Igor Antón: “Estoy en paz con el ciclismo”
Finalizada su andadura con Movistar, Igor Antón está a la espera de una oferta que le seduzca “en lo deportivo”
ONDEA el otoño, la melancolía del verano que pudo ser y no fue, que deshoja los árboles, cada vez más huesudos, caduco su verde que será marrón. Capitula el curso y las piernas, apolilladas por el esfuerzo de una campaña prolongada, se estiran, hamacadas en el balsámico descanso. Amaina el calendario, pero respira agitado el mercado, que cose dorsales, nombres y escuadras en cascada. Es tiempo de muda, de cambio. Se perfila para el próxima temporada el pelotón. Vuela Beñat Intxausti al Sky, donde anidará Mikel Landa, el lugar en el que continuará Mikel Nieve, donde pedalea David López. Se va Amets Txurruka al Orica y Omar Fraile emigra al Qhubeka. Los hermanos Izagirre, Ion y Gorka, permanecen en el Movistar, donde hacen guardia Imanol Erviti y Jonathan Castroviejo. Del equipo se desprende Igor Antón (Galdakao, 2 de marzo de 1983) cerrado su exiguo capítulo en la formación de Eusebio Unzué.
Una vez extinguido su vínculo con la escuadra azul, el galdakoztarra, que se empleó en los dos últimos cursos en el Movistar, no sabe qué será de él. “De momento no tengo nada, hay conversaciones abiertas, pero ya se sabe que no hay que emocionarse demasiado con estas cosas. Mejor esperar hasta que se concrete algo”, lanza Igor Antón, perenne la sonrisa mientras espera que el horizonte, ahora gris marengo, se aclare y un brazo de sol haga palanca entre las nubes con una oferta que le satisfaga el espíritu. “Tengo el aliciente de seguir corriendo, pero quiero algo que me convenza deportivamente. Ahora miro más por la condiciones deportivas que por las económicas”. Enamorado hasta el tuétano del ciclismo, Igor Antón, quien fuera uno de los estandartes de Euskaltel-Euskadi, no pretende correr a cualquier precio ni “agarrarse a un clavo ardiendo” para continuar ensillado sobre su pasión. “No tengo una necesidad imperiosa de seguir en el ciclismo de cualquier forma. Estoy en paz con el ciclismo”, desliza con serenidad Antón, acunado en la mecedora de la tranquilidad.
Con esa misma templanza, sin caer en el autoengaño, ni en la autocompasión, el vizcaino reconoce que en su periplo en Movistar “no di el nivel que yo esperaba, ni tampoco el que el equipo esperaba de mí”. Después de una primera campaña complicada en lo anímico y en lo emocional, -su madre falleció- y una segunda en la que no encontró al ciclista que tanto enamoró en sus años naranjas, Movistar optó por no renovarle el contrato. “Tuve problemas de salud en la primera parte de la temporada y, quieras o no, eso lo arrastras luego durante el año”, expone el vizcaino, que asume que por momentos le pudo la ansiedad de querer ser el que era. “Quería llegar al nivel que di en Euskaltel, pero no he podido llegar. Eso sí, tengo la conciencia tranquila porque he dado todo lo que tenía”.
un giro a contrapié En esa carrera contra el espejo, contra el recuerdo, por el reencuentro con lo que fue, Igor Antón subrayó el Giro, la clave de bóveda de su curso, la bisagra sobre la que pivotó su temporada. Apostó el vizcaino por el rosa, por Italia, por el día que abrazó la gloria en la cima de Zoncolan. “Es una carrera que me gusta mucho. Quería hacerlo bien, pero el Giro se me hizo largo. Tenía la ilusión de dar un paso adelante y creo que al final fue al revés: lo di hacia atrás”, radiografía el galdakoztarra, que llegó “un pelín pasado”, a la carrera italiana después de ganar la Vuelta a Asturias. “Nunca había ganado una vuelta y me hizo mucha ilusión”. Aquel resultado llevó a Antón a la salida del Giro, el rosa que acabó con un fundido a negro para Igor. “Por distintas circunstancias, el año ha sido algo raro para mí”. Sin un sillín en la Vuelta a España, la desembocadura de Antón ha transitado por carreteras secundarias, como el Tour de Gran Bretaña, hasta que el camino en Movistar se ha agotado. “Aunque en lo deportivo no he rendido como quisiera, me llevo una gran experiencia del equipo. He compartido equipo con amigos y con estrellas como Nairo Quintana y Alejandro Valverde, algo que también valoro mucho porque he aprendido de todo ello”, establece el galdakoztarra, que aguarda los movimientos del mercado, pleno de oleaje durante estos días en los que se cierran el grueso de operaciones.
un mercado complejo “Lo ideal sería tener algo atado ya, pero no es el caso, así que toca esperar y ver si sale algo”, sostiene Igor Antón, consciente de que a medida que el almanaque avanza y los equipos se completan, las opciones languidecen. “Está claro que está complicado. Los jóvenes empujan fuerte y se hacen su hueco. Luego están las estrellas. Esas son las primeras plazas que se ocupan. Yo, que ya soy un veterano, estoy en un tercer escalón, pero creo que aún me queda ciclismo, que por ganas y edad tengo recorrido”, analiza el vizcaino, al que ya le costó enlazar con Movistar tras su paso por Euskaltel.
“Esto funciona así. Recuerdo que Kiryienka firmó con Sky un 26 de diciembre y Samuel Sánchez cerró su contrato con BMC en febrero”, se anima el vizcaino, que no obstante sabe que el reloj cuenta manecillas en su contra. “Todavía hay tiempo. Hay más corredores en esta situación en el pelotón. Pero sí es verdad que los equipos también juegan con el tiempo para conseguir mejores condiciones para sus intereses y esperan hasta el último momento”. Las leyes del mercado no tienen memoria ni hacen distinciones. Oferta y demanda. Eso es todo. Mientras ambas llegan a un punto de encuentro -“me gustaría un proyecto deportivo interesante”, dice Antón-, el ciclista vizcaino, que no se ha puesto una fecha límite, no quiere garabatear castillos en el aire. “Esperaré hasta el final. Si sale algo que me ilusione deportivamente, perfecto, sería algo añadido y lo disfrutaría con toda la ilusión. Disfruto mucho de mi profesión, me ha dado muchísimo, pero sé que esto cada es más difícil. En caso de que no salga nada, habrá que afrontarlo. Aquí nadie estamos para siempre. Y yo estoy en paz con el ciclismo”.