Duración: 54:02 minutos de juego.

Saques: 2 de Martínez de Irujo (tantos 1 y 11) y 4 de Bengoetxea VI (tantos 5, 11, 15 y 16).

Faltas de saque: Ninguna.

Pelotazos: 419 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 4 de Martínez de Irujo y 15 de Bengoetxea VI.

Errores: 3 de Martínez de Irujo, 1 de Bengoetxea VI y 4 de Untoria.

Marcador: 2-1, 3-1, 3-2, 3-3, 4-7, 4-8, 5-8, 6-9, 7-9, 7-10, 8-13, 9-14, 10-19, 11-20 y 11-22.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Jokin Etxaniz (con Martínez de Irujo-Barriola) y Rubén Beloki (con Bengoetxea VI-Untoria).

Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 60 a favor de Martínez de Irujo-Barriola.

Incidencias: Partido correspondiente a la decimocuarta jornada de la liguilla de los cuartos de final del Parejas de Primera de la LEP.M disputado en el frontón Uranzu de Irun. Gran entrada. 875 espectadores.

bilbao - “Estoy muy feliz”, confesaba Oinatz Bengoetxea, en una nube, al término del encuentro de ayer. Vital. Y, mientras tanto, en el Uranzu de Irun trataban de recomponerse las esquirlas de la memoria de un partido precisamente memorable. Un duelo increíble. Genial. Un día de rabia del leitzarra, que completó un partido redondo. Incalificable. A Oinatz se le queda pequeño el mundo. Porque el navarro es un auténtico terremoto y lo lleva demostrando todo el campeonato de Parejas. En Irun alcanzó la liguilla de semifinales del torneo con una escalada himalayesca. En el peor de los casos, en una situación crítica: jugaba con un suplente, Álvaro Untoria, que estuvo a un nivel inmenso, frente a los actuales campeones, Juan Martínez de Irujo y Abel Barriola, en un emplazamiento y con unas pelotas que según él favorecían al rival, y con la tabla de posibilidades en contra, porque a sus adversarios les bastaba con hacer 17.

Peleando con los números -alma contra matemáticas-, lo de Oinatz fue para escribirlo con letras de oro en los libros de historia de la pelota a mano. Fue el puntillero de Leitza un ciclón, un mago, un quebradero de cabeza para sus contrincantes, que bailaron a su son después de un inicio de partido mayúsculo por parte de los cuatro contendientes. Pero fue el manista de Asegarce, el mejor delantero en todo el Parejas, el que mantuvo el tipo, el nivel rematador y el hambre. ¡Qué importante es la ambición! Bengoetxea VI fue kamikaze en ataque y todo lo que tocó tuvo intención. Una. Solo una: lanzar el colmillo hacia la victoria, hacia el billete a semifinales. Carnívoro, Oinatz fue el protagonista de un envite enorme en el que su compañero de gerriko fue superior a Barriola en los cuadros largos. Y en el vals sobre el filo del cristal, los que más tenían que ganar apostaron todo a una carta. Y salió un as: Oinatz.

Asimismo, a Juan Martínez de Irujo no se le vio cómodo. No tuvo opciones de remate. Y en el trabajo de arquitecto de Bengoetxea solo pudo exprimir su defensa, jugándose el gaznate, para obligar a su contrincante a apurar un poco más el remate. Y lo hizo. Juan aportó furia e intensidad, pero desde la primera distancia azul (3-7) no estuvo a gusto. Mala cosa.

Y eso que el inicio del encuentro fue espectacular. Hasta el empate a tres, la contienda se debatió a gran nivel competitivo. Precioso. Sudor y brillo. El inicio lo construyó Irujo con un saque. Un zurdazo de Untoria arriba abrió la primera distancia, casi la única colorada, 2-0. Un sotamano al ancho de Oinatz acercó posturas. Fueron dos tantos peleados, de grandes pelotazos. Irujo contestó con un gran pelotazo atrás y un gancho. 3-1.

Y Bengoetxea se destapó.

Se acabó el dominio. El leitzarra, un mago, entre el primi y la conciencia técnica magistral, se alumbró a sí mismo en otro foco. En otro plano astral. Oinatz ascendió. Creció. Buscó la ansiedad, la aplacó y sacó fortuna. El leitzarra se fue directo al 3-8 con ocho tantos propios. La falla fue suficiente. El pelotari no paró. Veneno Oinatz. Volcánico en la parada al txoko, su virtud dominante estuvo en buscar a sus contrincantes delante, donde superó a dos tremendos pelotaris a la vez. La ayuda de un Untoria con piernas de Kimetto y manos frescas fue espectacular. Pero estuvo soberbio el delantero en ataque y en defensa, esbozando un sotamano largo importante, que impulsó su camino, atropellando al Abel más expeditivo.

Se fueron al 7-13 y al 9-19 con contundencia los de Asegarce para corroborar su presencia en las semifinales. Se acercó Irujo con rabia (11-19) pero Oinatz paró al txoko (su octava parada), metió un gancho, en el que Irujo cayó al suelo y dio muestras de no estar al cien por cien, y volvió a parar. Estratosférico. El mundo no es suficiente. Bengoetxea asomaba feliz. Radiante. Porque se clasificó como un cohete. Ya estaba en las nubes. En otro planeta. En otro mundo.