EL frontón de Los Llanos de Portugalete vibraba ayer en el epílogo ya de las fiestas de San Roque. En la cancha, Titín III, legendario, volcánico, incombustible, se citaba, acompañado por Gorrotxategi, con mucho brillo, ante Ekaitz Saralegi e Iñaki Otxandorena en una contienda con aroma profesional, pero en la que se encuentran inmersos en mezcla exprofesionales y aficionados. Es la tercera vía, la de Garfe, que pugna con Aspe y Asegarce, aunque reconoce Tomás Garrido, creador de la operadora en los ochenta junto a Fernando Pérez, que es quien la conduce ahora junto a David Garrido, hijo de Tomás, que no se miden en las mismas distancias. Ocurre que la empresa, con sede en Calahorra, en la que ahora se desempeñan manistas de la talla del emperador de Tricio, el amezketarra, Asier Olaizola, Mikel Olazabal, Aratz Mendizabal o Iñaki Eskudero viaja de un modo más modesto, pero acumulando un total de “170 festivales” durante el verano. Es decir, que el kilometraje de la compañía es alto, aunque no se trate de un transatlántico.

“Lo primero que hay que explicar es que nosotros tenemos toda la documentación al día: pagamos a los pelotaris, les damos de alta en la Seguridad Social, pagamos nuestros impuestos... Por poner un ejemplo, cuando no cobramos entrada, del dinero que cuesta el festival al ayuntamiento en cuestión se desgrava lo necesario; en el caso de que la entrada sea pagando, se da lo que hace falta a Hacienda”, argumenta Garrido. La cuestión, explica el empresario navarro pero afincado en La Rioja, es que “hay grupos de gente que ofrece festivales a los pueblos sin cumplir todos los requisitos necesarios, a los que se puede acusar de competencia desleal de cara a nosotros y a Aspe y Asegarce”. Hace hincapié el creador de Garfe en eso, en la legalidad, en que todos los papeles de la operadora están “al día” y que actúan “muy parecido” a los componentes de la Liga de Empresas.

El funcionamiento de Garfe, tal y como cuentan desde dentro, “es posible con mucho trabajo”. Es consciente Garrido que “tenemos una cartera de clientes que nos es bastante fiel y tratamos de seguir con esa filosofía”. La temporada, más o menos, es factible desde abril hasta septiembre, siendo los meses con mayor importancia agosto y septiembre, en los que “se puede llegar a pasar los cuarenta festivales al mes”. La mayoría de ellos, dice Garrido, se enclavan en pueblos de Nafarroa, aunque admite que “el fichaje de Titín III para nuestra empresa ha sido muy importante, porque nos ha abierto mucho algunos pueblos de La Rioja”. Y es que, el efecto llamada del increíble manista de Tricio es impresionante. Su capacidad de sacrificio y su forma de jugar, no obstante, suponen su mayor activo. Titín es espectáculo y eso es lo que venden. De este modo, el riojano y su alargada sombra ha ampliado los horizontes de Garfe.

Aun así, pese a programar 170 festivales en medio año, en los que no bajan de los veinte ningún mes, “la crisis ha afectado” a la promotora calagurritana. “Antes vendíamos más partidos durante la temporada, pero si no hay dinero en el bolsillo de los Ayuntamientos, no nos contratan. O, si no, llaman a esas asociaciones que organizan encuentros pero sin tener todos los papeles al día. Así, les sale más barato el festival”, confiesa Garrido.

Respecto a la relación con los pelotaris, cuenta Tomás que funcionan de dos formas. Unas veces, son ellos los que ofertan a los manistas que se sumen a su plantilla y, otras, son los deportistas quienes acuden a la compañía de Calahorra por si quieren contar con ellos. “Después, si nos interesa, les damos de alta en la Seguridad Social y demás. Hay pelotaris que antes de estar con nosotros cobraban el paro, pero al venir a jugar con nuestra empresa tienen que dejarlo y ponerse al día como cualquier trabajador”, manifiesta Garrido. Apostilla el creador de la empresa que “ahora mismo, los exprofesionales de la plantilla son aficionados, pero tienen contrato de trabajadores. También hay otra fórmula con gente que no ha dado el salto. Tenemos en el cuadro a otros como Gorrotxategi o Urbieta”. Entonces, la venta de festivales oscila en virtud del caché de cada uno de los contendientes en la liza. “No podemos concretar la horquilla en la que se mueve la compra de un partido de Garfe, porque todo cambia en la medida de los manistas que llevamos. Cada uno tiene un precio distinto, porque cada uno tiene un sueldo diferente”, concluye.