DONOSTIA. Hace poco más de una semana, Bauke Mollema avistaba su primer podio en el Tour de Francia. Tras una cronoescalada que consolidó el dominio de Chris Froome, el holandés marchaba segundo en la general, un gran puesto para un corredor habituado a estar en los puestos delanteros pero no a salir en la foto. Sin embargo, un día después se cayó en el descenso del Bissane y bajó a la décima plaza. “La general ha acabado para mí”, asumió, consciente de que su sueño se había esfumado. Un duro golpe para un ciclista que hasta ese momento había mostrado una extraordinaria fortaleza. La misma que exhibió ayer para ser el vencedor de la Clásica de San Sebastián tras aguantar con los mejores en la subida a Murgil Bidea y marcharse en el descenso de Igeldo. Mollema se recuperó del golpe del Tour con una de las mejores victorias de su carrera, probablemente la mejor. Una dulce revancha o, como suele decirse en estos casos, justicia deportiva para un corredor a quien una caída le privó de la gloria de los Campos Elíseos.
Pero esa justicia deportiva o revancha hay que buscársela, y Mollema no la encontró por casualidad. Tras el Tour, se rearmó física y moralmente y, consciente de que tenía la fortaleza y el golpe de pedal adecuados para aprovechar esa inercia de la Grande Boucle, preparó con mimo la Clásica. Aconsejado por su compañero de equipo Haimar Zubeldia -qué mejor anfitrión que el usurbildarra, que afrontaba ayer su décimo quinta participación- el viernes estudió el recorrido, especialmente los últimos kilómetros. Subió Murgil Bidea y realizó “varias veces”, tal y como contó el propio Zubeldia, la bajada de Igeldo, ahí donde cimentó su triunfo. Fuerza, cabeza y preparación, de todo hace falta para ganar.
La mencionada subida a Murgil Bidea, novedad este año en la Clásica aunque dando continuidad a la ascensión a Bordako Tontorra que tan buena aceptación había tenido, volvió a dotar a los últimos kilómetros de un interés extra, el mismo que quitó a los anteriores. Porque Jaizkibel, antaño decisivo, ni siquiera hizo ayer una criba en el pelotón, ya que los favoritos no se movieron. Apenas una escaramuza de Mikel Landa. Algo más se movió la carrera en el paso por Arkale gracias al esfuerzo del Cannondale, pero tampoco pasó a mayores, como el intento de Igor Antón en la subida a Miracruz, tratando de romper la solidez de un grupo dominado principalmente por Movistar y BMC.
Adam Yates y Purito Rodríguez
Les tomó el relevó Orica, que jugaba dos bazas, las de los hermanos Yates -Adams, el vencedor del año pasado, y Simon, ganador el lunes en Ordizia- y enfiló el pelotón camino a Murgil Bidea, donde había que llegar bien colocado para no estar lejos de la cabeza a la hora de la verdad. En cuanto las rampas se empinaron, el primero en probarlo fue el propio Adam Yates, a quien su equipo había dejado perfectamente colocado. Se trataba de un movimiento ya serio de uno de los favoritos, que venía de ser cuarto en el Tour.
Respondió Joaquim Rodríguez, mostrando esa explosividad que ya no se verá en el pelotón el año que viene y que le permitió alcanzar a Yates. Por detrás la carrera se rompió y se lanzaron a su búsqueda Alejandro Valverde, Tony Gallopin y Bauke Mollema. Mucha clase. Más atrás quedaron Van Avermaet -el corredor derribado por una moto hace un año en Bordako Tontorra, que también quería su particular revancha-, Daniel Martin o Ion Izagirre, ambos con buen golpe de pedal tras el Tour, aunque no suficiente. Purito alcanzó al vencedor del año pasado, quien acusó el esfuerzo y fue también superado por el trío perseguidor, que a su vez dio caza al catalán, quedándose así cuatro ciclistas en cabeza.
La victoria estaba entre ellos, con el lógico favoritismo para Valverde, hábil bajador y el mejor llegador entre el cuarteto. Una buenísima oportunidad para que el de Movistar aumentara aún más su lujoso palmarés. Pero Mollema quería romper los pronósticos y ser él, por fin, quien saliera en la foto. Esta vez no quería un top ten, sino un triunfo. Y se lanzó a por todas nada más comenzar el descenso de Igeldo, abriendo un hueco de unos diez segundos que a la postre resultó decisivo por la falta de entendimiento atrás, donde no sobraban precisamente las fuerzas. Valverde y Gallopin entraron al relevo sin excesivo entusiasmo, mientras que Purito, con calambres, se limitó a quedarse a rueda. Así que no pudieron alcanzar a Mollema, quien se mantuvo fuerte en el llano entre Ondarreta y el Boulevard, donde alzó los brazos y logró un triunfo que le permite resarcirse, al menos en parte, de la decepción sufrida en el Tour. Los golpes en el deporte son habituales, el mérito es saber levantarse, como hizo el holandés. Segundo fue Gallopin y tercero Valverde, podio por sexta vez en Donostia. En cuanto a los guipuzcoanos, Zubeldia y Ion Izagirre entraron en los puestos 18 y 19 en una Clásica que confirmó el gran nivel de Mollema.
clasificación
1. Bauke Mollema (TFS)5h31:00
2. Tony Gallopin (LTS)a 17’
3. Alejandro Valverde (MOV)m.t.’
4. Joaquim Rodríguez (KAT)a 22”
5. G. Van Avermaet (BMC)a 34”
6. G. Bambrilla (EQS)m.t.
7. Simon Yates (OBE)m.t.
8. Tom Slagter (CDT)m.t.
18. Haimar Zubeldia (TFS)a 50”
19. Ion Izagirre (MOV)m.t.