REAPARECIÓ Aimar Olaizola en Lodosa después de dos meses sin ceñirse el gerriko. Fue una tendinitis en el hombro derecho lo que le tuvo fuera de combate. Pero había algo más. Cuenta el delantero de Goizueta que desde que el Cuatro y Medio languidecía él ya empezaba a sentirse incómodo. No estaba a gusto. Plomo en el hombro. Dolor. Molestias. El brazo no respondía de modo óptimo, pero la semilla estaba puesta desde mucho antes. “Se ha ido cargando poco a poco y he cogido manías a la hora de golpear la pelota. Este tipo de lesiones requieren mucho tiempo para volver a cuadrar la postura de la mejor manera”, certifica el delantero de Asegarce, cuyo reestreno el viernes fue fructuoso, junto a Mikel Beroiz, frente a Mikel Urrutikoetxea y Aritz Begino. Ganaron el estelar de Lodosa con un resultado apretado, 22-20. Casualmente, el zaratamoztarra fue su sustituto en el Parejas de Primera, en el que ha conseguido mejores réditos que el titular, tocado todo el campeonato.
“Las sensaciones con las que me quedé al finalizar el envite fueron bastante buenas”, confiesa Olaizola II, cuyo anterior encuentro databa del 24 de enero en el Adarraga de Logroño. Cayó aquel día por un sonoro 9-22, junto a Beroiz, frente a los sustitutos Altuna III y Merino I. “Casi ni podía sacar”, cuenta. Pues bien, tras el duelo de Lodosa, explica el manista navarro que “hay posturas en las que todavía me molesta la zona. No entré ni una vez de volea, que es lo que más me cuesta. De abajo, ando bien, pero de costado tampoco me siento cómodo”. Aun así, los médicos de la empresa valoran que “poco a poco” le irán remitiendo los problemas. “Jugué bastante a gusto, pero mi objetivo no estaba puesto en ese partido. Está puesto en la recuperación. Aun así, me sentí en la cancha mejor de lo que esperaba”, manifiesta. Es el regreso de la pesadilla, para los rivales, claro.
Lo ideal es que la extremidad recupere toda la movilidad, consiguiendo el golpeo más natural. “Ahora tengo que fortalecer la zona, porque no estábamos hablando solamente de una tendinitis. Se me había cargado todo el brazo y no hacía bien los movimientos”, argumenta Aimar, quien sostiene que “ya se notaba de fuera que no daba el pelotazo tal y como debía. Quitar esos vicios es complicado y por eso voy tres veces por semana a Gasteiz a la rehabilitación”. Además, revela que “desde finales del Cuatro y Medio ya andaba con molestias, pero ha sido durante el Parejas cuando me ha dolido más, porque no es una rotura o un tirón, es algo que va empeorando con el tiempo. Durante el último partido en Logroño en el calentamiento ya estaba con bastante dolor y al segundo tanto no podía casi ni sacar”.
Una vez que el Parejas de Primera da sus últimos coletazos, el Manomanista es la siguiente estación del tren manista profesional, que no para. El año pasado el buque insignia de Asegarce cayó en cuartos de final ante Julen Retegi con todo merecimiento, pero bien es cierto que acumulaba el goizuetarra un cóctel de fármacos en el cuerpo por una bronquitis que le dejó más cansado de lo normal. “El objetivo no es el Manomanista, es llegar. Tal y como estoy ahora mismo no estoy para el mano a mano. Sigo sin estar al cien por cien. Espero que en dos o tres semanas pueda empezar a entrenar para el Individual y, de ahí en adelante, ya veremos”, puntualiza.
De todos modos, el punto positivo para el pelotari ha sido la posibilidad de desconectar. “Desde hacía tiempo estaba extrañado por cómo me estaban yendo las cosas en los últimos cuatro años, en los que no había parado y me encontraba muy bien de juego”, declara el delantero, que añade que “aunque quería estar en semifinales, como todos, no me viene mal haber podido cambiar un poco el chip. Parar, a veces, resulta bueno para el deportista”.