Tras la aclimatación en Argentina, el equipo formado por Alex Txikon, Ferrán Latorre, Janusz Golab, Daniele Nardi y Ali Sadpara afrontará la búsqueda de un hito espectacular: coronar el Nanga Parbat en invierno a partir de la última semana de este mes. Los 8.125 metros de ascenso fuera de temporada es una empresa complicada, con la que los alpinistas cuentan ya de antemano con el entrenamiento de Suramérica.

El lemoarra se quedó a apenas trescientos metros de la cumbre el curso pasado. No consumaron porque el paquistaní sufrió una borrachera de altura. “Es una apuesta importante y solo pido que el Nanga Parbat nos dé la oportunidad que nos dio. El resto dependerá de otros factores. Es una empresa dura, que afrontamos con compromiso y muchas sonrisas”, anuncia Txikon. Para ello, se equiparán con una carga de material importante para llevar a cabo su objetivo.

“Cada uno lleva su equipo personal: su ropa, sus crampones y sus piolets”, destaca el vizcaino. Pero las condiciones en una montaña aún no hollada en invierno cambian como del agua al vino de una estación a otra: “En verano, arriba podemos estar a 20 grados bajo cero; pero ahora los tenemos en el campo base. La temperatura es bestial. Igual tenemos la mitad o menos”. Necesitan ropa de abrigo especializada. “Hay que ser muy preciso con las prendas que uno se pone, hay que tener mucha exactitud. Más que nada, porque cuando sudas, ese sudor se puede convertir en hielo. Nos ha pasado alguna vez y puede llegar a ser peligroso”, cuenta Txikon, quien apostilla que “medimos por nuestra experiencia, por la intuición. Lo peor que te puede pasar es que hayas pasado frío por la noche y te abrigues más al despertarte. Eso es un error. Hay que medirlo mucho”.

El equipo técnico con el que contará la expedición del vizcaino está formado por “tiendas rígidas, pero a la vez ligeras”. “Con vientos de 70 u 80 kilómetros por hora aguantan. Muchas veces las sujetamos estando dentro, pero lo soportan. Pesan alrededor de tres kilos o tres kilos y medio y entran tres personas dentro. La verdad es que dan mucha seguridad. Es un pequeño oasis para nosotros. Sabes que vas a sobrevivir una vez que estás dentro”, admite Txikon.

Respecto a los sacos de dormir, el lemoarra apuesta por los más ligeros: “Hay sacos de dormir que son bestiales, que aguantan los 40 grados bajo cero, pero a mí me gusta llevar sacos que abulten menos, que pesen menos, ya que me meto con ropa a dormir. Pesa kilo o kilo trescientos”. De cara a la estancia en el campo base, sí que lleva uno invernal. Además, irán con 3.000 metros de cuerda.

“Este año, como contamos con la ayuda de Turkish Airlines, llevamos comida de aquí. Vamos a darle importancia a la alimentación”, argumenta el montañero vizcaino. Se debe a que “lo que comemos en el campo base es muy justito”. “Apenas nos metemos al cuerpo dos platos de arroz, con algo de carne de vez en cuando, y, al día siguiente, pasta. Nos hemos dado cuenta de que la alimentación es fundamental”, destaca. Por eso, llevarán una docena de quesos de Idiazabal y latas de muslos de pato y magret -“que envasaremos al vacío para que pesen menos”-. “Así, nos metemos proteínas, que es lo que pide el cuerpo”, revela. Asimismo, apuestan por sobres de atún precocinados: “Es lo mejor que hay. Con eso, según estamos derritiendo la nieve y el hielo, optimizamos y metemos los sobres en las cocinillas. Así, ahorramos gas, que usas por partida doble. Al final, hay que medir todo al máximo”.

La apuesta de la expedición es importante y contarán con un material tecnológico de última generación, con el que colabora la empresa K35. “Al menos, cuarenta kilos”, dice. Para empezar, llevarán un acumulador de energía que pesa quince kilos, cuatro o cinco placas solares y un generador con setenta u ochenta kilos de combustible. “Este equipo es muy bueno y nunca hemos tenido nada parecido. Llevamos cuatro ordenadores y dos tablets, alrededor de dieciocho cámaras, entre fotográficas y de vídeo, y tres teléfonos satelitales. Además, una antena y una parabólica. Es un esfuerzo bestial, porque tiene peso y lo tenemos que cuidar muy bien. Vamos al campo base con mochilas que pasan los 20 o 25 kilos”, finaliza Alex Txikon.