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Cuatro cabezas

Olaizola II y Urrutikoetxea hacen otra exhibición de solvencia y poder en el prólogo de la final del Parejas, a la que llegarán fortalecidos

Cuatro cabezasIBAN AGUINAGA

Duración: 37:27 minutos de juego.

Saques: 3 de Olaizola II (tantos 1, 15 y 22) y 1 de Víctor (tanto 2).

Pelotazos: 264 pelotazos en juego.

Tantos en juego: 10 de Olaizola II, 1 de Urrutikoetxea y 2 de Víctor.

Errores: 5 de Olaizola II, 2 de Urrutikoetxea, 3 de Víctor y 4 de Albisu.

Marcador: 2-1, 2-2, 3-2, 6-3, 7-3, 8-4, 9-4, 9-5, 10-6, 17-7, 18-8, 18-9, 19-10 y 22-10.

Botilleros: No hubo botilleros al ser las dos parejas de la misma empresa, Asegarce.

Apuestas: Se cantaron de salida posturas de 100 a 30 a favor de Olaizola II-Urrutikoetxea.

Incidencias: Partido correspondiente a la tercera jornada de la liguilla de semifinales del Parejas de Primera disputado en el frontón Labrit de Iruñea. Buena entrada.

Bilbao - Y ahora, cuando solo falta el tejado de la casa que se están construyendo en el Parejas Aimar Olaizola y Mikel Urrutikoetxea, es el momento de sentir el escalofrío. Esa sensación eléctrica que despiden tras ayer pasar con nota una faena de aliño, en la que no había nada en juego; tras haber recuperado los centímetros de credibilidad que quizás se les habían descolgado del ego después del final de la liguilla de cuartos de final del campeonato -con derrota ante Víctor-Beroiz-; tras dar tres golpes inmensos a un palmo de la final, en la que ya están por el trabajo hecho, ¡y vaya trabajo!, en las dos primeras citas de la liguilla. Lo del Labrit ante Víctor y Albisu solo fue un aviso más, una estación más en el pasaje de los horrores que plantean en cada partido, un patíbulo formado por un monstruo de cuatro cabezas.

Porque el dueto se compone en cuatricromía. Dos son los pelotaris que defienden, con distintas tareas pero igual solvencia, facilidad en el golpe de aire por Urruti y compostura del vidente Aimar. Dos pelotaris, por contra, son los que atacan: el gancho afinado del arquitecto de Goizueta y el golpe largo y, en ocasiones, el remate eléctrico del campeón de Zaratamo. La multiplicación, en los días en los que no se parte el frontón, se transforma una ecuación irresoluble para el rival. La cámara de los horrores. Cuatro imágenes galopando para el anuncio del Apocalipsis.

Y tal es la paridad en galones, en timón y en comandancia que los números se les igualan. En la cancha iruindarra golpearon las mismas veces el cuero para asistir a una sangría que comenzó con el despiece de un Aimar Olaizola cada vez en vena. Le dieron 69 veces a la pelota cada uno, cada cual con su cometido, afilando un choque de difícil digestión para sus rivales, que notaron en sus carnes el rodillo engrasado de dos purasangres, compenetrados, que pueden empezar a pensar en gestas homéricas si continúan así. Martillazo a martillazo. De exhibición en exhibición. Una delicia desde fuera; un potro de tortura para sus contrarios.

Pagaron los platos rotos Víctor Esteban, en una versión arrojada pero sin acierto, y Jon Ander Albisu, a un nivel más bajo que el que se presentó en el Astelena de Eibar. Pero, en descargo de los pelotaris azules, no pudieron hacer más. Lo cierto es que sumaron diez tantos, pero siete fueron yerros colorados (22-10). Así, es imposible.

Y más ante el engendro de Asegarce, una máquina construida para ganar partidos. Sobre todo, en el último tramo del Parejas. Se guardó una marcha más Aimar para estas ocasiones, en las que va sumando mordisco a mordisco con genio. Ayer acabó diez tantos y asomó letal; en las dos anteriores jornadas fueron doce los remates al puchero ante Martínez de Irujo y catorce ante Oinatz Bengoetxea.