EL Mendi Film trae a Bilbao a personalidades del mundo de la montaña y cineastas de todo el planeta, pero también expone las obras de cineastas vascos que dejan su sello en diferentes productoras. Es el caso del getxotarra Jon Herranz, de Namuss Films, que ha proyectado su película Mar Álvarez No Logo, y del durangarra Carlos Iglesias, de Bideografik, que ha escrito el guion de Imaginador.

El primero de ellos es, además, el autor de la foto que protagoniza el cartel de la presente edición del Mendi Film. El vizcaino, afincado en Barcelona, describe cómo surgió el proyecto de la película que esta semana se ha proyectado en Bilbao: “Llevábamos varios años trabajando en temas de escalada, sobre todo con un canal on line que se llama Epic TV. Vimos a Mar Álvarez, la quinta mujer en el mundo que se ha encadenado a un 9a. Se autograbó para demostrar que lo había conseguido. Se hizo un vídeo monoplano de 25 minutos. Somos una productora pequeña que ha empezado de cero. Nos sentimos identificados con la falta de apoyo y nos solidarizamos rápidamente con la gente que está igual. Viendo lo que había hecho, que no tenía a nadie que le hiciese un vídeo y que no tenía casi patrocinadores, le llamamos para proponerle el proyecto y le pareció bien”.

En el caso de Carlos Iglesias, su película Imaginador gira en torno al fotógrafo Santi Yaniz. “Solemos hacer reportajes sobre cualquier temática de forma espontánea”, explica, “en este caso elegimos a Santi porque creíamos que tenía cosas importantes que decir. Se lo propusimos y le acompañamos en dos jornadas de trabajo. Hicimos un reportaje cuyo primer montaje no nos gustó y lo rehicimos, le cambiamos las músicas? Fue sin ningún afán de presentarlo a festivales ni comercializarlo. Sirvió para que tanto él como nosotros lo colgásemos en nuestras respectivas páginas web y punto. Lo presentamos al Mendi Film con la suerte de que fue seleccionado”.

A pesar de que sus respectivas productoras han estado en varias ocasiones en contacto con la montaña, los dos intentan desprenderse de esa etiqueta. “Más que estar especializados en la montaña, nos gusta la montaña y somos amantes de la montaña”, aclara Iglesias, “la productora no está especializada en la montaña, porque si lo estuviéramos viviríamos de la montaña y no vivimos de la montaña. Le pegamos a todo”. En la misma línea se expresa Herranz: “Hacemos otras cosas también”.

¿Qué debe tener un proyecto para engancharles? No solo los paisajes y los planos espectaculares. Los dos cineastas vascos coinciden en que detrás de todo debe haber un componente humano que emocione. “No nos gusta el deporte de riesgo como tal, lo que nos interesa son las historias humanas y lo que hay detrás de las personas”, matiza Jon Herranz, “es una característica diferencial de nuestros trabajos, que intentamos ver quién es la persona que hace la actividad y centrarnos en ella más que en la actividad. La gente que ve las películas puede trasladar ideas, motivaciones y sentirse más identificada. Puede ser más útil”.

Carlos Iglesias, por su parte, refuerza el discurso de Herranz: “Claro que yo soy el guionista de la productora. Si hablas con el director o con el realizador igual te dicen que una imagen vale más que mil palabras. A nosotros nos apasionan las historias. Si además emocionan y hacen sentir al público que lo está viendo, perfecto. Si no tiene una historia que contar, que emocione y que haga sentir, no tiene mucho sentido”.

Nadie discute que Euskadi siente una pasión especial por la montaña, pero Iglesias y Herranz lamentan que eso no se traduzca en una verdadera industria del cine de montaña en nuestro entorno. “No existe en Euskadi una industria de cine de montaña como tal”, se lamenta el guionista durangarra, “¿por qué no la hay? Hace tiempo que dejé de pensar en ello. Lo hemos intentado por activa y por pasiva. No sé si no hemos dado con la tecla o si no nos han dejado dar con ella. En mi opinión, no hay una industria y ojalá la hubiera”.

Jon Herranz cree que no se trata de un déficit vasco, sino más bien un problema de toda Europa. “Estados Unidos tiene muchos recursos en ese sentido. Es un país tan grande como Europa en el que todos hablan el mismo idioma. A la hora de la difusión tienen muchas facilidades porque hacen un producto en inglés, que además es la primera lengua internacional, y solo su mercado ya es gigante. Aquí, en Europa, si haces algo en castellano, en Francia, Italia o Alemania, a nos ser que sea algo muy específico, no te lo van a comprar y viceversa”. Además, el getxotarra cree que las marcas no se involucran como patrocinadores lo suficiente: “Deberían implicarse mucho más. Tiran mucho de aprovechar lo que se hace y pagar lo menos posible o no pagar. Son marcas de un producto que vale mucho dinero”.

En ese sentido, Carlos Iglesias le da la razón: “En festivales hemos coincidido con películas americanas que tenían un presupuesto de un millón o un millón y medio de euros. Creo que la implicación de las marcas es un concepto cultural. Aquí tienen que ayudar o subvencionar el cine las instituciones públicas. En Estados Unidos lo hacen las empresas. Es un concepto de industria cinematográfica diferente”.

la montaña y la soledad Los dos cineastas vizcainos reconocen que trabajar en proyectos de montaña les aporta cosas que no encuentran en otras temáticas. Carlos cuenta que la montaña es una afición que comparten los cuatros socios de Bideografik, algo que les hace disfrutar juntos: “Son experiencias personales. Desde el punto de vista profesional, te pone en el disparadero del mundo de la montaña. Sirve para vivir experiencias amargas, algún accidente? Disfrutas de lo que te rodea, conoces mundo, gente y otras culturas”. Jon Herranz habla en la misma línea: “Supone poder trabajar en un entorno que es la leche. Si te gusta la montaña, es una gozada”.

Jon recuerda, por ejemplo, su viaje este año a Pakistán con Alberto Iñurrategi, cuando tuvo que quedarse una treintena de días en el campo base mientras el montañero intentaba hacer cumbre. Esperaba para poder rodar y contar su gesta. Aunque esta vez estuvo acompañado, Carlos advierte de que muchas veces esa espera de semanas se hace totalmente solo. “Y esa soledad también hay que contarla”.