedad, orden y criterio en su juego ante un rival huérfano de acierto en ataque y, lo que es más grave, sin la intensidad y dureza defensiva que se le debería presuponer a un equipo al que le va la vida en el partido. Si el Khimki, con todos los deberes ya hechos, podía temer un rival ardiente y guerrero, un contendiente que compareciera incluso sobreexcitado para establecer los parámetros de un partido áspero e invitarle así a reservar fuerzas de cara a futuras batallas, sus miedos se disiparon de un plumazo. Lo que encontró delante fue un rival endeble y quebradizo al que pudo superar sin forzar la máquina, simplemente a base de calidad individual y potable circulación de balón.
De mal en peor Y es que el Bilbao Basket solo tuvo algo que decir en el partido en los dos primeros minutos, cuando firmó un 0-5 aprovechando que Alexey Shved, con un balón perdido y dos tiros libres fallados, aún no se había desperezado. En el momento en el que el genio de Belgorod despertó de su siesta y, a imagen y semejanza de lo que hizo en la primera vuelta en La Casilla, pasó a controlar el partido amparado en su brutal clase, el conjunto vizcaino se desplomó como un castillo de naipes, encajando un sonrojante 27-5 en lo que quedaba de acto inaugural. Retaguardia raquítica, superada una y otra vez en sencillos unos contra unos, y paupérrimo nivel de acierto en el tiro: horrible combinación para un equipo que tenía claro que debía empezar enchufado para tratar de hacer ver a su rival que lo más conveniente para sus intereses era centrarse en futuros compromisos.
El Khimki, por si había dudas de su nivel de entrega, vio rápidamente que no le iba a costar demasiado trabajo darse un homenaje y cerró el partido en esos diez minutos iniciales en los que los números demostraron la abrumadora diferencia entre los dos equipos. El equipo que se jugaba la vida sobre la cancha cerró el primer acto con un 4 de 16 en lanzamientos de campo; el que no se jugaba absolutamente hizo un 11 de 15. Poco más que añadir porque a partir de ahí no hubo partido. Los de Ivanovic jugaron en todo momento sobre alfombra roja, sin que ningún jugador tuviera que salir a cancha más de 23 minutos, y llegaron a mandar por 32 puntos (69-37) a mediados del tercer cuarto, antes de que los visitantes, aprovechando el bajón de tensión ruso, protagonizaran una sesión de maquillaje numérico que les llevó a rebajar su desventaja hasta los 15 puntos (90-75 a 3:17 del final). Era el de ayer, además, uno de esos duelos en los que el equipo inferior necesita un paso al frente de sus principales referentes si quiere optar a dar la campanada, algo que no se vio en tierras moscovitas. Entre Jonathan Tabu, Scott Bamforth y Álex Mumbrú, los tres gallos del juego exterior, anotaron únicamente nueve puntos -3 de 20 en tiros de campo entre los tres- y los esfuerzos anotadores de los Axel Hervelle, Ivan Buva, Micheal Eric y Dejan Todorovic llegaron demasiado tarde.
Y lo peor no es la sensación de inferioridad manifiesta dada ayer contra el Khimki, sino que esa imagen de zozobra, exceso de nervios y falta de aplomo ha acompañado al RETAbet Bilbao Basket a lo largo de toda la Eurocup. Y ya se sabe. Cuando alrededor de la mesa no descubres quién es el primo...