La nueva realidad de Carlos Boluda
El alicantinopasó de ser un aspirante a estrella a luchar por vivir del tenis
EN el deporte hacer pronósticos sobre jóvenes estrellas es algo habitual. Endiosar a niños antes de tiempo pensando que en un futuro el trono mundial será suyo. Algunos pocos cumplen las expectativas, pero otros se quedan en el camino. A mediados de la primera década del siglo XXI el efecto Nadal golpeó duro al tenis. El jugador de Manacor estaba en su momento álgido y el deporte de la raqueta estaba de moda. Así, cada nuevo niño con talento apuntaba al próximo Nadal y entre todos esos valores, Carlos Boluda (Alicante, 1993) destacaba por encima del resto. Este alicantino ganaba semana tras semana prácticamente todos los partidos que disputaba y no tardó en hacer historia al ser el primero en ganar dos veces seguidas el Petits As, un torneo disputado en Tarbes y donde se reúnen los mejores tenistas menores de 14 años. Aunque, las expectativas, expectativas son y Boluda no pudo dar el siguiente paso. Las lesiones fueron un martirio para él y no le permitieron alcanzar el superlativo nivel que se le auguró en su día. Ahora, Boluda trabaja duramente por cumplir ese complicado sueño de vivir del tenis y hoy arrancará su actividad en el torneo Kiroleta de Bakio.
Boluda creció con los focos apuntándole. Era el niño prodigio del tenis y no solo ganaba, su imagen gustaba. Nike pronto se fijo en él y le firmó un importante contrato de patrocinio. El alicantino se divertía, pero a su alrededor empezó a crearse una burbuja llena de presión. “No me paraba a pensar mucho en todo eso. Era un chaval muy normal, siempre he sido muy normal con todo, me dedicaba a jugar y a estar con mi gente. No me comía la cabeza por nada”, afirma Boluda. El tenis era su pasión, el “juego” donde era feliz y una vez entraba a la cancha la alegría era plena. “No era consciente de lo que iba a suponer esa vida. De pequeño no pensaba que me iba a ganar la vida con esto, jugaba y ganaba, ganaba mucho, pero solo pensaba en entrar en la pista y disfrutar, sin plantearme otras cosas”, añora el tenista de Alicante.
Aunque una progresión tan brutal trajo consigo un cambio de rumbo. Las cosas no podían seguir igual. Boluda tuvo que dar un giro a su vida en muchos aspectos, desde los entrenamientos hasta los propios estudios. “A mí particularmente los cambios no me gustan, pero por circunstancias se han ido dando. Al final por a o por b toca cambiar y hay que estar dispuesto a ello y ser valiente”, afirma el tenista. Durante esa época, Boluda tuvo que renunciar a ir al colegio y empezar a tomarse los estudios de una manera diferente. Años más tarde, el alicantino valora lo que perdió y la importancia que tiene la educación académica en la vida: “En España no te facilitan compaginar las dos cosas. Sí que me hubiera gustado seguir más o empezar una carrera, que siempre se está a tiempo. Además ayuda a tener la mente ocupada en otras cosas y no estar tan enganchados como estamos, yo me incluyo, a las nuevas tecnologías”.
Una importante lesión Los cambios perjudicaron al alicantino, aun así, las victorias seguían siendo más habituales que las derrotas. Hasta que una lesión de muñeca lo alteró todo. Fue el inicio de una racha llena de problemas físicos que no le permitieron poder jugar un año entero sin parar hasta el pasado. “Me frustraba porque me iba haciendo mayor y quería estar ahí. Son lo peor y una lesión en un mal momento puede definir una carrera”, cuenta. Fue el inicio de la cuesta abajo, un choque con la realidad. Boluda pasó de ser el futuro Nadal al tenista que se quedó en el camino y los aficionados acudían a sus partido solo por ver su caída. “En esa época me dolía, pero ahora me da exactamente igual lo que piensen de mí. Al madurar, me he dado cuenta de quién está realmente a mí lado. Al final de las cosas se aprende, si quieres aprender”, declara.
Los sueños de triunfar en los Grand Slam fueron haciéndose más pequeños cada día hasta casi desaparecer completamente. El glorioso futuro dejó de importar y el presente se impuso por encima de todo. Sobrevivir al día a día se convirtió en el reto de Boluda. Atrás quedó ese niño que deseaba ganar Roland Garros. “Los sueños son sueños y ya no pienso en nada de eso, pienso en hoy y máximo en mañana. Cuando era pequeño pensaba en esas cosas y la verdad es que nunca he tenido suerte. Me marqué objetivos y no los pude cumplir debido a las lesiones por lo que ahora intento hacer el máximo cada día”, cuenta el alicantino, que a pesar de la suerte le haya sido esquiva, no piensa en qué podría haber ocurrido: “Al final el tenis es un deporte duro, pero justo. Si tienes que ser profesional, lo serás, y si no tienes que que serlo, no lo serás, pero por lo menos sabrás dónde está tu límite”.
Seguir siendo profesional es por lo que lucha Boluda cada día. Sin el glamur de los grandes torneos, el alicantino compite en citas menores, con el objetivo de avanzar la mayor cantidad de rondas para no perder dinero. “El tenis está muy desproporcionado. Nosotros perdemos dinero cada semana y no podemos hacer el calendario que nos gustaría. No es sencillo vivir del día tal y como estamos”, declara el alicantino. Una realidad muy diferente a la que le auguraban de niño. Boluda ha cambiado desde aquella época, ha aprendido a base de palos y sus objetivos son muy diferentes, aun así hay algo que sigue como el primer día: “Está claro que con el tenis lo he pasado mal mucho tiempo, pero lo que he disfrutado con él gana a todas las épocas malas”.