bilbao - Facundo Campazzo se cree capaz de destacar en un deporte para el que su estatura supone, en teoría, una limitación. “Nunca ha sido un problema para mí. Puedo utilizar otras cosas contra la gente grande”, señala el base argentino del Real Madrid que, desde sus escasos 1,80 metros, tiene que emplear otras artes como la velocidad, el ritmo, el engaño, para hacerse respetar. A fe que lo ha conseguido porque estrenarse en el baloncesto europeo en un equipo como el Real Madrid no es cualquier cosa.

El pequeño director de juego madridista nació hace 24 años en Córdoba y de pibe fue diagnosticado de hiperactividad. Con el baloncesto logró encontrar una válvula de escape en la ciudad que es cuna de dos de los mejores bases de la historia del baloncesto argentino como Marcelo Milanesio y Pablo Prigioni. De este va a heredar la batuta de la selección albiceleste, ahora que la generación dorada empieza a retirarse de la escena por cuestiones de edad.

En la pasada Copa del Mundo, su segundo gran torneo con Argentina tras los Juegos de Londres, ya compartieron muchos minutos de juego en lo que Campazzo considera un aprendizaje de tanto valor como el que le toca afrontar esta temporada al lado de los dos Sergios, Llull y Rodríguez. Y lo hace sin prisa. “Sé que no va a ser fácil, que me voy a equivocar muchas veces, que tengo que tener paciencia y que me tengo que adaptar”, comentó en su llegada al Real Madrid, donde contar como entrenador con Pablo Laso, que fue cocinero antes que fraile, y como compañero con Andrés Nocioni, con el que ya ha compartido vestuario antes, le puede ayudar en su progresión.

El base cordobés firmó por tres campañas con el equipo blanco después de ser un jugador dominador en Argentina desde su posición. Con el Peñarol de Mar del Plata, donde se forjó durante siete años de la mano del nuevo seleccionador albiceleste Sergio Oveja Hernández, ganó cuatro de las últimas cinco Ligas y tres torneos Super 8, el equivalente de la Copa allí. Además, con el equipo milrayitas lideró la competición en asistencias y robos de balón en las cuatro últimas campañas. Esto da idea del estilo de juego de un tipo que no se arruga y que no elude retar a rivales con mucho más físico, como demostró en el duelo de Euroliga ante el Panathinaikos en el que se enredó con Diamantidis y acabo por tumbar al veterano griego con una llave de judo. “Me gusta ser agresivo, defender duro”, se define sin complejos un jugador que también suele dejar acciones de esas que, según cómo se miren, pueden entenderse como provocaciones.

aprendizaje Facundo Campazzo se reconoce “un ganador” y por ello ha encajado bien en el Real Madrid, pese a que su participación no esté pasando de discreta en el rol de tercer base que el curso anterior ocupó Dontaye Draper y haya tenido que superar una lesión en el tobillo que le tuvo parado casi un mes. En la Liga Endesa, ha participado en 26 partidos con unos promedios de 12 minutos, 2,7 puntos y 1,2 asistencias. En la Euroliga, se ha quedado en once encuentros jugados, con menos de diez minutos en cancha. Y con todo, ya ha sumado a su palmarés la Supercopa, la Copa y la presencia en la Final Four, con lo que la oportunidad que supuso su llegada al baloncesto europeo la está dando por bien empleada, pese a la pérdida de protagonismo respecto a los años anteriores. “Sé para lo que vine y eso no es para hacer 20 puntos. Voy a trabajar duro para ayudar al equipo cuando me reclame el entrenador y seguir mejorando. Quiero aprenderlo todo”, asegura.

Porque el Facu aspira a más. En su país le tienen mucha fe ya que consideran que tiene madera de jugador NBA. El propio Campazzo no oculta que le gustaría probarse allí, donde también se ve capaz de competir, y para ello asume que debe mejorar “el tiro tras bloqueo directo y las acciones defensivas en el poste bajo”. El base argentino se puede mirar en el espejo de Calvin Murphy, de Spud Webb, de Muggsy Bogues, de Earl Boykins o del más reciente Isaiah Thomas, que está brillando con los Boston Celtics, de todos esos locos bajitos que hicieron carrera en la NBA y que demuestran que en el baloncesto es mucho más importante el talento que el tamaño.

Si el Dominion BB quiere ganar mañana el Real Madrid, tendrá que vigilar a este tipo al que, probablemente, Pablo Laso dará rienda suelta contra los hombres de negro para aportar el ritmo y la defensa que sus compañeros han gastado en la dura eliminatoria ante el Anadolu Efes. Como desde que era un niño en las canchas, Facundo Campazzo está dispuesto a afrontar cualquier desafío que le propongan.