Síguenos en redes sociales:

“Me dicen que llevo un par de años sin hacer una cumbre, pero prefiero meterme en un lío, intentar algo diferente”

Alex Txikon (Lemoa, 1981) regresará en diciembre al Nanga Parbat (8.125 metros) para tratar de alcanzar su cima en invierno, un hito todavía inédito

“Me dicen que llevo un par de años sin hacer una cumbre, pero prefiero meterme en un lío, intentar algo diferente”Jose Mari Martínez

Bilbao- El alpinista lemoarra Alex Txikon es un tipo cercano, con los pies en el suelo, pero cuyos sueños orbitan por la atmósfera. Al vizcaino le gustan los retos. A finales de año volverá a coger el petate para tratar de hollar la cima del Nanga Parbat (8.125 metros) en invierno. El año pasado, acompañado también por Daniele Nardi y Ali Sadpara, se quedó a apenas “trescientos o cuatrocientos metros” de coronar, pero la vida del montañero pakistaní corrió peligro en el epílogo de la ascensión por una “borrachera” de altura. Reconoció el lemoarra que “te quedas con cara de tonto, pero hubo peligro”. En esta expedición, se unen al potente equipo el catalán Ferrán Latorre y el polaco Janusz Golab.

¿Por qué vuelven a afrontar la subida al Nanga Parbat en invierno?

-Lo primero es que volvemos este año y eso es fundamental, porque es difícil sacar una expedición adelante con la que está cayendo. Por eso, estamos contentos. Por ahora, estamos disfrutando día a día de los entrenamientos que estamos realizando, de los preparativos previos y demás. Va a ser fundamental. Eso, e ir sin presión. No podemos ir pensando en hasta dónde llegamos el año pasado. Vamos con buen ambiente. Además, estamos hablando entre otros con Simone Moro, que es muy conocido a nivel mundial, que va también este año para allá. Quizás se anime a compartir los gastos en el Campo Base con nosotros. Ahora, estamos en los preparativos.

Simone Moro, además, intentó hollar la cima del Nanga Parbat en invierno hace un par de años y no pudo.

-Lo intentó. Él tiene el primer Shisha Pagma y Makalu en invierno y el año pasado se fue al Manaslu. Eso está bien. Que gente como él se interese por nuestra expedición quiere decir que tenemos un grupo fuerte y se puede conseguir la cima. No obstante, al final, como todo no depende de nosotros... Porque te puedes encontrar un tiempo de perros y lo mismo no te comes nada. Intentaremos disfrutar día a día y segundo a segundo. También tenemos a nuestro favor que ya estuvimos allí el año pasado y conocemos la montaña. Eso dice también mucho del grupo.

Contará de nuevo con la ayuda de dos de los componentes del equipo del curso pasado: Daniele Nardi y Ali Sadpara.

-Sí. Me sabía mal por Daniele, que lleva tres años yendo allí y el año pasado se portó muy bien con nosotros. Le comenté la posibilidad y accedió. Por otro lado, con Ali qué más queremos: es un escalador local, gran amigo y el año pasado trabajó muy duro. También se lo propuse, aunque, de hecho, ya estaba hablado. Ali es una gran persona y un gran escalador.

Conocen de la expedición de 2014 las variables del Nanga Parbat en invierno, ¿cambian las condiciones de su preparación o equipación para afrontar la de este diciembre?

-Sí. Iremos aclimatados a la montaña para tratar de pasar el menor tiempo posible allí. Evitaremos pasar muchos días parados en el Campo Base, porque la altura es relativamente baja, de 4.100 metros, que creo que fue una de las claves del curso pasado. Además, equiparemos hasta el Campo 3, cosa que ya hicimos, pero en la mayor brevedad posible para hacer un ataque a cumbre rápido: ir del Campo Base, al 1, al 2, al 3, al 4, cima y para abajo.

Continúe.

-En definitiva, se trata de pasar el menor tiempo en el Campo Base. También por las fechas. El año pasado nos fuimos el 17 o 18 de enero y esta vez vamos a viajar a partir de finales de diciembre.

Comenta que quieren llegar a Pakistán aclimatados ya, ¿cuál es el plan?

-Tenemos pensado ir a Argentina, a Ojos del Salado, que es una cumbre que tiene un cráter a unos 6.900 metros, y pasar allí arriba unas seis noches. Cuando uno pasa a esas alturas tres o cuatro noches, si no gastas mucho tiempo en llegar a Pakistán, la aclimatación no se pierde. Como ya iremos al Campo Base directos a equipar, con una sola noche en el Campo 3 estaremos listos para ir a por la cumbre. No aclimatas en la montaña en sí, pese a que tenemos que trabajar allá para colocar las cuerdas, pero te evitas pasar en el Campo Base más días. Además, en Argentina es más cómodo, porque no estás en invierno. Eso puede ser una clave para nuestro avance en la montaña.

Queda claro que a usted le gustan los retos.

-La gente me dice que llevo un par de años sin hacer ninguna cumbre, pero la verdad es que prefiero meterme en un lío de estos o intentar hacer algo diferente. De cara a la galería, la gente piensa que no acabas de subir. Cuando te metes en un reto de esta envergadura, las posibilidades son mucho menores. Hay que optar. Hay caminos diferentes. Para mí este es el acertado: trabajar y escalar codo con codo con tus compañeros. Es lo que hace atractivo o interesante una expedición.

Respecto a la envergadura del reto, las distancias y los tiempos se multiplican por cinco en ‘ochomiles’ en invierno.

-En el Nanga Parbat, pasar del Campo Base al 1 lo haces en dos horas en verano, pero el año pasado había veces que tardábamos entre diez y doce horas. Eso es una salvajada. Todo se ralentiza y todo se complica un montón. Con eso no quieres decir que todo es más difícil. Lo bonito no deja de ser el equipo y la gente con la que vamos, cómo se comporta y cómo en los malos momentos sacamos lo mejor de cada uno para salir adelante.

¿En qué consisten los entrenamientos que está usted realizando de cara a la expedición?

-Ahora mismo trato de hacer desnivel a diario en el monte, unos mil metros, por aquí, por las montañas de casa: Anboto, Txindoki... Intento además ir a diario o cada dos días a escalar en roca. Todo ello, lo complemento con sesiones con el hacha. También trato de hacer trabajo psicológico. De todos modos, acabo de llegar del Thalay Sagar y para mí es un entrenamiento. Me he probado allí. Fíjese, he dormido solo dos noches en el Campo Base: la primera, cuando llegamos, y la última, antes de marchar. El resto, lo he pasado trabajando. He tenido una buena pretemporada. Por ejemplo, este pasado fin de semana, fui al Pirineo a meter horas en la montaña.

Admitió al volver del Nanga Parbat en marzo que uno de los sitios a los que tenía ganas era al Garhwal indio.

-Le tenía ganas, pero esa zona me ha parecido mucho más hermosa de lo que yo pensaba. No esperaba encontrarme semejante montañón y semejantes vistas, valles y paisajes. Es una mezcla entre Nepal y Pakistán. Me ha fascinado. Repetiré seguro.

¿Sí?

-Al final, llegas a Nueva Dehli y en dieciocho horas en coche te plantas allá a 3.000 metros. Después, en tres días caminando, llegas a diferentes Campos Bases. Es precioso. Y, además, económicamente es más barato. También tienes que lidiar con los indios, que hacen todo muy lento. Tienes un montón de trámites burocráticos.

Volviendo a la nueva cita con el Nanga Parbat, comentaba que económicamente es mucho más costoso ir en invierno que en verano, ¿han cerrado toda la financiación?

-No está nada cerrado, pero contamos con los patrocinios que ya teníamos y los que vamos alargando. Con estas nuevas expediciones sí que necesitas una financiación extra, sobre todo porque tienes que ir a Argentina a aclimatar y luego a Pakistán. Parece que somos unos llorones, pero sí que es verdad que psicológicamente para nosotros es duro. Una vez que lanzas esto, sabes que vas a ir seguro, pero no sabes seguro si vas a tener todo. Es duro que suceda eso cada vez que te enfrentas a algo así. Es la parte menos atractiva de los proyectos. Lo lanzas públicamente y te preguntas: “¿Y si no consigues el dinero?”. En mi caso, estamos trabajando en conjunto con Ferrán Latorre para cerrar flecos y tratar de cubrir gastos.